La cumbre de la OTAN en la que España encontró su lugar en el mundo
Excelentísimo señor ministro de Asuntos Exteriores, autoridades, amigos.
Mi generación tiene plena conciencia de haber vivido grandes acontecimientos históricos desde la muerte del dictador, las primeras elecciones generales, el pacto constitucional, el golpe de Estado del 23-F, los terribles zarpazos del terrorismo en todas sus dimensiones y facetas, incluidos ETA, los GAL o el 11-M, la abdicación del Rey Juan Carlos y el acceso al trono de Felipe VI o la efímera declaración de independencia de Cataluña.
Al mismo tiempo, España ha albergado grandes citas internacionales como la Conferencia de Paz para Oriente Medio, auspiciada por Bush y Gorbachov en 1991, el propio plenario de la OTAN de 1997, la Cumbre Euromediterránea de Barcelona de 2005, o la Cumbre del Clima de 2019.
Pero nunca en este medio siglo en el que la democracia nos ha transformado en una de las grandes naciones de la tierra habíamos vivido algo de la trascendencia tanto global como doméstica, como esta Cumbre de la OTAN que ha concluido la semana pasada.
Que la Cumbre de Madrid en 2022 pasará a la Historia como el comienzo de una nueva era en las relaciones entre las grandes potencias es algo que nadie discute. Desde el mismo momento en que quedó acuñado el nuevo "concepto estratégico" de la OTAN, tanto sus protagonistas como los más diversos observadores hemos sido conscientes de que habrá un antes y un después.
Es tal la envergadura de los cambios de percepción y actitud respecto al papel de la Alianza Atlántica y su relación con Rusia y China que ni siquiera hace falta una mínima perspectiva para darse cuenta de que ya nada será lo mismo tras esta cumbre de Madrid. Una Cumbre tan disruptiva como la invasión de Ucrania y algunos de los acontecimientos que la han precedido.
Es de gran envergadura el cambio de la Alianza con Rusia y China. Ya nada será lo mismo tras esta cumbre
Ojalá el tiempo confirme que las decisiones adoptadas en Madrid sirven de elemento de disuasión al imperialismo ruso y al expansionismo chino. Estoy convencido de que eso es lo que desean todos los líderes de la Alianza: mantener a raya a Putin en Ucrania, preservar al menos un equilibrio inestable como el de la Guerra Fría, dar tiempo a que las sanciones tengan su efecto y llevar finalmente a la sociedad rusa al convencimiento de que su actual líder la encamina por una senda de perdición.
Pero también podría ocurrir que Putin desdeñe el mensaje de Madrid y que aferrándose a los delirios que le hacen creerse un nuevo Pedro el Grande, continúe agrediendo a sus vecinos y atacando finalmente a algún miembro de la OTAN. Eso activaría automáticamente las previsiones del Tratado y las disposiciones defensivas acordadas esta semana.
Es un escenario de pesadilla, pero tranquiliza saber que todas las hipótesis están siendo previstas por 32 democracias unidas, desde la superioridad militar, la determinación política y la fe en nuestros valores.
Que España no sólo sea una de esas 32 democracias, sino que haya servido de anfitriona a todas las demás, que haya forjado consensos entre ellas como el que finalmente ha permitido la incorporación de Suecia y Finlandia y que haya aportado aspectos sustanciales al nuevo "concepto estratégico" como la consideración de las amenazas del llamado flanco sur, indica -y debo decirlo con gran satisfacción- que España ha terminado de encontrar al fin su sitio en el mundo.
Debo decirlo con gran satisfacción: España ha terminado de encontrar al fin su sitio en el mundo
Es decir, que España ha completado un largo trayecto de prácticamente un siglo desde la neutralidad irrelevante, desde el drama y la tragedia, desde la autarquía y el aislacionismo, desde la exclusión infamante camuflada por el Spain is different del desarrollismo, hasta la plena integración o incluso el protagonismo en todas las instituciones que articulan a las democracias desarrolladas.
Si Vicens Vives o Américo Castro hubieran asistido a esta cumbre de Madrid habrían tenido que admitir que España ya no es diferente, que el ancestral "problema de España" ha dejado de existir porque España ya ha encontrado su "morada vital" en el mundo.
Hay tantos motivos para criticar a los gobiernos y a este en particular que sería mezquino escatimar los elogios cuando ha pilotado una gran operación de Estado con tanto vigor y acierto. Sobre todo, porque el éxito organizativo, diplomático y político de la cumbre de Madrid obliga a sus artífices a ceñirse a la pauta de conducta acorde con los valores que dan sentido y consistencia a la Alianza Atlántica: el Estado de Derecho, la separación de poderes, la concordia entre adversarios o la libertad de prensa. Y, por supuesto, la inversión en Defensa para garantizar la protección común.
No hay que escatimar elogios al Gobierno por el éxito organizativo, diplomático y político de la cumbre
Entre mis vivencias personales queda una inspiradora conversación con el ministro Albares en los primeros días de este año. A diferencia de otras ocasiones, todo lo que la diplomacia y la inteligencia occidental pronosticaban en ese momento que ocurriría, ha sucedido con precisión milimétrica. Los acontecimientos no nos han cogido por sorpresa y tal vez por eso la respuesta estructurada en Madrid ha podido ser minuciosamente planificada.
También guardo en la retina la imagen del automóvil que llevaba a la ministra de Defensa del Reino de España cruzando por Virginia Avenue, delante del Hotel Watergate, camino del Pentágono este último mes de mayo. Cuando hace casi medio siglo, siendo un joven reportero, me alojé también en ese lugar ya emblemático de Washington, España era un paria dentro de la comunidad internacional. Esta vez construía mano a mano con la mayor democracia de la tierra el sistema de seguridad colectivo.
Cuando concluye un gran acontecimiento deportivo como los Juegos Olímpicos suele recurrirse a las palabras de Píndaro para advertir que entonces "comienzan los recuerdos". Pero la cumbre de Madrid no ha sido un episodio lúdico con principio y final, sino el inicio de una nueva etapa de acciones, revisiones, reflexiones, investigaciones y búsqueda de oportunidades en materia de defensa y seguridad. Y eso afecta por igual a los altos cargos, a los pensadores y analistas, a la industria de defensa, a la de ciberseguridad y a todos los colectivos empeñados en la preservación de la paz. Nos son los "recuerdos" lo que importan, sino los nuevos pasos adelante.
Para EL ESPAÑOL es un honor organizar esta primera jornada sobre el futuro de la OTAN la propia semana posterior a la cumbre de Madrid. La hemos moldeado, en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores y con el apoyo de nuestros patrocinadores, a modo de punto de encuentro entre todos estos estamentos implicados en la seguridad y la Defensa.
Ojalá los frutos de este y todos los encuentros similares que se estarán celebrando ya en los 32 países aliados sean tales que un día podamos decir que en la Cumbre de Madrid la OTAN declaró la paz al mundo entero, declaró la guerra a la guerra, y en los años posteriores consiguió ganarla. Muchas gracias.