La ampliación de las capacidades productivas de un país es crucial para el progreso social. Aquí entra el concepto de cooperación internacional, que ha evolucionado desde una visión asistencial y de trasvase de fondos a una actuación que siembre el progreso en las comunidades locales a partir del desarrollo de su tejido productivo. Así, la cooperación internacional ahora se enfoca en impulsar el desarrollo económico local y crear empleo. Esto implica proyectos que no solo proporcionan financiamiento inicial, sino que también generan ingresos a largo plazo. Mejorar los recursos locales como el acceso a electricidad y agua de calidad no solo beneficia las condiciones de vida, sino que también estimula la actividad económica local de manera inmediata. De todo esto, de los retos de futuro, de cómo mejorar los recursos productivos de las comunidades locales, que crea una espiral de progreso, de avance en las condiciones de vida, pero también social, se ha hablado en la mesa redonda de EL ESPAÑOL en colaboración con ACCIONA ‘Cooperación para el progreso: Impulsando el desarrollo productivo’.
Una de las primeras claves se sitúa en impulsar fuerzas económicas en vez de en donar: “En los servicios básicos como el agua y la energía es donde empieza todo, pero no tiene sentido la donación de paneles si hay un problema de mantenimiento o hay que cambiar una batería en cinco años. Por eso apoyarnos en el tejido productivo local es fundamental, así como aumentar la capacidad económica de las personas”, afirmaba Laércio Santos, gerente de Agua y Saneamiento en Acciona.org, The Energy & Water Foundation.
En este sentido, Agapito Ledezma Espino, profesor titular de Ingeniería Informática, subdirector del Máster en Inteligencia Artificial de la Universidad Carlos III, añadía la importancia de la formación allí donde se opera: “Tiene que haber personal capacitado localmente por si surge algún problema”. Mientras Blanca Calleja Valls, responsable de programas y proyectos para las delegaciones de Filipinas, Ecuador, Guatemala y Nicaragua de CODESPA, explicaba la importancia de impulsar en vez de dar.
“No solo es el apoyo económico”, reiteraba Blanca Calleja, “desde CODESPA lo que hacemos es facilitar el acceso a la financiación, pero si no se da capacitación, asistencia técnica o traspaso de tecnología, las personas que están más vulnerables se van a quedar fuera”. Además de que, en el caso de las tecnologías, “pueden ahorrar mucho tiempo, pero ¿sabemos explotar las capacidades de estas técnicas en estos ámbitos? El problema no es el acceso a las tecnologías, es el uso (…) Generar esa capacidad de explotar esa tecnología existente”, decía Agapito Ledezma. Y, por ejemplo, “el uso de la Inteligencia Artificial está siendo muy polémico, sobre todo si puede aumentar esa brecha (…) Nosotros sí que hemos usado ese tipo de herramientas (la microrobótica) para la formación de niños y en personas con discapacidad que no tenían recursos de audio, por ejemplo”.
Iniciativas que están dando sus frutos como en el caso de los datos que ofrecía Laércio Santos: “130.000 personas se ven beneficiadas durante 15 años por servicios de energía, de agua y saneamiento”. Pero ¿cuándo o cuánto tarda en traducirse en un avance económico, en una mejora del PIB? Para empezar, “para ellos, al ser poblaciones aisladas y sin expectativas de acceder a esos servicios, el impacto en la comunidad siempre es enorme”, continuaba. “Hay impactos directos rápidos en la economía. Nosotros dependemos del emprendedor local y cuando comenzamos un proyecto siempre y rápidamente tenemos en cuenta, por ejemplo, a un emprendedor que tiene un comercio y quiera ser parte de este proyecto. Esto es un impacto rápido y directo. Pero hay otros indirectos más a largo plazo como la educación o la salud”.
Blanca Calleja fue un poco más allá: “El cuánto tiempo depende de cuál sea tu ambición, normalmente de los proyectos de cooperación de gran impacto hay un mínimo de dos a cuatro años, pero hay un factor importante que es la escalabilidad (…) A lo mejor si lo miramos en ocho años, lo que has trabajado los dos o tres años primeros con un grupo concreto de personas beneficiarias, en los dos siguientes ya los estás escalando a un nivel de desarrollo y a la vez estás incorporando a personas que no estaban participando”.
Apoyo económico, institucional y social
Cierto es que con la crisis financiera que hubo en España hace unos años, las ayudas al desarrollo se vieron consecuentemente disminuidas. Fue un punto de inflexión importante en este sector donde al disminuir los fondos públicos españoles, “muchas ONGs miraron otros fondos como son los europeos”, matizaba Blanca Calleja. Y añadía: “Creemos en las alianzas público privadas, que son la clave especialmente en momentos de crisis que es cuando todavía tienes que ser más eficiente y más cauteloso con la gestión de los fondos”. De hecho, y respecto a la financiación privada, una pata importante en los últimos 10 años según los tres ponentes.
Una vez aclarado el tema de los fondos y ya metidos en materia en los diferentes territorios, ¿hay apoyo por parte de las instituciones de esos países receptores? Cuestión que, a priori, también puede suponer una traba. La clave, como todos coincidieron, está en hacerlos parte del proyecto desde su formulación. En el caso de Agapito Ledezma está claro: “Nuestros socios se adueñan del proyecto desde el inicio porque los modelos importados no son la solución. Desde la formulación del proyecto se implica a todos (…) Para nosotros es fundamental tener buenos socios y establecer una relación de confianza”. Laércio Santos incidía en que “son proyectos sociales y es fundamental que estén alineados con los deseos de la población, las estrategias del poder público local, que la gente participe y que las instituciones tengan la capacidad., si no, no sale adelante el proyecto”.
Lo mismo sucede en España, donde igualmente están trabajando, ya que, como continuaba el gerente de Agua y Saneamiento en Acciona.org, “una de las brechas que tenemos nosotros en el país es que hay familias vulnerables que no pueden afrontar el coste de la energía. Estamos abordando también esa pobreza energética cercana.
Para Laercio, es fundamental forjar alianzas, trabajar en equipo y conseguir la implicación por parte de todos los actores. Se trata de un círculo virtuoso…“Tiene que ser un enfoque integral y ese círculo va a tener impacto cuando desde diferentes actores hacemos ese desarrollo integral; cuando el tejido productivo se genere y se desarrolle va a tener impacto en el sector agua, electricidad, tecnológico, formación, en la innovación… (…) Todo es un círculo que lo podemos llevar de lo micro a lo macro”.
Laércio Santos considera, además y a modo de conclusión, que “para ellos es fundamental fomentar los servicios básicos sostenibles de largo plazo, el apoyo institucional local y el apoyo de organizaciones de alta capacidad productiva, que tengan vocación de permanencia”. Agapito Ledezma, por su parte, destacaba el concepto de “cooperación, que no se difumine en los objetivos de desarrollo sostenible, así como el papel de las universidades, esa transferencia de conocimiento, y las fuentes de financiación”. Blanca añadía, por último, la importancia de “las estrategias sostenibles y las alianzas” como esenciales.