Adolfo Ramírez es experto en transformación digital y fue director general adjunto del área de Tecnología y Operaciones del Banco Santander, donde sigue colaborando en el ámbito de la innovación. Ramírez comenzó su carrera en Banesto, donde fue director general, y ha sido director general adjunto del área de Tecnología y Operaciones en el Banco Santander, donde sigue colaborando en el ámbito de innovación. También forma parte del claustro de profesores de The Valley, dentro del programa de Alta Dirección en Digital Business. Entusiasta de las nuevas tecnologías y el impacto que ellas provocan en los modelos de negocios, ha publicado Digitalízate o desaparece (Planeta), donde aborda la transformación digital a la que se tienen que sumar las empresas en esta nueva era.
—La transformación digital es una nueva forma de entender y plantear un negocio que invita a una formación continua, ¿es clave verlo como una motivación y no como una obligación para garantizar la supervivencia?
—Ni motivación ni obligación, es cuestión de supervivencia. El aprendizaje continuo se ha convertido en un factor crítico de la era digital, en la que los cambios tienen un gran impacto y se producen a gran velocidad. Aprender a desaprender, no sólo para aprender más rápido, sino para abandonar perspectivas anticuadas y tradiciones sin sentido, es una habilidad imprescindible para los líderes del siglo XXI.
—¿Cuál es el papel de las escuelas de negocio en este proceso? ¿Sus modelos educativos son clave a la hora de conciliar lo personal y laboral con la continua formación?
—Un papel fundamental que tiene mucho recorrido. La aceleración que se está produciendo en los modelos de plataformas de formación on line va a dar muchísima flexibilidad al sistema.
—Es autor de Digitalízate o desaparece, ¿una advertencia o una recomendación?
—Una recomendación. Más allá de los programas y masters, creo que el gran reto de las escuelas de negocio es crear un modelo que realmente facilite ese aprendizaje continuo como formación. Parece un tema evidente, rentable y no excesivamente complicado, pero en mi opinión, basada en mi experiencia en tres escuelas de negocio y compartida por un gran número de profesionales, es que los modelos actuales son incompletos, poco sistemáticos y heredados de la era analógica. Me parece que aplicar el modelo de suscripción al aprendizaje continuo es algo que tiene mucho sentido. Y, por supuesto, avanzar hacia formatos flexibles, con vocación práctica y énfasis en el desarrollo de habilidades de liderazgo, decisión y digitales.
—Haciendo analogía con el título de su libro y un poco en relación con él, ¿fórmate o desaparece?
—Sin duda. Para ello es muy importante desarrollar una inquietud por aprender, innovar y mejorar sistemáticamente. La formación es un aspecto de nuestro desarrollo profesional que tenemos que situar con máxima prioridad, tanto en nuestra estrategia como en nuestra agenda. Habitualmente, en mis clases a directivos realizo esta pregunta: “¿Cuánto tiempo le dedicas al mes a estar al día?”. Salvo excepciones, en general, tienden al cero. Es tan importante esta parte de nuestro crecimiento, que no la podemos delegar, ni siquiera, en las áreas de Recursos Humanos. Lógicamente, aportan formación de gran valor, pero tendremos que ser cada uno de nosotros los que nos planifiquemos nuestro aprendizaje o, lo que es lo mismo, construyamos nuestro futuro.
—La digitalización no sólo ha traído un nuevo modelo de negocio, sino un nuevo planteamiento formativo, ¿cómo saber que se ha elegido el camino formativo correcto?
—Porque estas motivado y entusiasmado con lo que estas aprendiendo, siempre te parece poco. Investigas y quieres aprender mucho más de lo que se considera razonable. Cuando la formación se convierte en una obligación deberíamos pensar que hay algo que no funciona, revisarlo y cambiarlo. Me parece un error gravísimo malgastar el tiempo en algo que no te aporta valor porque, aunque la materia que estés estudiando sea relevante, sin interés, el valor es tendente a cero.
—En su opinión y en base a su experiencia, ¿hacia dónde se debería orientar esa formación continua?
—Hacia un modelo de suscripción personalizada que garantice a los directivos su capacitación permanente. Lo importante es verlo desde el punto de vista del cliente, en este caso, del alumno, y no desde la visión de la escuela de negocio y sus profesores, por muy buenos que sean, que lo son. Habitualmente recibo programas de continuidad o de antiguos alumnos de varias escuelas de negocio en las que he realizado algún programa. A pesar de ser temas interesantes, en general, en la mayoría de las ocasiones no encajan con mis necesidades (y desarrollo), por lo que prefiero otras alternativas.
—Es profesor en programas relacionados con la Transformación, Innovación y Liderazgo en The Valley. ¿La acelerada transformación digital también le invitan a un continuo cambio formativo?
—La Covid-19 ha acelerado el cambio del sistema educativo en general y eso está teniendo un gran impacto en el modelo de las escuelas de negocio. Combinar clases y prácticas presenciales con virtuales es parte de la nueva normalidad. Pero no se trata de convertir lo presencial en digital, como ha ocurrido en muchos casos durante los meses de confinamiento, se trata de reinventar el modelo. Muchos Programas y Escuelas que fundamentaban su modelo en campus y networking tienen que evolucionar su estrategia con rapidez para no perder su marca y sus estudiantes. Aquí se aplica con bastante claridad el digitalízate o desaparece.
—Ha sido director general adjunto en el área de Tecnología y Operaciones en el Banco Santander, donde actualmente colabora en el ámbito de Innovación, colabora con Ashoka en proyectos de emprendimiento social y con la CEOE en la Comisión de Sociedad Digital, además de investigar sobre las nuevas tecnologías y su impacto en los modelos de negocio y es un impulsor de la Generación Silver. A pesar de toda esa experiencia acumulada, ¿sigue buscando la manera de formarse para mejorar sus aptitudes y estar en continuo reciclaje?
—Sin duda. Actualmente sigo con mis eternas clases de inglés y estoy cursando un máster de Marketing Digital para ampliar conocimientos en este ámbito. Una práctica que recomiendo y que realizo durante dos horas semanalmente es actualizarme en distintas materias como tecnologías disruptivas, liderazgo o innovación. Las posibilidades digitales para hacerlo de una forma sencilla son increíbles y sería una lástima desaprovecharlas.
—Tiene un lema: Con mente de principiante. ¿Podría servir como idea a la hora de plantear una formación continua como clave en el éxito empresarial?
—Evidentemente, sí. Como decía Suzuki, creador de la tendencia: “En la mente del principiante hay muchas posibilidades, en la del experto muy pocas”.
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