La historia de Qin Shihuang di: el hombre que se convirtió en el primer emperador chino
Tras someter a todos los feudos y unificarlos bajo su dominio, se autoproclamó Soberano Emperador de las tierras conquistadas.
18 agosto, 2023 01:27Déspota, ruin o loco son algunos de los calificativos que han sido atribuidos al primer emperador chino, Qin Shihuang di. Testimonios de la época respaldan los adjetivos afirmando que "como hombre, el rey de Qin es de nariz ganchuda, ojos alargados, pecho de ave de rapiña y voz de chacal. De bondad tiene muy poca y su corazón es como el de un tigre o el de un lobo".
Desde arrasar la vegetación de una montaña porque le obstruía el paso, hasta convertir en noble a un árbol que le dio cobijo. El primer emperador era percibido por sus coetáneos como una persona afectada por su locura y su capacidad para imponer su autoridad.
Hay personajes a los que la historia ha sentenciado como los malos de la película y, Qin Shihuang di, pertenece a este elenco. La figura que originó el Imperio chino, o que fue el precursor de la Gran Muralla China, está rodeada de intriga.
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Qin Shihuang (259 a. C. - 210 a. C.) nació en cautividad mientras su padre, el príncipe Yiren, permanecía rehén en el reino vecino de Zhao. Qin Shihuang fue el resultado de un pacto político acordado por su padre y el comerciante más poderoso de la época, Lü Buwei. El acuerdo buscaba evitar el ascenso al trono de los hermanos del príncipe. A los 13 años, Qin Shihuang, ascendió al trono bajo la tutela de su madre y de Lü Buwei –que subió al trono tras la muerte del príncipe de Qin, Yiren–.
Varios líos familiares acompañaron la vida de Qin Shihuang y, al cumplir la mayoría de edad a los 21 años, enfrentó al ejército del cortesano amante de su madre, decapitando al líder y sus principales jefes.
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Al asegurarse las riendas del poder, Qin Shihuang optó por gobernar bajo principios políticos pragmáticos representados en las ideas de filósofos legistas, postura contraria al humanismo confuciano e idónea para conquistar a sus vecinos.
La contienda para unificar los territorios bajo el gobierno de Qin Shihuang se saldó con numerosas victorias, aunque con varios errores y atentados contra su vida. En el año 221 a. C., el monarca había conseguido derrotar a todos los reinos combatientes. El éxito obtenido, bajo la consideración del monarca, excedía el poder de los soberanos de la época y se autoproclamó como primer soberano emperador de Qin.
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Finalizado el tiempo de las batallas, tocaba unificar políticamente los territorios conquistados. Emprendió un programa político que suprimió los feudos hereditarios, dejando sin poder a los aristócratas. No obstante, dentro del líder chino existía una dicotomía con difícil convivencia: el político vivaz capaz de cohesionar vastos territorios mediante la muerte y el hombre supersticioso en busca del elixir de la inmortalidad.
La segunda vertiente del soberano se refleja en el monumental complejo funerario que mandó a construir nada más llegar al trono. Los trabajos para completar su tumba se alargaron 40 años después de su muerte. La tumba fue descubierta en el año 1947, gracias a unos campesinos. Gracias a esto, se hallaron a los Guerreros de terracota.
Durante su reinado se pusieron en marcha trabajos de grandes proporciones, como por ejemplo la construcción de la Gran Muralla. Considerada en la actualidad como una de las siete maravillas del mundo moderno –también existen siete maravillas del mundo antiguo–, fue odiada por los más de 300.000 soldados y presos convictos que fueron obligados a levantar semejante construcción.
En el año 212 a. C., Qin Shihuang tuvo que enfrentarse a un grupo de ministros que buscaban restaurar el feudalismo. La revuelta acabó con la quema de libros clásicos y la condena a muerte de 460 intelectuales, los cuales fueron enterrados vivos.
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La mala fama que había adquirido el emperador chino alcanzó una nueva dirección durante la Revolución Cultural impulsada por el dictador chino Mao Zedong durante mediados, o finales, del siglo XX.
El legado del soberano del siglo III a. C. podrá ser recordado como un loco, un déspota e incluso como un paranoico. No obstante, las construcciones que mandó construir son visitadas por miles, incluso millones de personas cada año. La Gran Muralla China o los Guerreros de terracota son algunas edificaciones originadas en la mente de Qin Shihuang.
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