Casi dos décadas de rebelión y guerra civil en la corona castellana se resolvieron en un breve y cruento vis a vis el 23 de marzo de 1369. Esa noche, Pedro I buscaba escapar del asedio al que se veía sometido en el castillo de la Estrella de Montiel, en la actual provincia de Ciudad Real. En lugar de un refugio, fue conducido a la boca del lobo, la tienda de su némesis. Allí, Enrique de Trastámara abrazó mortalmente a su hermanastro y en un feroz forcejeo lo cosió a puñaladas poniendo fin a la contienda fratricida.
El regicidio ocurrió en las faldas del castillo de la Estrella, encaramado en un cerro que domina desde sus alturas la localidad de Montiel. Poblado desde el Neolítico, durante la conquista islámica de la Península Ibérica probablemente se asentó en sus cercanías una pequeña comunidad de campesinos-pastores.
Durante la época califal se construyó un reducido fortín en las alturas del cerro con el fin de proteger los caminos de Cuenca a Granada, Mérida-Levante y la ruta de Alcaraz a Úbeda, frecuentados por criminales y salteadores de caminos. Con la caída de Toledo, los asaltos cristianos y la llegada de almorávides y almohades la zona se militarizó en extremo, aumentando la importancia de la fortificación.
Sucesión complicada
Desde 1213, las demás fortalezas islámicas de los campos de Montiel fueron cayendo una a una por el empuje de los caballeros de la Orden de Santiago. La de la Estrella de Montiel fue la última en hacerlo, no sin grandes esfuerzos. Los caballeros de Santiago construyeron en 1224 el castillo de San Polo con el fin de hostigar al de la Estrella, sometido a un duro asedio hasta que fue conquistado de forma definitiva en 1227.
Asentados en Montiel, la Orden crearía una encomienda para repoblar la región dotándola de una feria anual de ganado desde 1242. Sin embargo, los esfuerzos de los caballeros por atraer población cosecharon pocos éxitos en un principio.
La encomienda consiguió arrancar en el siglo XIV, convirtiendo el castillo de la Estrella en el centro político, administrativo y económico de la comarca. Fue un momento en el que la Orden afrontó una enorme reforma en la construcción defensiva. A mediados de este siglo la fortaleza desempeñó un papel central en la despiadada guerra civil que asoló Castilla.
El rey Alfonso XI de Castilla se encontraba ocupado asediando Gibraltar en el 1350 cuando le sorprendió la peste negra. Esta pandemia se cebó en la Europa medieval, acabando con un tercio de la población. La Península Ibérica no fue una excepción. Pedro I, hijo legítimo del monarca, ocupó el trono con dieciséis años. Su padre, sin embargo, había tenido cerca de diez vástagos con su amante, Leonor de Guzmán. La lucha por el trono estaba servida.
El Cruel o el Justiciero
Ante un rey joven, las luchas intestinas entre las distintas facciones nobiliarias no se hicieron esperar, por lo que la reina madre, María de Portugal y su valido recomendaron al joven monarca tomar la delantera. María instigó a su hijo contra Leonor, la amante de su difunto marido, que fue encarcelada en Talavera de la Reina y decapitada en 1351.
El reinado de Pedro I tuvo que hacer frente a las dificultades de la peste y a constantes rebeliones nobiliarias que fueron sofocadas con una mezcla de cruel represión llena de ejecuciones, encarcelamientos y algún que otro perdón. Sus detractores le apodaron "el Cruel", sus fieles "el Justiciero".
El monarca castellano se casó en 1353 con Blanca de Borbón buscando una alianza con Francia ante la rebelión de sus hermanastros. El matrimonio fue desastroso: tras consumarse, Blanca fue abandonada por su marido, quien se reuniría poco después del enlace con su amante, María de Padilla. Su esposa Blanca fue aislada por el joven rey y recluida en diferentes fortalezas hasta que fue envenenada por ordenes del monarca en el 1361. Según la tradición popular, sus últimas palabras corresponden a un doloroso reproche: "Dime Castilla, ¿qué te he hecho yo?".
En 1356 Pedro I declaró la guerra a Pedro IV de Aragón, que en consecuencia comenzó a apoyar la rebelión de su hermanastro Enrique de Trastámara. Empezaba así una larga guerra intermitente en la que intervinieron también compañías militares privadas francesas e inglesas.
En los vaivenes del conflicto, Enrique de Trastámara logró hacerse con el control de Briviesca, Navarrete y Calahorra, proclamándose rey de Castilla en 1366, marchando hacia el interior. Tras un duro revés en Nájera, logró poner sitio a Toledo y, a marchas forzadas, aisló a su hermanastro en las cercanías de Montiel, donde fue sorprendido.
En la mañana del 14 de marzo de 1369, las Compañías blancas y los caballeros de la Orden de Santiago y Calatrava derrotaron de forma contundente a la hueste de Pedro I que, con el propio rey a la cabeza, se refugió en el castillo de la Estrella.
Durante una semana, la fortaleza fue hogar del monarca castellano y objetivo del asedio de su hermanastro. Pedro, desesperado, buscó pactar su huida con Bertrand du Guesclin, jefe de las Compañías blancas, mercenarios franceses.
En la noche del 22 de marzo de 1369, Pedro fue traicionado por Guesclin y dirigido a la tienda de Enrique. Este último, completamente armado, se lanzó contra su hermanastro; en el forcejeo, Guesclin agarró a Pedro, quien fue apuñalado con saña hasta morir. Las crónicas nos mencionan que Guesclin afirmó: "ni quito ni pongo rey, solo ayudo a mi señor". Los muros del castillo fueron testigos también de la decapitación de Pedro I, cuya cabeza fue exhibida y paseada para forzar la rendición de sus fieles en todo el reino.
La guerra había terminado y Enrique impuso una nueva dinastía, la Trastámara, la misma a la que perteneció Isabel la Católica. La guarnición de la Estrella, muerto su líder, se rindió a la evidencia y la fortaleza entró en un largo periodo de olvido y abandono. En ruinas desde hace siglos, muchos de sus restos fueron expoliados por los vecinos con el fin de reutilizar sus sillares.
Estudiado por arqueólogos desde 2012, en 2015 fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento, mismo año en el que se vio afectado por un pequeño terremoto en los Campos de Montiel.
En las sucesivas excavaciones realizadas en las ruinas del castillo, que se encuentra abierto al público, se han podio estudiar y encontrar interesantísimos restos de su pasado medieval. En 2017 se lograron recuperar restos de la torre del homenaje y desde 2020 se ha podido excavar en la iglesia del siglo XIII perteneciente a la Orden de Santiago. Entre las ruinas del templo apareció el misterioso sarcófago de los leones, que los expertos creen que perteneció a una familia noble del siglo XIV.
Además de estos descubrimientos, en 2022 los arqueólogos encontraron los restos de una fragua junto a gran cantidad de metales en distinto grado de manipulación que, en un futuro, permitirán conocer con gran detalle el proceso de forja y transformación de los metales durante los siglos XIV y XV.