Acudir a un hospital y ser atendido por una doctora es muy habitual, ya que el número de mujeres que deciden estudiar medicina y ejercen es prácticamente igual al de hombres, según muestran los datos. Sin embargo, cuando se sube un escalón desde la parte asistencial a la gestión, la brecha de género es llamativa.
Las mujeres van rompiendo el 'techo de cristal' en el mundo de la ciencia y de la medicina. Pero de forma muy lenta y con un esfuerzo adicional al que tienen que hacer sus compañeros para demostrar méritos en campos tan difíciles como la investigación.
Con el objetivo de dar un impulso a la igualdad, Bristol Myers Squibb en colaboración con EL ESPAÑOL ha sentado a cuatro doctoras de solvente trayectoria en Mujer y Ciencia-Retos del papel de la mujer en medicina. Una mesa redonda en la que se puso de manifiesto que queda mucho por hacer para superar estereotipos, integrar a las mujeres en la toma de decisiones e, incluso, por lograr que las pacientes acudan a tiempo al médico.
Esto último no es baladí. La experiencia muestra que las mujeres suelen primar los cuidados de otros y, muchas veces, acuden tarde a consulta. En el cuidado de la salud, como en el del desempeño profesional, sigue siendo necesario empoderar.
Objetivo: la gestión
"En general, se ve a la mujer como alguien que está con el paciente, más que en la gestión. Llegar ahí es el reto. En la parte asistencial, no hay problema. Hay mujeres por doquier y no hay barreras. Las barreras están en la parte de arriba", afirma la doctora Celia Oreja-Guevara, jefa de sección de Neurología en el Hospital Clínico San Carlos.
"La mujer tiene que llegar a puestos como jefe de sección, jefe de servicio, coordinador de las unidades o de los institutos. En investigación, tiene que estar presente en los comités directivos donde se deciden los ensayos clínicos; en los comités de las revistas, como editores principales, o en los consejos que deciden las becas", añade Oreja-Guevara que como jefa de sección de un gran hospital en Madrid es un referente para muchas doctoras.
El techo de cristal
Su diagnóstico es compartido por sus compañeras de mesa. "Existe un techo de cristal que está ahí y un techo de cemento, que son las cargas que nos imponemos nosotras. Cuando estás sobrecargada, una de las primeras cosas a la que renuncias es a la investigación y a la docencia. Cumples con la parte asistencial, que es lo básico, pero empiezas a renunciar a cosas para las que no dispones de tiempo, explica la doctora María Guirado, Oncología Médica del Hospital General Universitario de Elche.
"Eso hace que en nuestra carrera profesional avancemos a ritmo de caracol, mientras los varones pueden avanzar a un ritmo mayor", concluye Guirado.
A esto se suman los estereotipos que siguen marcando la carrera profesional de las mujeres en el ámbito de la ciencia y de la medicina.
Demostrar más
"Desde la residencia, una mujer tiene que demostrar más. Que es más válida, que puede con todo. A las que nos gusta la investigación, alargamos la carrera y hacemos la tesis doctoral. Luego llega la edad fértil y te tienes que plantear si quieres tener hijos", describe Clara Bonanad, cardióloga clínica del Hospital Clínico Universitario de Valencia.
Es entonces, cuando llega el momento de la maternidad de las investigadoras, cuando se produce la brecha, reconoce Bonanad. Y esto ocurre, en buena medida, porque la investigación no forma parte de la jornada laboral, sino que se tiene que hacer en el tiempo libre, lo que hace que muchas grandes profesionales renuncien a ella y topan con el techo de cristal.
"Necesitamos que en el ámbito del hospital público se favorezca ese tiempo para la investigación que es lo que marca la diferencia entre un trabajo óptimo o de apagar fuegos", afirma la doctora Cristina Encinas, hematóloga del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
Encinas también considera clave que la mujer acceda a puestos de dirección y advierte que para llegar a ellos, "tiene que ser excepcionalmente buena, mientras que a ellos con ser válidos o buenos, les vale".
Romper estereotipos no es fácil, pero no por ello la sociedad debe conformarse con la percepción actual de papeles de género. De ahí que Encinas lance un claro mensaje desde esta mesa redonda: "Tenemos que aceptar más a las jefas como autoridad. Parece un tópico, pero es necesario".
Oreja-Guevara ilustra esta situación con su experiencia. "Tenía un compañero alto y hombre que trabajaba para mí. Parecía yo la enfermera y él, el doctor. Tenemos que concienciarnos de que una mujer puede ser la doctora y el chico, el enfermero. Y la mujer puede ser el jefe del equipo y el chico el adjunto", señala desde el Hospital Clínico San Carlos.
El futuro
Desde el Gregorio Marañón, Encinas lanza un mensaje de optimismo al afirmar que las más jóvenes "vienen pisando fuerte".
Ellas llegan con menos barreras que sus antecesoras, pero con el techo de cristal en el horizonte.
De ahí que desde esta mesa impulsada por Bristol Myers Squibb dentro de la iniciativa por la igualdad B-Now se recuerde la importancia de hacer networking femenino; la importancia de que las mujeres se ayuden unas a otras. Y también, la importancia de que las mujeres se pongan en valor.
Porque, como recuerdan las ponentes, "los hombres piden y nosotras, tenemos que aprender a pedir" para no ceder ese espacio que corresponde a tantas investigadoras por mérito, esfuerzo y resultados.