Condenados a 74 años de cárcel los etarras que intentaron matar en el 2000 a dos periodistas que tenían un hijo de 18 meses
- Las víctimas, Aurora Intxausti y Juan Palomo, tuvieron que abandonar el País Vasco tras el ataque y necesitaron protección policial cuando lo visitaban.
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La Audiencia Nacional ha condenado a 74 años y 4 meses de cárcel a cuatro miembros de ETA que intentaron matar, el 10 de noviembre del 2000, al matrimonio conformado por los periodistas Aurora Intxausti y Juan Palomo.
La pareja, además, tenía un hijo que sólo contaba con 18 meses de edad en aquella fecha y que convivía con sus padres en el domicilio donde se produjo el ataque, consistente en la colocación de una maceta-bomba en la puerta.
No obstante, el artefacto, cargado de dinamita, falló y no llegó a estallar. Aun así, la pareja, debido al miedo a volver a ser atacados, abandonó el País Vasco.
Ahora, casi un cuarto de siglo después de aquellos hechos, la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal condena a los tres autores materiales de la colocación del artefacto (Imanol Miner Villanueva, Asier Garcia Justo y Jon Zubiaurre Aguirre) y al inductor de la acción terrorista, Patxi Xabier Macazaga Azurmendi.
Concretamente, a 19 años y 10 meses de prisión por tres delitos de asesinato en grado de tentativa y a otros 14 años y 10 meses por el de estragos terroristas ( también, en grado de tentativa, ya que los daños no se produjeron).
Durante el juicio, celebrado el pasado 25 de noviembre, los cuatro acusados reconocieron su participación en los hechos.
Además de las penas de prisión, los magistrados imponen a los acusados la prohibición, por un período de cinco años una vez salgan de la cárcel, de aproximarse a las víctimas del atentado.
Cuando se produjo el ataque, Aurora Intxausti trabajaba para El País y Juan Palomo, para Antena 3. Los etarras condenados tampoco podrán comunicarse con ellos y deberán indemnizarles con un total de más 320.000 euros.
La sentencia subraya que "es incuestionable el daño moral experimentado por ambas víctimas, pues se vieron gravemente atacadas en su propio domicilio, de una manera inesperada y con altas probabilidades de haber podido perder la vida, tanto la suya propia como la de su hijo que por aquel entonces tan solo tenía dieciocho meses de edad".
A raíz de estos hechos, ambos experimentaron un "fundado y explicable temor" a ser atacados de nuevo, motivo por el que abandonaron Euskadi. En cada ocasión que volvían, de hecho, tenían que contar con protección policial.
Ante el tribunal, Intxausti y Palomo narraron cómo vivieron el atentado y las consecuencias del mismo para sus vidas.
"Eran las ocho o las nueve. Yo salía antes y luego mi mujer salía con nuestro hijo, que tenía entonces un año y medio, para llevarle a la guardería e ir a trabajar. Abrí la puerta y sonó lo que a mí me pareció el sonido de un petardo. Y vi que en el suelo, en el felpudo, muy pegado a la puerta, había una maceta grande, enorme", recordó el periodista en el juicio.
Tras ello, relató cómo recomendó a su mujer que se alejara de la puerta de la vivienda y pusiera al niño a salvo. Ella resguardó al menor en una habitación y empezó a distraerle con juguetes.
Uno de los agentes de la Ertzaintza que acudió a la vivienda, alertado por Palomo, manifestó en la Audiencia Nacional que la explosión, de haberse producido, habría destrozado todo el piso.
"Aquello marcó toda nuestra vida", aseguró el reportero. "Cuatro [personas] para columpiar un niño... No era una vida sana para ningún bebé", explicó ante el tribunal Intxausti, en relación a los escoltas que les ofrecieron y sobre su decisión de abanar Euskadi junto a su hijo.