Lola Montes nació el 3 de febrero de 1818 en Grange, Condado de Sligo, Irlanda. A lo largo de su vida, se hizo pasar por española, nacida en Sevilla. Y aunque su nombre de pila era María Dolores Porris y Montes, era conocida como Lola Montes. Además, vivió en varios países, incluyendo Irlanda, Inglaterra, India, Australia, Francia y Alemania. Sin embargo, es en Baviera, Alemania, donde su historia se vuelve particularmente interesante.

Desde muy pequeña se mostraba fantasiosa, traviesa, llena de afán de notoriedad, terca y rebelde. Pensó en convertirse en actriz y además le encantaba el baile. Una profesora de danza advirtió su parecido andaluz y la animó a aprender la fascinante danza española. Convencida de sí misma, Lola se marchó hacia Alemania donde de inmediato mostró su gran habilidad para seducir a gente poderosa. Su sensualidad era tan atrayente que los hombres no podían resistirse a unos encantos que emulaban a las mismísimas sirenas, de ahí que en París conociera hombres tan renombrados como Alejandro Dumas y Franz Liszt.

En octubre de 1846 llegó a Múnich, donde conoció al rey de Baviera Luis I, 25 años mayor que ella, casado y con familia numerosaAsí se convirtió en la amante del rey Luis I de Baviera, lo que la llevó a obtener el título de 'Baronesa de Rosenthal'. El monarca quedó asombrosamente hechizado por ella. Su influencia sobre él y su participación en asuntos políticos llevaron a la desaprobación de la corte y la población, generando controversia y descontento en Baviera. 

Retrato de Lola Montes.

A medida que los escándalos y la oposición pública se intensificaban, Luis I se vio obligado a abdicar en 1848 tras 23 años de reinado, lo que también marcó el final de la influencia de Montes en Baviera. Después de la abdicación, Lola Montes continuó su vida errante en diferentes partes de Europa y América.

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Además de su relación con el rey, Lola Montes era conocida por su estilo de baile exótico y provocativo, que a menudo incluía un acto llamado 'La Araña', en el que descendía por una red mientras realizaba movimientos seductores. Su carácter y personalidad audaz rompieron con las convenciones sociales de la época y atrajeron tanto a admiradores como a críticos.

Finalmente, abandonó sus pretensiones artísticas y se afilió a un embrión de lo que luego sería el Ejército de Salvación, con el que se dedicó a predicar por las calles, hasta que en 1861 una neumonía acabó con su vida.

Aunque su carrera y vida personal fueron turbulentas, Lola Montes dejó una marca indeleble en la historia como una figura que desafió las normas sociales de su tiempo y desafió las expectativas convencionales.