Ay, la pizza. Se toma a mediodía como recurso fácil. De noche, en una llamada rápida. Incluso a primera hora, fría tras una noche en la nevera. Este alimento, originario de Italia, es uno de los platos más consumidos en el mundo entero. Y a cualquier hora, como se ha descrito. Además, millones de menús repartidos por todas las latitudes del globo la incluyen.
Más allá de los interrogantes más cacareados en torno a este producto, como si es lícito o no que lleve piña y si hay una opción sin gluten, una de las dudas es cuándo empezó a elaborarse y cuándo empezó a repartirse para tomar fuera. Y la respuesta, por lo que se ha ido investigando, es que lleva más tiempo teniendo esta modalidad de lo que se piensa. Y su germen, en una ciudad icónica de esta cocina.
Hablamos de Nápoles, al sur de Italia y con su propio epígrafe en el guion de los tipos de pizzas. Según las investigaciones, todo empezó por hastío. Era el año 1889 cuando la reina Margarida y su marido, Umbert, acababan un tour por toda Italia para celebrar su proclamación como primeros monarcas del nuevo sido unificado.
Llevaban 11 años de nomadismo, según narra la historia, cuando volvieron a esta urbe caótica. Se alojaron en su palacio, con la comodidad que procuraban las estancias y el séquito que les servía en el inmueble. Poseían una tropa de cocineros que les elaboraban las recetas de distintos países, con inclinación hacia los platos franceses. Hasta que un día decidieron arriesgar.
Pidieron que les trajeran un plato del restaurante más famoso de la ciudad. El turno para satisfacer a la pareja de monarcas fue de Raffaele Esposito, propietario de la Pizzería Brandi. Este chef diseñó una variedad con tomate, mozzarella y aceite de albahaca, simulando así la bandera de Italia. Y se la llevó el propio cocinero, con cierta emoción. No solo tenía entre manos un tipo de pizza ahora reconocido internacionalmente, sino que acababa de hacer el primer envío a domicilio.
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De esta forma, Esposito recibió después una carta de la Casa Real. Era una felicitación de los reyes. Él, como homenaje, incluyó el nombre en la carta: había nacido la pizza Margarida (ahora Margarita). Lo que aún no estaba consolidado era llevar la comida a casa. La entrega era una anomalía, una anécdota.
El verdadero delivery o reparto llegó con la expansión de esta comida y de cadenas en Estados Unidos. Quien se llevó la palma fue Domino's, que ahora monopoliza el mercado: acumula la mayor parte de los 1.000 millones de pizzas que cada año se llevan a domicilio al mundo, pero sus inicios son décadas atrás. El 9 de diciembre de 1960 los hermanos Tom y James Monaghan decidieron invertir 1.400 dólares en el pequeño restaurante Dominick DiVarti, en Michigan.
Su intención era doble: iniciar una cadena e instaurar el envío de los pedidos a los clientes de la ciudad que lo pidieran. Esos comienzos se complicaron. James, de hecho, quiso abandonar el negocio ocho meses después de empezar: no estaba dispuesto a dejar su trabajo a la oficina de correos por aquella aventura empresarial que no tenía un horizonte claro. Acabó vendiendo su parte a Tom a cambio del Volkswagen Beetle (un famoso 'escarabajo') que tenían que utilizar para los repartos.
La marcha de James y la pérdida del vehículo no desanimaron a Tom, que adquirió otro coche y, medio año después, puso en marcha este reparto. El primer encargo fue de la Universidad de Michigan, que introdujo otra curiosidad en esta pionera iniciativa: Tom fue al recinto y entregó su pizza a la recepcionista, Margie Zybach. Un año después, Margie y Tom celebraban su boda. Poco después, este método fue el sello personal de la marca. En 1965 ya sumaba tres locales. En 1978, 200. Y hoy tiene más de 8.200, con un 90% de su actividad a domicilio, aunque esté lejos de Nápoles y del siglo XIX.