"Sería interesante que, en vez de colgarnos una escarapela de 'conservador' o 'progresista', se nos hiciera una auditoría de lo que hacemos cada uno de nosotros en el Tribunal Constitucional", ha dicho este martes el exmiembro del TC Andrés Ollero durante la presentación de su libro Votos particulares.
La obra, que recoge los escritos discrepantes redactados por Ollero durante su etapa en el TC (2012-2021), ha sido presentada por el catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras y por la expresidenta del Constitucional María Emilia Casas. Entre los asistentes al acto, celebrado en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, se encontraba el actual presidente del tribunal de garantías, Pedro González-Trevijano.
El libro es, en definición del autor, una " auditoría de mi comportamiento en el TC" durante una etapa en la que el tribunal dictó 1.852 sentencias, la gran mayoría de ellas (1.410, el 76%) por unanimidad.
Para Ollero, "no sería difícil comprobar lo infundada de esa manía" de etiquetar a los magistrados del TC como conservadores o progresistas, un cartel que "pone irresponsablemente en cuestión su independencia, haciéndolos aparecer -sin mayor fundamento- como mera correa de transmisión de los partidos que los propusieron".
Ollero, que fue diputado del PP en el Congreso antes de acceder al TC, suscribió 69 votos discrepantes: 36 contra sentencias apoyadas por el sector progresista y casi el mismo número, 33, contra resoluciones de la mayoría conservadora.
Entre las materias abordadas en esos votos discrepantes se encuentra el acceso a la pensión de viudedad en el caso de las parejas de hecho, el despido de una trabajadora embarazada, el derecho a la objeción de conciencia o a la protección de datos personales, la libertad de expresión y las condenas penales, el derecho a la educación y la libertad de enseñanza, o la limitación de los derechos de los diputados por razón del transfuguismo.
Parafraseando a María Emilia Casas, que durante su intervención ha manifestado que "afortunadamente" los miembros del TC no llegan a la institución "con la cabeza vacía", Ollero ha defendido que "la experiencia política, como la experiencia parlamentaria, tiene una importancia en el Tribunal Constitucional porque lo que se hace ahí acaba teniendo una enorme repercusión política y puede haber aspectos de lo que se discute que no llegan a ser captados en su realidad auténtica" sin esa experiencia.
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A su juicio, "es bueno" que los magistrados del TC "sepan en qué contexto político están resolviendo determinadas cuestiones. Naturalmente no para actuar partidistamente sino para cumplir su función, que es colaborar al bien común en un contexto de pluralismo".
Durante la presentación del libro también se puso de manifiesto el enorme volumen de recursos de amparo que llegan al TC frente al reducido número de ellos que son resueltos mediante sentencia. En la época de Ollero se registraron 7.000 demandas de amparo, de las cuales un centenar acabó en sentencia.
"Aun despachándolos mediante providencia de inadmisión, es un disparate porque los recursos tienen que ser examinados por los letrados y al final los tienen que ver tres magistrados", ha señalado.