Pocas situaciones hay tan estresantes como esperar durante varios minutos a que un semáforo pase de rojo a verde. De hecho, aún sin habernos examinado del carnet de conducir somos conocedores de estas situaciones tan comunes del día a día en la ciudad. Sin embargo, y a pesar de ser un dispositivo imprescindible, un hecho que desconocemos la mayoría es que en su origen se accionaban manualmente. Por ello, desde EL ESPAÑOL vamos a mostrar cuál fue el origen de los semáforos, así como la evolución que han sufrido a lo largo de los años.
El primer semáforo fue ideado por el ingeniero ferroviario John Peake Knight en Londres en 1868. Este sistema, instalado cerca del Parlamento británico, estaba basado en señales ferroviarias para organizar el tránsito de los caballos y los peatones. Estas señales se accionaban manualmente por operarios ubicados en torres cercanas y solo tenían dos posiciones: "alto" y "bajo", lo que indicaba a los conductores si debían detenerse o avanzar con precaución. Para ello, por la noche se usaban unas lámparas de gas, aunque eran frecuentes los inconvenientes y las roturas.
Sin embargo, este sistema no duró mucho tiempo debido a que un año después de su instalación, una explosión de gas dañó gravemente el funcionamiento y terminó con la vida de un policía que estaba a cargo de su operación. Como resultado, estos semáforos fueron abandonados. Unos años después, en 1910, Ernest Sirrine mejoró el método, aunque en lugar de luces utilizaba las palabras iluminadas Stop y Proceed.
Dos años más tarde, un oficial de policía estadounidense llamado Lester Wire inventó el sistema lumínico. Si bien era manual, implantó un sonido para alertar sobre los cambios de luces para controlar el tráfico en Salt Lake City, Utah. Este tenía dos colores: rojo para detenerse y verde para avanzar.
En 1917 William Ghiglieri patentó el primer semáforo automático y lo puso en funcionamiento en San Francisco. Hasta entonces sólo se utilizaban las luces verdes y rojas. Finalmente, en 1920, William Potts, otro oficial de policía estadounidense, lo mejoró al agregar la luz amarilla intermitente para indicar precaución antes de cambiar de luz roja a verde. Este diseño se convirtió en la base del sistema de semáforos que utilizamos hoy en día en todo el mundo.
Fue unos años después, en 1936, cuando Charles Marshall creó la cuenta regresiva, para saber en cuántos segundos cambiaba de luz el semáforo. Y a mediados del Siglo XX aparecieron los peatonales, con el hombrecito iluminado en diferentes colores.
A medida que la tecnología avanzaba, los semáforos se automatizaron y se integraron sistemas de control más sofisticados. Además, se crearon métodos cada vez más sofisticados, aparecieron los de control de dirección, de carril, para transporte público, para ciclistas, para ciegos con señales auditivas y tantos más.
Así, los semáforos se han convertido en una parte esencial de la infraestructura urbana contribuyendo significativamente a reducir los accidentes de tráfico y mejorar la movilidad en las ciudades. Desde entonces son una parte esencial de la regulación del tráfico en todo el mundo.