El impuesto a las empresas energéticas sigue en el aire. Pese a haberse quedado fuera de la reforma fiscal, el Gobierno y varios partidos políticos insisten en mantener esta figura fiscal durante los próximos años.
Sin embargo, Pedro J. Ramírez, presidente de EL ESPAÑOL, considera que "colocar al conjunto del sector energético en la picota de la demagogia fiscal" es una "irresponsabilidad".
"Me resulta insoportable que, día tras día, debate tras debate, negociación al filo de la ruptura tras negociación al filo de la ruptura, el foco de la sospecha y de la voracidad fiscal se coloque machaconamente sobre el sector cuyo vigor y cuya capacidad de inversión e innovación resultan más críticos para el bienestar de los españoles", ha añadido.
Ramírez se opone a "gravámenes caprichosos sobre un sector específico, con el pretexto de una bonanza que puede ser coyuntural" y a "los eslóganes baratos del estilo de los beneficios caídos del cielo, como si los análisis empresariales fueran memes de Tik-Tok".
El tributo le parece "abusivo, desestabilizador y hasta despótico", dado que se trata de un impuesto extraordinario que se convierte en ordinario. Además, critica que "un impuesto de estas características encarezca la factura de la luz, destruya empleos industriales y lastre nuestra competitividad como país".
"Basta ya de tratar a las empresas energéticas como si traficaran con armas o sustancias estupefacientes", ha enfatizado el presidente y director de EL ESPAÑOL. "Basta ya de ardides y tretas para engañar a todos al mismos tiempo y mantener de forma vergonzante un impuesto que tal vez se pagará o no según cómo caigan los dados de cada combinación parlamentaria y exención autonómica".
Ramírez aborda estas cuestiones durante la bienvenida del I Observatorio de la Energía, organizado por EL ESPAÑOL e Invertia. Durante esta intervención, ha destacado que "no hay mejores síntomas del dinamismo y el progreso de una sociedad que los de su sector energético. Porque la energía es la fuente de la libertad individual, del desarrollo industrial y de la prosperidad comercial".
"Vamos a empeñarnos en que nadie vea al sector energético con una perspectiva miope meramente finalista", ha indicado. "Porque la electricidad se produce para algo. Porque los combustibles se utilizan para algo. Porque el valor añadido de lo que producís se multiplica exponencialmente al final de la cadena de distribución en todas las actividades humanas".
"No es idealismo ingenuo. Esto es lo realista, esto es lo que hay. España cuenta con el sol y el viento entre sus riquezas naturales. También con el genio del emprendimiento. Por eso somos líderes en energías renovables, en hidrógeno verde, y debemos pedir a todas las administraciones que agilicen los procesos para impulsar los nuevos proyectos de fotovoltaica, eólica o eólica marina", ha expuesto.
"El objetivo de la humanidad, del mundo desarrollado, de la Unión Europea y por supuesto de España, a través de nuestro Plan Nacional (PNIEC), es el de la descarbonización", ha recordado. "Pero una descarbonización al servicio de un desarrollo industrial que impulse la autonomía estratégica europea, tal y como se plantea concienzudamente en el informe Draghi".
"Y no hay un único camino hacia esas metas. Junto a la electrificación, debemos impulsar todas las demás tecnologías de transición hacia una energía verde, pensando tanto en el respaldo como en el almacenamiento que garanticen la continuidad del suministro".
"Me refiero por supuesto al gas, a los ciclos combinados, al hidrógeno verde, donde tenemos una posición de liderazgo, a los biocombustibles y combustibles sintéticos, pero también a la energía nuclear", ha enfatizado. "No podemos renunciar a esa fuente de energía limpia, segura y barata por mor de un fundamentalismo caduco, arrumbado ya en la mayoría de los países de nuestro entorno".
"No podemos negar que la descarbonización sigue exigiendo una enorme determinación política muy firme e inversiones descomunales. Pero, según el reciente cálculo de The Economist, el abaratamiento de la tecnología y la aceleración del crecimiento fruto de las energías limpias, permite limitar esa factura al 1% del PIB de todos los países de la Tierra. Algo que produce a la vez vértigo y entusiasmo".