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Las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos dejaron un resultado que, a priori, podría preocupar a las compañías energéticas renovables europeas presentes allí. Salió victorioso el republicano Donald Trump, que a partir de enero comenzará su segundo mandato como presidente de la mayor economía del mundo.

Por todos es sabido que Trump, a tenor de los nombramientos que ha anunciado, como el del futuro Secretario de Energía, Chris Wright (fundador de Liberty Energy, suministradora de equipos y servicios para el fracking), está más volcado con las energías fósiles, esto es, con el petróleo y el gas. Sin embargo, no todo tiene por qué ser negativo para el sector de las renovables.

“Trump no es un candidato prorrenovables, pero los pilares del mercado renovable en EEUU siguen puestos. Hay una fuerte demanda para este mercado que tiene que ser satisfecha. Los grandes consumidores como Amazon o Google tienen la necesidad de que su consumo sea renovable”, ha tranquilizado Carlos Piñar, director general de Elmya, durante el I Observatorio de la Energía de EL ESPAÑOL e Invertia.

9. Carlos Piñar, director general de Elmya

Según el experto, “el mercado americano, si algo tiene, es volumen y crecimiento”. De hecho, ha recordado que “las proyecciones de crecimiento renovable son enormes, el segundo mercado tras China, y plantean conectar de 230 a 240 GW de aquí a 2030”.

Por tanto, confía el responsable de Elmya, “las tres principales tecnologías -eólica, fotovoltaica y almacenamiento- tienen las bases para seguir creciendo en EEUU”. En su opinión, se trata de “tecnologías fiables, competitivas a nivel de coste y estables a largo plazo”.

Y es que la infraestructura y burocracia estadounidenses favorecen a las renovables. Allí hay nueve operadores de red, mientras que, por ejemplo en España, sólo está Redeia (la antigua Red Eléctrica).

“Lo único que tiene que hacer el país a nivel técnico es optimizar una red de distribución y transporte de energía de matriz petróleo y gas a matriz renovable. Pero son decisiones a nivel estatal y la entrada de Trump no debería suponer un hándicap”, cree Piñar.

Además, en EEUU tienen claro los beneficios potenciales de la nueva economía con respecto a las energías renovables. Comparativamente, “en Europa hemos hecho los deberes en producción de energía renovable, pero tenemos que poner el foco en la demanda. En España, aún nos peleamos por si centros de datos, sí o no, mientras que en EEUU ya han dado por sentado que son fundamentales para la nueva economía. Y como ellos, hay sectores que están muy atentos para conectarse”. Todos ellos precisan o precisarán de nuevas fuentes de energía limpias y sostenibles.

Y ni la mentalidad fósil de Trump podrá acabar con eso. “La política arancelaria podría impactar al sector si las declaraciones de Trump hacen efecto, pero no lo harán, porque perjudicaría a las propias compañías de EEUU y a los consumidores”, se atreve a pensar Piñar.