La sentencia que escribió el 21 de mayo de 1940 el general Edmund Ironside, jefe del Estado Mayor Imperial, presagiaba lo peor para los cientos de miles de soldados, de Tommies, que se apelotonaban en las playas y el puerto francés de Dunkerque: "Que Dios ayude a la Fuerza Expedicionaria Británica". El fulgurante avance de los Panzer de Hitler había empujado hacia el mar al ejército aliado, que ya solo resistía a la apisonadora enemiga defendiendo tenazmente una pequeña bolsa de territorio y esperaba la misión de rescate organizada por la Royal Navy.
La Operación Dynamo, uno de los episodios más famosos de la II Guerra Mundial, se saldó con la evacuación de más de 338.000 soldados británicos, franceses y belgas. En Londres, antes de empezasen las operaciones el 26 de mayo, se pensaba que salvar a entre 30.000 y 45.000 sería un éxito. El resultado final, según dijo el propio Wiston Churchill, fue un auténtico "milagro", propiciado gracias a más de 800 barcos de todo tipo —buques de guerra, pesqueros, yates de recreo privados, botes salvavidas, remolcadoras, etcétera— que cruzaron el Canal de la Mancha bajo las bombas nazis.
El éxito de la retirada, culminada el 4 de junio, estuvo condicionada por una serie de factores como el clima —las pocas olas permitieron embarcar soldados desde la misma arena y el humo y las nubes traídas por el viento dificultaron las maniobras aéreas de ataque— o por la orden que dio el führer el 24 de mayo de detener temporalmente el avance de las divisiones de la Wehrmacht —esta decisión permitió a los aliados organizar una defensa más efectiva—. Pero también tuvo un alto coste: se perdieron unas 300 embarcaciones.
Ahora, más de ocho décadas después, un proyecto de colaboración entre el Departamento de Investigaciones Arqueológicas Subacuáticas y Submarinas de Francia y el organismo para la protección del patrimonio Historic England pretende reconstruir el final de esos barcos de la armada de rescate que resultaron hundidos. La misión pretende localizar el mayor número posible de pecios que descansan en el fondo del mar empleando las últimas tecnologías disponibles —ecosonda multihaz, sonar de barrido lateral, magnetómetro—. La siguiente fase consistirá en realizar inmersiones en esos puntos para tratar de obtener más información sobre los naufragios.
Hasta ahora se conoce la ubicación de 37 pecios, que van a ser revisados en un primer momento, como el del HMS Brighton Queen, un barco de vapor que se había reconvertido en dragaminas y transportaba a 700 soldados franceses y marroquís cuando fue alcanzado por un obús alemán. En el área cercana al puerto de Dunkerque se cree que puede haber varias decenas más de estos transportes hundidos. Otra historia a destacar es la del HMS Havantm, un destructor que salvó a 2.300 hombres, heridos incluidos, de otra embarcación que se estaba hundiendo. Sin embargo, fue alcanzado por dos bombas de un Stuka nazi que causaron la muerte de 25 personas. Antes de irse a pique, toda la tripulación logró ser evacuada.
"Queremos salvarlos estudiándolos", ha explicado Cécile Sauvage, la arqueóloga que lidera el proyecto y que cuenta con experiencia similar en otra icónica operación anfibia: el desembarco de Normandía. "No quiero encontrar un buque de guerra o algo concreto, sino entender el evento al localizar los distintos tipos de barcos que estuvieron involucrados". "Estos pecios son un legado físico de la Operación Dynamo y de todos aquellos a los que afectó, incluidos muchos que no consiguieron ponerse a salvo", ha añadido Duncan Wilson, director ejecutivo de Historic England.
Se espera que estos trabajos de investigación generen imágenes y fotografías extraordinarias de los restos de las embarcaciones e información relevante sobre cómo se hundieron y lo que le pasó a las personas que iban a bordo. Los especialistas apuntan que seguramente se conserven mejor las naves más grandes —las que más tropas transportaron— y no los más pequeños y populares en el imaginario colectivo, como se aprecia, por ejemplo, en una de las escenas más potentes de la Dunkerque (2017) de Christopher Nolan.
La investigación, ha detallado Antony Firth, responsable de la estrategia del patrimonio marino de Historic England, "volverá a centrar la atención en la dimensión marítima de Dunkerque y en el hecho de que todavía quedan restos físicos en el fondo del mar". El proyecto también cuenta con una finalidad medioambiental: se cree que muchas de las naves aún pueden conservar petróleo, con el consecuente riesgo de filtrarse y contaminar el agua del mar.
Aunque la retirada de Dunkerque fue la consecuencia de una derrota militar, el éxito de la operación fue un acicate para la mejora de la moral británica. Si la Fuerza Expedicionaria Británica, las únicas tropas entrenadas en ese momento de Gran Bretaña, llega a ser capturada por los nazis, la causa aliada se podría haber derrumbado. La evacuación fue muy celebrada por la población civil y creó un ambiente propicio para los combates que se registrarían en el verano de 1940.