De izquierda a derecha: Gonzalo Salafranca (Philip Morris Spain), Eduardo Ortega (EL ESPAÑOL), Pilar Galán (KPMG Abogados) e Iván Jaenés (Osborne).

De izquierda a derecha: Gonzalo Salafranca (Philip Morris Spain), Eduardo Ortega (EL ESPAÑOL), Pilar Galán (KPMG Abogados) e Iván Jaenés (Osborne). Laura Mateo - E.E

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¿Puede la regulación llegar a alcanzar a la innovación?

“La colaboración público-privada es esencial como herramienta para superar los obstáculos y avanzar de manera rápida y eficiente hacia la buena regulación”, afirma Gonzalo Salafranca, director de Relaciones Institucionales de Philip Morris Spain.

22 diciembre, 2023 10:14

La administración actual debe incluir en su agenda la innovación para enfrentarse a los retos del siglo XXI y, también, a la revolución tecnológica, que avanza a ritmos vertiginosos. Las Tecnologías de la Información, la robótica o la Inteligencia Artificial son claves en este proceso de cambio y, por ello, tanto la administración como las empresas privadas deben ser ágiles, rápidas y flexibles a la hora de subirse al carro. No solo se trata de estar al día con estos conceptos, si no también de que las regulaciones sean capaces de encaminar estas innovaciones, ya que, muchas veces, la normativa va por detrás.

Los retos en la regulación del S.XXI

De esto hemos hablado en una mesa redonda sobre los Retos de la Regulación en el Siglo XXI organizada por EL ESPAÑOL en colaboración con Philip Morris Spain. Una compañía tabaquera que está desarrollando una de las transformaciones más palpables en la industria, tal y como explicaba Gonzalo Salafranca, director de Relaciones Institucionales de Philip Morris: “estamos inmersos en una transformación desde hace más de una década en la que buscamos ofrecer a los fumadores adultos productos que supongan una mejor alternativa al producto tradicional, que es el cigarrillo.

Partiendo de que la combustión y el humo son la causa de las enfermedades ligadas al tabaquismo, nuestra apuesta es ofrecer a esos fumadores alternativas sin combustión ni humo que supongan un menor impacto en la salud”. En los casos donde la innovación va por delante de la regulación, Salafranca señalaba que, en el caso del sector del tabaco, “no se debería aplicar una regulación del siglo XX a productos del siglo XXI, sino que ésta debería tener en cuenta la ciencia y el perfil de riesgo de cada producto, de forma que sea proporcional y diferenciada”.

Sin esa regulación, tanto el ciudadano como el producto se encuentran desprotegidos en un mundo que cada vez evoluciona más rápido. Esto es algo que también experimenta el sector financiero, como indicaba Pilar Galán, socia responsable del departamento de Servicios Financieros de Legal de KPMG Abogados, en su intervención de arranque de esta mesa redonda. “El regulador europeo tiene un reto muy importante porque, en general, la innovación financiera está yendo más deprisa que la regulación en general (…) Lo que está intentando el regulador europeo es sentar las bases que sirvan para el desarrollo de esa Innovación teniendo en cuenta que es imposible prever cómo va a evolucionar todo. Sí que es verdad que esa flexibilidad está funcionando en el ámbito de pagos, por ejemplo”.

Pilar Galán, socia responsable del departamento de Servicios Financieros de Legal en KPMG Abogados

Pilar Galán, socia responsable del departamento de Servicios Financieros de Legal en KPMG Abogados Laura Mateo - E.E

En el caso particular de Iván Jaenés, director de asesoría jurídica de Osborne y ponente de esta mesa redonda sucede lo mismo. Sin embargo, el sector agroalimentario es aún más complejo, dado que existe una multiplicidad de productos distintos, cada uno con sus particularidades. “El sector agroalimentario en general no ha estado muy regulado, pero de un tiempo a esta parte, sí, a consecuencia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, por ejemplo”. Este tema “nos obliga a estar cambiando constantemente”, como ocurre en el caso de los envases y del etiquetado; lo que “complica bastante”.

Colaboración público-privada

Una vez que las empresas llegan a determinada innovación después del consecuente trabajo e investigación, ¿es necesaria la colaboración público-privada para lograrlo? “La colaboración público-privada es esencial como herramienta para superar los obstáculos y para avanzar de manera rápida y eficiente hacia una buena regulación”, afirmaba Salafranca. “Nuestra ambición es dejar de comercializar cigarrillos para dedicarnos únicamente a los productos sin combustión, pero esto es algo que nosotros solos no podemos lograr.

Necesitamos contar con otros actores relevantes de la sociedad, desde la comunidad científica hasta el propio regulador”, explicaba. En su intervención destacaba la labor de Reino Unido como ejemplo en su sector: “Desde el propio Public Health England se ha apostado por complementar las políticas tradicionales [cesación y prevención] en materia de tabaquismo con un principio adicional pragmático que es que, el que no lo va a dejar, que utilice un producto que le haga menos daño”;  en este caso, el vapeo.

Iván Jaenés, director de asesoría jurídica de Osborne

Iván Jaenés, director de asesoría jurídica de Osborne Laura Mateo - E.E

En la industria agroalimentaria, como apuntábamos, es distinto por esa multiplicidad de reguladores, y, como decía el director de asesoría jurídica de Osborne, “sí que demandamos un poco más de colaboración por parte de las administraciones en cuanto a la toma en consideración de los diferentes organismos y agentes de la cadena alimentaria”. La regulación tiene que ser “en beneficio de los consumidores, pero también, real y asumible por parte de los operadores”. Y continuaba: “Nosotros tenemos buenas experiencias de las colaboraciones público y privadas (…) Sobre todo colaboramos en investigación de cara a que esa regulación futura sea buena para todo el sector”.

Ejemplos a seguir

Tomar de ejemplo la buena acción de otros países en esta colaboración público-privada siempre es una buena guía. Pilar Galán destacaba en el ámbito europeo “por ser pionero en temas de sandbox de colaboración en Reino Unido”. Pero en España “somos quizá un poco más burocráticos y no nos facilita tanto la innovación. Es más encorsetado, más procedimental que en otros países. Pero está mejorando mucho”.

Gonzalo Salafranca, director de Relaciones Institucionales de Philip Morris Spain

Gonzalo Salafranca, director de Relaciones Institucionales de Philip Morris Spain Laura Mateo - E.E

Entre las innovaciones del sector tabaquero nos encontramos ahora con, por un lado, el tabaco calentado y, por otro, el cigarrillo electrónico, ambos productos sin humo con necesidades regulatorias distintas a las del cigarrillo de toda la vida. A este respecto, el portavoz de Philip Morris señalaba como ejemplo a la FDA (Agencia Americana de Medicamentos y Alimentos): “La FDA es un ejemplo pionero en cómo regula los productos de tabaco calentado sobre la base de la evidencia científica. La conclusión, por ejemplo, en el caso de nuestro producto es que, después de un análisis muy riguroso de varios años sobre la ciencia que hay detrás; en 2020, la FDA autorizó la comercialización de este producto en Estados Unidos como un producto de tabaco de riesgo modificado por su menor exposición”, explicaba su director de Relaciones Institucionales.

Por su parte, Iván Jaenés, destacaba (siempre a nivel federal y no estatal) también a Estados Unidos: “Nos llevan la delantera en todo lo que se refiere a regulación”. Siempre teniendo en cuenta que “en el sector agro es muy complicado, ya que, al final, te estás enfrentando a un producto que estás poniendo en el mercado para todos los consumidores y tiene sus complejidades a la hora de la elaboración: que sea un producto sostenible, saludable, que no cause ningún daño a la salud pública…” Y en el caso de Europa nadie te controla previamente hasta después de ponerlo en el mercado y las consecuentes inspecciones: “Aquí depende más de la responsabilidad individual de cada productor; hay una norma y hay que cumplirla, pero no hay nadie al que le hayan tenido que hacer un registro sanitario previo de ese producto”.

De izquierda a derecha: Gonzalo Salafranca, Eduardo Ortega, Pilar Galán e Iván Jaenés

De izquierda a derecha: Gonzalo Salafranca, Eduardo Ortega, Pilar Galán e Iván Jaenés Laura Mateo - E.E

Dicho esto, y ya mirando hacia delante, Iván Jaenés, ponía su ejemplo de cara al futuro en la regulación de los productos basándose en la prevención: “En el sector agroalimentario lo que tratamos de hacer es adelantarnos a ese cambio que está por venir y promoverlo nosotros internamente a través de las asociaciones”. Mientras, Pilar Galán compartía su opinión desde el punto de vista del sector financiero: “Tenemos el tema del uso ético de la tecnología, la protección de datos y cómo va a evolucionar la propia tecnología, así que el segundo reto sería el de de avanzar con toda esta complejidad normativa y con cierta seguridad jurídica, tanto de criterio como de fácil apertura por parte del regulador o del sector público”.

Para terminar y mirando siempre al futuro, Gonzalo Salafranca apelaba a la acción: “En mi sector el reto principal es poner la ciencia en el centro del debate y conseguir que el famoso principio de precaución no conlleve a un principio de inacción” y señalaba, “no buscamos que la gente o el regulador nos crea, sino que desarrollen su propia evidencia científica y puedan ver por sí mismos cómo estas alternativas podrían contribuir a abordar el problema de salud pública que supone fumar hoy en día”.

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