Un equipo de arqueólogos del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén ha concluido una cata arqueológica en el yacimiento de Hircania en Cisjordania, región muy sacudida por los expoliadores y ladrones de tumbas. En su expedición han descubierto varias inscripciones realizadas por monjes bizantinos además de encontrarse un misterioso y lujoso anillo árabe.
La fortaleza de Hircania fue una de las muchas fortificaciones fronterizas edificadas por la dinastía macabea entre finales del siglo II y principios del I a.C. La fortaleza, nombrada en honor del monarca Juan Hircano, fue posteriormente ampliada por Herodes el Grande y abandonada tras su muerte sobre el año 4 d.C.
El fortín permaneció en el olvido casi medio milenio hasta que en el año 492 se asentó sobre sus ruinas una pequeña comunidad eremita liderada por Sabas el Santificado. La comunidad levantó un modesto monasterio nombrado Kastellion, "pequeño castillo" en griego. El monasterio eremita continuó indemne a pesar de la conquista islámica de la Palestina bizantina en 635 hasta que volvió a ser abandonado sobre el siglo IX. El sitio intentó ser revivido en la década de 1930 de forma infructuosa al encontrarse con la hostilidad de los beduinos locales.
Dos características han desalentado el estudio del sitio durante años: su remota ubicación y su difícil acceso. Sin embargo, el equipo dirigido por los doctores Oren Gutfeld y Michal Haber de la Universidad Hebrea, apoyados por la Universidad Carson-Newman y la American Veterans Archaeological Recovery (AVAR) han pasado cuatro semanas sobre el terreno para desenterrar su historia.
Durante la excavación se descubrió una enorme piedra con líneas de texto en rojo y una cruz en su parte superior. El texto escrito en koiné, el griego del Nuevo Testamento, fue traducido por el Dr. Avner Ecker de la Universidad Bar-Ilan que asegura que se trata de una paráfrasis de "una oración de David", es decir, el Salmo 86: 1-2. Cuyo texto debería rezar: "Escúchame, señor, y respóndeme, pues soy pobre y necesitado. Guarda mi vida, pues te soy fiel" y que en la inscripción reza: "Jesucristo, guárdame, porque soy pobre y necesitado".
El Dr. Ecker aclara: "Este salmo ocupa un lugar especial en el texto masorético como oración principal y es notablemente uno de los salmos más recitados en la liturgia cristiana. Así, el monje dibujó una cruz en la pared, acompañado por una oración que conocía muy bien". También concluye que según su estilo, la inscripción corresponde a la primera mitad del siglo VI d. C. De igual manera, la presencia de varios errores gramaticales pueden indicar que "el sacerdote no era un hablante nativo de griego, sino probablemente alguien de la región que creció hablando una lengua semítica".
Enigmático anillo
Junto a esta inscripción se localizó otra que está siendo investigada además de un pequeño anillo de poco más de 1 cm de diámetro adornado con una turquesa. Lo llamativo de la joya sería una nueva inscripción grabada en el mismo, esta vez en árabe cúfico. La doctora Nitzan Amitai-Preiss, experta en epigrafía árabe de la Universidad Hebrea descifró la inscripción como "Mashallah", traducido como "Dios lo ha querido", fechando el anillo durante el califato omeya, estado que reinó entre los siglos VII y VIII d. C. Según la doctora, el anillo habría sido usado como sello.
La turquesa del mismo anillo añade más intriga a esta historia. Posiblemente tendría su origen en el Imperio sasánida, actual Irán, conquistado en esa época por el expansivo califato omeya. Su portador y el camino seguido hasta Hircania siguen siendo un misterio.
El equipo responsable de la excavación espera con ansia su siguiente expedición programada para principios de 2024 y que continuará con el apoyo de la Universidad Carson-Newman y de AVAR.
El doctor Stephen Humphreys, fundador y director ejecutivo de AVAR, organización enfocada en la rehabilitación profesional de veteranos de guerra de los EEUU y colaboradora de la excavación comentó: "En Hircania vimos a todo el equipo del proyecto unirse ante los desafíos físicos y la emoción de excavar este sitio tan excepcional. La capacitación que nuestros veteranos recibieron en el sitio por parte del equipo de la Universidad Hebrea también los hará más empleables y preparados para continuar participando sobre el terreno".
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Además de entusiasmo, Haber y Gutfeld son conscientes de las complejidades que implica proteger un sitio de estas características. Destacan el apoyo que han recibido de la Oficina de Arqueología de la Administración Civil para combatir el fenómeno actual del robo de antigüedades. Concluyen: "Somos conscientes de que nuestras excavaciones atraerán la atención de los saqueadores. El problema persiste; estuvo aquí antes que nosotros y probablemente continuará después de nosotros, lo que subraya la necesidad de una excavación académica, particularmente en un sitio tan sensible como Hircania, aunque este es solo un ejemplo. Simplemente estamos tratando de ir por delante".