Nadie discrepa del diagnóstico: la innovación tecnológica abre las puertas a los tratamientos del futuro y la mejora de la salud. También se está de acuerdo, sin embargo, en que no llega al paciente todo lo rápido que se desearía; en realidad, muchas veces se aparece "a trompicones".
Es una de las conclusiones del debate sobre los retos de la innovación tecnológica en la salud, celebrado en la jornada inaugural del IV Simposio del Observatorio de la Sanidad, organizado por EL ESPAÑOL e Invertia.
¿Y cuáles son esos retos? Desde el pleno desarrollo de la Inteligencia Artificial, a la descarbonización de la industria sanitaria -que produce el 5% de emisiones de CO2- o la exploración de innovación disruptiva, han ido enumerado Alberto Martínez, director general de Siemens Healthineers; Juan Carlos Gil, director general de Moderna para España y Portugal y Ignacio López Parrilla, director de Relaciones Institucionales de Philips Ibérica.
Aunque todo ello con un objetivo "básico" que ha remarcado Óscar M. Jordán, gerente de Hersill: "curar la salud de la gente". "A veces pensamos en la tecnología como algo frío. Los médicos están en la primera línea con las personas, pero la tecnología está detrás. La tecnología médica es poco conocida por el gran público", ha señalado.
Ese desconocimiento es especialmente acentuado cuando se trata de las últimas novedades tecnológicas, que llegan "a trompicones", ha admitido López Parrilla. "Si no se mantiene una actualización permanente, la siguiente vez que el paciente vaya a hacerse una resonancia lo hará en un equipo instalado hace más años", ha ejemplificado.
Es una circunstancia que podría evitarse, ha apuntado, si la ley de contratos con la administración pública evolucionase hacia "un modelo de compra por disponibilidad de actualización", haciendo además énfasis en eliminar la desigualdad que en tecnología estructural hay en las diferentes comunidades autónomas, y que se debe a que "el flujo de inversiones se ha desviado".
"Debería haber un registro semipúblico" de esa tecnología, ha lanzado, así como "un modelo que asegure que mantenemos niveles similares" entre territorios.
Algo más "pesimista" se ha confesado durante la conversación Jordán. "Siempre he dicho que para llegar al paciente las tecnologías tienen que industrializarse y comercializarse. Esto parece muy prosaico, pero es así. Para beneficiar a los pacientes tiene que haber una industria detrás que tenga esas capacidades", ha sostenido.
Y mientras a nivel global la potencia de la industria médica hace que los pacientes "puedan sentirse seguros", más complejo es el escenario nacional. "Quisiera hablar de las ideas españolas. ¿Qué pasa con ellas? Creo que lo tienen muy difícil. Hay que tejer una colaboración entre médicos, gente que tiene ideas, los que tienen conocimiento y capacidades en las universidades y las empresas. Y ese tejido en España no está construido todo lo potente que debería", ha afirmado.
¿Falta entonces colaboración público-privada? "Por supuesto", ha asegurado Martínez. "Hace falta innovación y la cuestión es si llega a la velocidad suficiente, si todo acaba aterrizando", ha comentado.
Una dificultad para lograrlo está en los numerosos ciclos que se viven en nuestro país, tanto políticos como económicos. "La colaboración tiene que dar ese toque de agilidad", ha sugerido.
Y todo ello sin olvidar que es importante dar sostenibilidad a la inversión tecnológica, un punto en el que ha incidido Gil, que ha subrayado que en Moderna tienen el objetivo de incorporar la innovación, sea la que sea, "de forma inmediata a los pacientes".
"España es un país donde nuestra capacidad para generar talento, nuestra seguridad destaca. La Comunidad de Madrid está siendo un agujero negro de atracción de talento en la producción tecnológica. También un centro donde invertir. Creo que simplemente un punto que necesitamos es cómo podemos garantizar la sostenibilidad de esta inversión. Cuidamos poco esa inversión. Es más fácil mantenerla en otros países", ha advertido.