Los etarras Mikel Barrios e Iñigo Gulina Tirapu han aceptado una condena de un año, nueve meses y un día de cárcel y una multa de más de 3.200 euros como responsables del aparato de falsificación de la organización terrorista ETA.
Así lo han asumido ambos en el breve juicio, de apenas diez minutos, que se ha celebrado este martes por la mañana en la Audiencia Nacional.
Los dos acusados han llegado a un acuerdo de conformidad con la Fiscalía por un delito de falsedad documental. Inicialmente, el Ministerio Público solicitaba para ambos una condena de tres años de prisión y una multa superior, de 7.200 euros para cada uno de los etarras.
En su escrito de conclusiones provisionales, la Fiscalía relataba que, tras la disolución de ETA, "durante al menos el año 2017 e integrados en la organización terrorista", Barrios y Gulina "colaboraron con la estructura técnico-logística de la misma".
Según el fiscal, entre sus labores estaba la de elaborar documentos de identidad falsos para que el resto de etarras pudieran desplazarse por España y Francia sin ser identificados.
"Y así, y conforme a las directrices marcadas por la dirección de la organización terrorista y en ejecución de las mismas, ambos acusados trasladaron su residencia a Berlín (Alemania) en donde en junio y octubre de 2017, respectivamente, se empadronaron sirviéndose de la documentación de identidad mendaz al objeto de evitar su correcta identificación", señalaba el Ministerio Fiscal.
Ese año fueron detenidos en la capital alemana. Además de intervenírseles dinero en efectivo, la Guardia Civil localizó carnés falsos y diversa documentación. En aquella operación, denominada Exodus, también colaboró la Policía alemana.
El navarro Barrios es un antiguo miembro de la organización abertzale juvenil Segi al que ta se buscaba, antes de ser detenido, por integrar un grupo que cometió varios sabotajes en Pamplona. Según informó en su momento el Ministerio del Interior, se trataba del perfil de joven enrolado en ETA cuando la banda terrorista ya intuía su derrota.