Durante el Imperio romano, España desempeñó un papel crucial en la civilización. Varios emperadores de origen español gobernaron Roma y dejaron un impacto significativo en la historia. Ciudades españolas como Tarraco y Valencia tuvieron una labor clave en el desarrollo de la cultura, difundiendo su influencia a lo largo del imperio. Entre los emperadores romanos españoles más importantes destacan: Trajano, Adriano y Teodosio I.
El primero de ellos, Trajano fue el primer emperador de origen hispano. Nació en la provincia romana de Hispania Bética, en lo que ahora es España. Durante su mandato, el Imperio romano alcanzó su máxima expansión territorial, llegando a abarcar desde Britannia hasta Mesopotamia, y desde el Danubio hasta el norte de África. Trajano fue conocido por su liderazgo militar y sus obras públicas, como la construcción del famoso Foro de Trajano en Roma. Su ascenso al trono se debió principalmente a su destacada carrera militar y su lealtad al emperador Nerva. Cuando Nerva murió sin un heredero directo, adoptó a Trajano como su sucesor. Trajano había sido un general exitoso en las fronteras orientales del Imperio y gozaba de gran popularidad entre el ejército y el pueblo romano, lo que aseguró su apoyo para convertirse en emperador.
Por su parte, Adriano sucedió a Trajano en el trono imperial. También nació en la provincia romana de Hispania, específicamente en Itálica (actualmente en España). Adriano es recordado por su enfoque en la consolidación y defensa del vasto territorio conquistado por su predecesor. Además, es conocido por su amor por la cultura griega y su patrocinio de las artes, lo que le llevó a la construcción del famoso Muro de Adriano en el norte de Britania. Adriano era un destacado militar y administrador que había demostrado su habilidad en la gestión de provincias y asuntos políticos. Fue reconocido como un líder competente y fue elegido para suceder a Trajano como emperador.
Y por último, Teodosio I nació en Hispania Tarraconensis, en la actual España. Teodosio I fue el último emperador romano en gobernar todo el Imperio, ya que dividió el mismo entre sus dos hijos antes de su muerte. Es especialmente conocido por ser el emperador que adoptó al cristianismo como religión oficial del Imperio romano, y por su victoria sobre los godos en la Batalla de Adrianópolis en el año 378 d.C. Su ascenso al poder se produjo en un momento en que el Imperio romano se enfrentaba a graves desafíos, incluidas las invasiones de los bárbaros y divisiones internas. Además, su éxito en la estabilización del imperio y sus habilidades militares le permitieron ser nombrado co-emperador junto a su hijo Arcadio en el este, y después, el único emperador del Imperio romano tras la muerte de Graciano.
En resumen, estos tres emperadores hispanos llegaron al poder en Roma debido a su destacada trayectoria militar, habilidades administrativas, y al apoyo que recibieron de otros líderes y el pueblo romano en momentos cruciales de la historia del Imperio romano. Su legado y contribuciones dejaron una marca significativa en la historia de Roma.