"La Agenda 2030 es una hoja de ruta, un documento que ha sido consensuado con prácticamente todos los países del mundo hasta la última coma en la última palabra". Con estas palabras ha dado comienzo Josefa de León, directora de Competitividad Estratégica en Agroamb Prodalt SL, a la mesa redonda sobre las grandes empresas gallegas y los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) del III Foro Económico Español 'La Galicia que viene', coorganizado por EL ESPAÑOL, Invertia, Quincemil y Trentayseis celebrado en A Coruña.
La también vocal del Comité Ejecutivo del Pacto Mundial de Naciones Unidas España ha querido remarcar que la Agenda 2030 es un texto "muy bonito", pues demuestra la voluntad de los países para construir un futuro común. Este documento, ha remarcado Sonia Hernández Barrado, gerente de Modelo y Planes de Sostenibilidad de la Dirección de Sostenibilidad de Repsol, puso un reto al sector privado: incorporarla a la cultura de la propia empresa.
Ricardo Castro, director de Calidad y Medio Ambiente de Vegalsa-Eroski, ha recordado que, él que lleva "solo" 24 años en su compañía, ya recuerda que en el año 2007 había "inquietud" en la empresa para con la sostenibilidad. Incluso antes de que se utilizase ese término o de que se acuñase la Agenda 2030 o los ODS.
El "tema regulatorio" también ha centrado la conversación. Ha sido María García Cabeza, coordinadora de Sostenibilidad de Abanca, la que la ha introducido en la mesa. La normativa europea, ha dicho, ya pide que introduzcan determinados aspectos tanto a nivel medioambiental como social. Por tanto, las empresas que ya tengan un plan de transición y de descarbonización irán un paso por delante.
García Cabeza ha recordado que las grandes empresas serán las que "arrastren" a su cadena de valor y, por tanto, cambien también los ecosistemas de las pequeñas y medianas empresas.
Contribuir sin estar obligados
La Agenda 2030 no es una normativa de obligado cumplimiento, ha recordado De León. Y García Cabeza ha insistido en que, aunque no lo sea, es clave para que las empresas demuestren su "compromiso con su propia comunidad" al igual que con "la protección del medioambiente donde se opera".
De León, además, ha querido recordar que Pacto Mundial —de quien forman parte tanto Repsol como Abanca— es la primera iniciativa de Naciones Unidas que incluye al sector privado, a las empresas, y no solo a los gobiernos.
Cambiar el modelo de negocio
Hernández Barrado ha hecho hincapié en cómo desde Repsol están fagocitando "una transición" para incorporar otros combustibles que no tengan origen fósil. Especialmente, ha dicho, quieren facilitar la descarbonización de esos sectores, especialmente dentro de los transportes, que no sean electrificables.
Castro, por su parte, ha hecho referencia a cómo desde las pymes, al igual que las grandes empresas, del sector alimentario, por ejemplo, se puede trabajar en la reducción del desperdicio. Un pilar fundamental para transformar la sociedad y la economía para que sean más sostenibles.
"Poner a trabajar en el desperdicio cuando has acabado de vender el producto es hacer una cabaña con los restos de un naufragio", ha comentado el director de Calidad y Medio Ambiente de Vegalsa-Eroski. Porque, ha dicho, "te vale para sobrevivir, pero no te saca del problema". Por eso ellos hablan de desperdicio alimentario desde el minuto cero, es decir, desde el primer proveedor.
Las empresas, han recordado los participantes en la mesa, son una pieza clave para que la hoja de ruta que es la Agenda 2030 se cumpla. Muchas, además, llevan años con la sostenibilidad como parte "intrínseca de su ADN", pero no son consciente de ello. Especialmente, han dicho, las pymes.