Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) una de cada siete personas jóvenes tiene algún problema de salud mental, una situación que se ha agravado con la pandemia. Es un tema fundamental para el Gobierno, pero hay mucho por hacer y aquí las nuevas tecnologías tienen mucho que aportar. Precisamente sobre este tema se ha hablado en una mesa redonda organizada por EL ESPAÑOL en colaboración con GINSO, la Asociación para la Gestión de la Integración Social.
Para empezar, hay que tener claro que la digitalización no ha venido a sustituir el trabajo de los profesionales (en este caso psicólogos y terapeutas fundamentalmente), pero sí que brinda una serie de herramientas que ayudan a mejorar el tratamiento con los pacientes y, sobre todo, nos pueden servir de cara a “nuestro sistema de salud, que está colapsado”, apuntaba en este debate bajo el título ‘Actuar en digital: La realidad virtual aplicada a programas terapéuticos con menores’ Lucía Halty Barrutieta, directora de la cátedra de Innovación y Salud Mental Digital en la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE.
España se sitúa como el país europeo con mayor prevalencia de problemas de salud mental entre niños y adolescentes, según Unicef. La predisposición de muchos de ellos se ha acrecentado con la pandemia y ahora, años después, presentan más ansiedad, depresiones, autolesiones y conductas suicidas. Estamos hablando de un aumento de hasta el 47% en los trastornos de salud mental de los menores. Pero al menos, y desde hace unos años, hay más apertura de mente con respecto a estas patologías, ya no son un tabú como antes: “Desde hace unos años hasta ahora se ha avanzado en que se puede comunicar mejor el sufrimiento y eso es una oportunidad, podemos responder a esto como sociedad”, apuntaba David Roncero Villarreal, profesor de Psicología en la Universidad Francisco de Vitoria.
Poder expresarlo en el núcleo familiar, por ejemplo, es esencial para ayudar a estos menores, ya que los allegados sufren igualmente y en algunos casos se sienten impotentes ante determinadas conductas. Como continuaba David Roncero, “en algunos casos los problemas de los menores pueden derivar en ansiedad o tristeza y, en otras ocasiones, proyectan daño a los demás y repercute en el entorno. Es importante atender a estos problemas porque es un beneficio para la sociedad en su conjunto”.
Nuevos recursos para abordar conductas y emociones
La tecnología, pues, está llegando al ámbito de la salud mental como herramienta clave para acompañar en el tratamiento de estas patologías. Carlos Benedicto, director del área de Proyectos, Estudios e Innovación y Coordinador Técnico de centros de GINSO, enumeraba algunas de las soluciones en este sentido que se están aplicando ya con beneficios probados: “Es un ámbito tremendamente dinámico. Hay nuevas formas de abordaje desde hace años como la terapia online, por ejemplo. Estas soluciones digitales nos permiten mejorar y seguir ayudando a nuestros pacientes. Igualmente hay desarrollos donde el paciente puede disponer de recursos como unas primeras nociones para afrontar el malestar… Y la realidad virtual que se está desarrollando y que nos permite poner en juego una realidad accesible que de otra manera no lo sería. Trabajamos con una persona en una situación difícil, intercambiamos roles y las posibilidades son inmensas”.
El funcionamiento de la realidad virtual es el siguiente: partiendo de un perfil de usuarios que son menores con problemas de conductas agresivas y a través de un contexto virtual, “hay una inmersión del chaval en una situación concreta y el profesional va a estar viendo sus reacciones a través de una tablet para luego descomponer ese contexto, donde va a tener diferentes fases de esa conducta agresiva (…) También añadimos marcadores para la frecuencia cardiaca, por ejemplo”, continuaba.
Eso sí, aunque los avances en esta materia son más que bienvenidos, el uso de las tecnologías también entraña sus riesgos y de ahí la demanda por parte de los ponentes de una regulación urgente, como aclaraba Lucía Halty: “Ocho de cada 10 jóvenes acuden a medios digitales para informarse sobre su salud mental y tiene sus riesgos y ventajas. Ventaja es que pueden acceder a esa información y el riesgo es que no siempre todo lo digital es bueno”. Y es que de las más de 10.000 aplicaciones de autoayuda relacionadas con la salud mental en el mundo, solo 35 tienen un aval científico: “Hace falta regulación y que el Gobierno se meta en eso. No hay nada de plan de salud mental digital (…) Se tiene que convertir en un prescriptor”, concluía. A lo que David Roncero añadía con respecto a estas nuevas herramientas digitales que “es importante que se basen en modelos teóricos que sean sólidos y que sean un complemento a terapias que se han demostrado que son eficaces (…) Falta regulación e investigación”.
¿Sirven estas técnicas para trabajar las emociones de los menores?
Como afirmaba Sergio Ponz Belenguer, Desarrollo de Negocio en INNOVAE, “hay que justificar los beneficios que tiene la realidad virtual para aplicarla”. Para ellos, aclaraba, tiene que haber “un experto de GINSO, quien está acostumbrado a hacer esos procedimientos con menores, un profesional que identifique y sepa qué hacer con el paciente y así lo trasladamos a un entorno virtual”.
Ante la pregunta de si son útiles estas nuevas técnicas, y según Carlos Benedicto, “sirven para identificar emociones, para trabajar sobre su propio reconocimiento emocional ante determinadas situaciones que podemos provocar… y, así, les damos las herramientas para mejorar (…) Por eso nosotros pensamos que la eficacia será igual o superior que la de las técnicas convencionales”. Además, un factor esencial a tener en cuenta a diferencia de las generaciones anteriores, es que estos menores “están muy familiarizados con un entorno digital, son más nativos digitales y se manejan mejor”, opinión que comparten el resto de los ponentes, a lo que se une el factor motivador: “A nivel motivacional cuando les das a los chavales realidad virtual les cambian los ojos", destacaba Sergio Ponz. Y, más concretamente, “la persona va a estar viviendo situaciones mucho más parecidas a las de la vida real así que el proceso de aprendizaje se espera que sea más rápido y trabajar con realidad virtual también puede ser un factor motivador para ellos y eso redundará en mayor efectividad”, añadía David Roncero.
Pero no solo se trata de desarrollar aplicaciones, ya que son meras herramientas, sino de la participación de todos los implicados para que redunde en mayores beneficios. Como decía Lucía Halty, “el problema es que muchos de los desarrolladores no son expertos en el campo de la salud mental” así que tener un proyecto entre manos que integre también expertos psicólogos “es estupendo”. De ahí la importancia también de la formación: “Hay que darle una vuelta a la formación de los futuros psicólogos porque para que esto se aplique se lo tiene que creer el propio profesional (…) Desde la universidad hay que dar esos pasos”, destacaba Lucía Halty.
Formación que también es esencial para las familias, menos familiarizadas con las nuevas tecnologías. Carlos Benedicto lo explicaba muy claramente: “No podemos intervenir con ningún menor olvidándonos de las familias”. A veces aportan y otras no. “Gran parte de la patología tiene que ver con cómo educamos nosotros y cómo es el entorno en el que se cría (…) Aquí también entraría en formar a las familias: la portabilidad (hacer más accesible la terapia) y que vean que la tecnología tiene una parte que debemos usar en positivo”. Además, “el establecer buenas relaciones con la familia no puede empezar cuando tienen 15 años; hay que escuchar al niño o la niña lo que tiene que decir para que en la adolescencia esa comunicación ya esté establecida”, destacaba David Roncero.
Unas bases esenciales que hay que establecer para, después, poder mirar a futuro y aplicar las tecnologías de forma correcta y efectiva. En este sentido, y como apuntaba Sergio Ponz, “lo último que ha llegado es la Inteligencia Artificial que ya estamos empezando a aplicar a nivel investigación” y, como concluía Lucía Halty, “hay un problema muy grande tanto en número de jóvenes que están mal como en los recursos de asistencia sanitaria. El elemento que puede hacer que se democratice la salud mental es el tecnológico. Estos chicos no podrían llegar a tener nunca unas gafas de realidad virtual” así que “otra cosa fundamental es que se puedan financiar proyectos así porque son proyectos caros”.
“Actuar el digital” es un proyecto financiado por el Fondo Europeo de Recuperación, Transformación y Resiliencias a través del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.