Una de las imágenes más poderosas de la II Guerra Mundial y los horrores del Holocausto fue tomada el 13 de abril de 1945 en las inmediaciones de Farsleben, un pueblito en el corazón de la Alemania nazi cerca de Magdeburgo. Refleja el desahogo emocionado y todavía irreal de una madre húngara de 35 años y su hija de cinco que acaban de escapar de un tren nazi atestado por unos 2.500 judíos que estaban siendo transportados desde el campo de exterminio de Bergen-Belsen al de Theresienstadt. Sus rostros reflejan la ejecución de un auténtico milagro, la salvación de una muerte más que probable en la cámara de gas.
Es una instantánea fija, pero con un enorme poder simbólico. Y ahora, a esa historia que acabó con un final feliz en medio de tanta destrucción, de tanta inhumanidad, se le suma un material todavía más singular: una grabación de tres minutos que recogió los momentos posteriores a la liberación de los prisioneros judíos hacinados en vagones de transporte y de pasajeros. Este documento visual inédito —no tiene sonido— se conservaba en los Archivos Nacionales de Estados Unidos y lo ha sacado a la luz un investigador y profesor de historia.
Las imágenes fueron grabadas por un integrante de un pequeño destacamento del 743.º Batallón de Tanques que se había internado en la localidad de Farsleben para comprobar si los nazis preparaban allí una emboscada a las tropas estadounidenses o si se habían retirado. No quedaba rastro de militares enemigos, aunque descubrieron un tren todavía con el motor encendido lleno de civiles y que había sido frenado por los combates de artillería. Los guardias de las SS que vigilaban el convoy —las órdenes que habían recibido consistían en liquidar a todos los judíos si el viaje no se podía completar— también escaparon ante la inminencia de convertirse ellos en prisioneros. El avance aliado les ahogaba por todos los frentes.
Los soldados estadounidenses llegaron al tren en un jeep y un tanque. Y uno de ellos empezó a grabar la escena: hombres desnutridos, delgadísimos, que se vendan las piernas o con la mirada perdida, mujeres que descansan sobre la hierba, derrotadas por la incertidumbre de su destino y entregándose al fin al sueño para ver si todo había sido una pesadilla, apelotonamientos para conseguir lo que sea que está saliendo de un bote de conservas...
"Podemos verlo con nuestros propios ojos: podemos ver el sufrimiento de esta gente, pero también la alegría en muchas de esas caras que lo habían pasado tan mal durante tanto tiempo", analiza Matthew Rozell, el artífice del hallazgo.
Curiosamente, esta grabación, que se completa con otros cinco minutos de imágenes del encuentro entre las tropas de los ejércitos de EEUU y la Unión Soviética, cierra para él un viaje de más de dos décadas desde que un veterano de la guerra le contó la historia del encontronazo del tren de la muerte y en el que logró reunir a liberados y liberadores, como relató en el libro A Train Near Magdeburg (2016). Los dos soldados que aparecen en el vídeo son George Gross y Red Walsh, precisamente la fuente original de la historia para el profesor y escritor.
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Rozell, tras comparar las otras fotografías tomadas por los militares estadounidense, cree que esta película fue filmada en realidad el sábado 14 de abril de 1945. "Son escenas conmovedoras: hombres aplastando sus piojos en sus ropas. Familias descansando bajo el sol. Multitudes que rodean a un soldado que distribuye alimentos. Personas en evidente angustia, algunas probablemente muy enfermas y otras tan exhaustas que apenas pueden hacer una expresión...".
En una entrada en su blog personal explicando los resultados de su investigación, Rozell ha revelado que ha podido identificar a algunas de las personas que aparecen en la cinta, como el poeta Yaakov Barzilai, que entonces tenía 12 años e iba acompañado de su hermana y su madre. "Cuando le mostré el fragmento a mi padre, se emocionó mucho", ha explicado uno de sus hijos. "Ha estado hablando de estos momentos todos estos años, y de repente hay una documentación en vídeo que nunca antes habíamos visto". Dula Kogan, entonces una niña que iba en el tren, también ha podido reconocer a su progenitor: "Nos enfrentábamos a la muerte, y de repente estábamos salvados. Es difícil creer que ese momento esté grabado".