Un proyecto que mapeaba los casos de asesinatos conocidos en el Londres bajo medieval ha agregado ahora el historial criminal de Oxford y York. Una de sus conclusiones indica que la población estudiantil de Oxford era, con diferencia, la más letal de todos los grupos sociales o profesionales en cualquiera de las tres ciudades durante el siglo XIV.
Un jueves por la noche en 1298, una discusión entre estudiantes en una taberna de Oxford situada en High Street resultó en una multitudinaria pelea callejera con espadas y hachas de guerra. El forense registró que el estudiante John Burel tenía "una herida mortal en la coronilla, de quince centímetros de largo y de profundidad que llegaba hasta el cerebro".
Este sin embargo no sería un acontecimiento aislado en las calles inglesas de la edad media. El sitio web Medieval Murder Maps presenta un nuevo mapa de los homicidios de York durante su "edad de oro" del siglo XIV, cuando, impulsada por el comercio y los textiles, la ciudad floreció gracias a la disminución de los casos de peste. Muchos de los casos de York documentan disputas entre artesanos de la misma profesión, desde peleas con cuchillos entre curtidores hasta violencia letal entre fabricantes de guantes.
En la misma época, Oxford era uno de los centros de conocimiento más importantes de Europa. La ciudad tenía una población de alrededor de 7.000 habitantes, con quizás 1.500 estudiantes que lideran la lista como grupo social más conflictivo con diferencia. El 75% de los criminales de Oxford con antecedentes conocidos y el 72% de las víctimas de homicidio fueron identificados como "clericus". En este periodo, el término "clericus" nombraba a estudiantes o miembros de la universidad.
El profesor Manuel Eisner, director del Instituto de Criminología de Cambridge e investigador principal de Medieval Murder Maps comenta que "Una ciudad universitaria medieval como Oxford tenía una combinación mortal de condiciones (...) Los estudiantes de Oxford eran todos hombres y normalmente tenían entre catorce y veintiún años, el pico de violencia y toma de riesgos. Se trataba de hombres jóvenes liberados de los estrictos controles de la familia, la parroquia o el gremio, y arrojados a un entorno lleno de armas, con amplio acceso a cervecerías y trabajadoras sexuales".
Un estudiante desconocido quedó impune tras asesinar a Margery de Hereford en la parroquia de St. Aldate en 1299. En lugar de pagar lo que debía a la prostituta por las relaciones sexuales, la apuñalo hasta matarla y huyó del lugar.
Basándose en su investigación, Eisner y Stephanie Brown, historiadora y coinvestigadora, estiman que la tasa de homicidios en Oxford en la Baja Edad Media es de entre 60 y 75 por cada 100.000 habitantes. Esto es unas 50 veces mayor que las tasas actuales en las ciudades inglesas del siglo XXI. La mezcla de jóvenes estudiantes y alcohol convirtieron Oxford en un polvorín.
Utilizando las listas y mapas del Historic Towns Trust, los investigadores han podido construir un atlas callejero de 354 homicidios en las tres ciudades. Docenas de estos casos ahora tienen versiones en audio de las investigaciones, para que los usuarios puedan escuchar detalles de los archivos de los crímenes medievales más intrigantes.
Actuación policial
El mapa original de Londres, publicado en 2018, ha sido remodelado y actualizado para incluir accidentes, muertes súbitas, casos de iglesias santuario y muertes en prisión, todo aquello que registraba el forense.
Los incidentes de iglesias santuario involucraron a un presunto delincuente que se acogió a sagrado, lo que les permitió cuarenta días para negociar con el forense. Esta situación a menudo resultaba en el destierro: a cambio de su confesión, el delincuente es trasladado a un puerto previamente acordado para abandonar Inglaterra.
"Cuando se descubría una supuesta víctima de asesinato en la Inglaterra de finales de la Edad Media, se buscaba al forense y el alguacil reunía un jurado para investigar", dijo Eisner. "Un jurado típico estaba formado por hombres locales de buena reputación. Su tarea consistía en establecer la secuencia de los hechos escuchando a los testigos, evaluando las pruebas y nombrando a un sospechoso. Estas acusaciones fueron sintetizadas por el escribano del forense".
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Según los investigadores, estos informes eran una combinación de trabajo detectivesco y rumores. Algunos jurados construyeron estratégicamente narrativas destinadas a influir en veredictos. "No tenemos evidencias que demuestran que los jurados mintieron intencionalmente, pero muchas investigaciones habrán apuntado a la 'hipótesis más probable' basada en la información disponible", informó la Dra. Stephanie Brown.
Algunos casos de Oxford revelan divisiones entre académicos de diferentes partes de las Islas Británicas. El alojamiento a menudo se organizaba según las regiones de origen de los estudiantes, y las fricciones entre norteños (irlandeses y escoceses) y sureños (galeses e ingleses) eran comunes.
En la primavera de 1303, el universitario Adam de Sarum estaba jugando con una pelota en la calle cuando fue atacado por un trío de estudiantes irlandeses, que lo apuñalaron en la cara y en la garganta. Apenas un mes antes, dos académicos galeses agredieron a unos estudiantes que pasaban, momento en el que un estudiante de Durham intentó intervenir y fue asesinado a golpes.
"Antes de la actuación policial moderna, las víctimas o los testigos tenían la responsabilidad legal de alertar a la comunidad gritando y haciendo ruido" según indica la Dra. Brown. Muchos casos implican la intervención de transeúntes, ya sean convocados por el alboroto o no, que terminan siendo víctimas o incluso perpetradores. "Había una expectativa entre los hombres adultos de que mantener el orden era parte de su responsabilidad social", dijo Eisner.
El sentido medieval de justicia callejera, junto con la omnipresencia de las armas en la vida cotidiana, significaba que incluso las infracciones menores podían conducir al asesinato. Los casos de Londres incluyen altercados que comenzaron por tirar basura con piel de anguila y orinar descuidadamente, solo para terminar en un asesinato.
Eisner añadió: "Las circunstancias que con frecuencia conducían a la violencia nos resultarán familiares hoy, como los hombres jóvenes con afiliaciones grupales que persiguen el sexo y el alcohol durante sus períodos de ocio los fines de semana. Las armas nunca estuvieron lejos y había que proteger el honor masculino".
"La vida en los centros urbanos medievales podía ser dura, pero de ninguna manera era anárquica. La comunidad entendía sus derechos y utilizó la ley cuando surgieron conflictos. Cada caso ofrece una visión de la dinámica que creó un estallido de violencia en las calles de Inglaterra hace unos siete siglos".