La lista del Instituto Geográfico Nacional sobre los terremotos más importantes en España arranca en el año 1084, con un seísmo que afectó a Orihuela y provocó el derrumbe de la mezquita de la localidad. Pero la arqueología siempre desvela episodios desconocidos. La ciudad romana de Baelo Claudia, en la costa de Tarifa (Cádiz), el puerto más importante de conexión entre Europa y África y sede de una boyante industria pesquera imperial, fue arrasada por un tsunami con olas de más de cinco metros a finales del siglo IV d.C. Otro violento maremoto, un suceso de "oleaje extremo", destruyó Sevilla más de una centuria antes.
No obstante, ninguno de estos es el terremoto más antiguo que afectó a un espacio urbano en la Península Ibérica y del que se tiene constancia. Ese hito le corresponde al Cabezo Pequeño del Estaño (Guardamar, Alicante), localizado al sur del amplio estuario que conforma la desembocadura del río Segura. Aunque actualmente se encuentra a dos kilómetros de la línea costera, en origen fue un asentamiento portuario, probablemente una factoría comercial, fundado a principios del siglo VIII a.C. por fenicios occidentales y en una zona no habitada previamente. Se trata de un importante yacimiento para estudiar la colonización fenicia y las etapas finales de la Edad del Bronce en el sureste peninsular.
El sitio fue descubierto en 1989, pero una serie de extracciones ilegales de tierras tras la instalación de una cantera arrasaron tres cuartas partes de su tamaño. En la década de los 90 se realizaron cuatro campañas arqueológicas y los trabajos de investigación se retomaron en 2013 por un equipo de la Universidad de Alicante. Se han documentado un excepcional sistema defensivo protohistórico de patrón y métrica típicamente oriental —una imponente muralla de casamatas jalonada de bastiones— y estructuras domésticas y de naturaleza industrial como un almacén y lo que ha sido interpretado como un taller metalúrgico, con especial protagonismo de la plata.
Los muros defensivos fueron levantados con premura con cuñas y ripios, areniscas, calizas y mampostería. También se usaron cañas, posidonia y fango procedente de la marisma. Una estructura poco resistente para las embestidas de un terremoto. Y eso fue lo que ocurrió en el tercer cuarto del siglo VIII a.C. Los arqueólogos han identificado las paredes derruidas hacia el mismo lado y distintos estratos sellados con semillas de trigo, cebada y malas hierbas. Las dataciones con radiocarbono han confirmado que este evento sísmico que derrumbó parcialmente el poblado tuvo lugar hacia el año 740 a.C.
Los investigadores explican en el artículo La ciudadela fenicia. Excavaciones arqueológicas en el Cabezo Pequeño del Estaño (Guardamar del Segura, Alicante), fue un terremoto moderado que alcanzó una intensidad de VI-VIII según criterios de la Escala Macrosísmica ESI-07. Es decir, tuvo unos efectos entre dañinos y muy dañinos, pero multiplicado en su energía debido a la estructura calcarenítica del cerro y al tipo de aparejo constructivo empleado.
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Tras el seísmo se levantaron taludes y contrafuertes para reparar en parte la muralla y fortalecer los alzados, al tiempo que se constata un retroceso urbano y poblacional. Los citados refuerzos, algunos apoyados en la cara externa del recinto, vinieron a debilitar la eficacia defensiva de los muros. "La capacidad defensiva y de almacenaje del yacimiento se vio mermada tras el movimiento sísmico, pero en cambio surgió con fuerza una intensa actividad metalúrgica, en el que se realizaron las primeras transformaciones del mineral hasta su refinado", detallan los arqueólogos.
El terremoto y la sedimentación por aluvión de la zona navegable fueron probablemente las causas del abandono organizado y pacífico del yacimiento a mediados del siglo VII a.C. Este momento coincide con un intenso desarrollo urbano que tuvo en el asentamiento de mayor tamaño de La Fonteta, hoy bajo las dunas de Guardamar.
Esta zona de la costa alicantina destaca por su naturaleza sísmica. En un radio de ocho kilómetros cuadrados en torno al yacimiento fenicio se han catalogado 42 epicentros históricos, en los que se han contabilizado 1.341 temblores desde el año 1482. El terremoto de mayor magnitud se registró en marzo de 1829 y provocó la destrucción de Guardamar —se vinieron abajo 419 construcciones— y de otras tres localidades de la zona, además de 764 muertos. El epicentro de este seísmo se registró a 1,2kms al suroeste de Cabezo Pequeño del Estaño.
En este enclave arqueológico, "un magnífico laboratorio de estudio de la empresa comercial fenicia", se han documentado cerámicas de barniz rojo, fundamentalmente platos, cuencos y jarritas y, sobre todo, la cerámica de almacenaje en sus dos tipos principales: las ánforas y los pithoi de cuatro asas geminadas con decoración pintada bícroma de bandas paralelas. Las excavaciones también han identificado una fase de época romana republicana, visible en superficie, situada en el punto más elevado del cerro.