Seguro que si pensamos en personajes célebres del Antiguo Egipto nos viene a la cabeza la representación de mujeres, hombres y niños con los ojos pintados. Aunque la mayoría de nosotros hayamos pensado más de una vez que se trata de una práctica con un sentido meramente estético, la realidad es que cumplía funciones más relevantes con valores rituales y prácticos.
En el antiguo Egipto, la gente se pintaba la cara por una combinación de razones religiosas, culturales y estéticas. La pintura facial tenía un significado simbólico y espiritual en la vida cotidiana y en la cultura de la época.
Los antiguos egipcios creían en la conexión entre el mundo divino y el terrenal. Pintarse la cara con colores específicos tenía un propósito religioso, ya que se pensaba que al hacerlo, uno podía imitar a los dioses y obtener su protección. Algunos colores tenían asociaciones con deidades particulares y las personas se pintaban la cara en honor a esas divinidades.
Los egipcios también creían que la pintura facial tenía propiedades mágicas y protectoras. Algunos colores y diseños se consideraban capaces de alejar a los malos espíritus y proteger a la persona de enfermedades y desgracias. Por lo tanto, la pintura facial no solo era una cuestión estética, sino también una forma de salvaguardia espiritual.
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Además, se usaba como una forma de expresión personal y para indicar el estatus social. Los colores y los patrones podían reflejar la identidad de una persona, su profesión o su posición en la sociedad. Las clases más altas a menudo usaban colores más vibrantes y diseños elaborados, mientras que los colores más básicos podrían ser preferidos por personas de clases más bajas.
Dado que el antiguo Egipto tenía un clima cálido y soleado, la pintura facial también funcionaba como una especie de protección contra los rayos del sol. Los pigmentos utilizados en la pintura facial podían ayudar a proteger la piel del daño causado por la exposición al sol y, al mismo tiempo, ofrecer propiedades refrescantes. Además, impedía que entrara polvo en los ojos, pues las partículas se quedaban pegadas en la pintura.
Por último, la pintura facial desempeñaba un papel importante en ceremonias religiosas, festivales y eventos sociales. Esta podía variar según la ocasión y el significado del evento. Esto contribuía a la atmósfera festiva y también ayudaba a las personas a sentirse más conectadas con la actividad que estaban realizando.
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En resumen, la pintura facial en el antiguo Egipto iba mucho más allá de lo estético ya que tenía un significado espiritual, protector y social profundo. Era una parte integral de su cultura y creencias, utilizada para expresar su relación con lo divino y el mundo que los rodeaba. Ayudaba a conectarse con los dioses y también tenía propiedades protectoras. Además, esta práctica ayudaba a proteger la piel del sol y los elementos naturales. También se utilizaba como una forma de embellecimiento y expresión artística, especialmente en ceremonias y eventos importantes.