Cuando las guerras se alargan y el ruido de explosiones y disparos se vuelve frecuente, siempre aparecen contrabandistas y saqueadores que, aprovechando el caos reinante, trapichean con todo lo que caiga en sus manos, vaciando almacenes de todo tipo, incluso los de los museos.
La Policía Nacional ha desarticulado este lunes una red criminal dedicada al tráfico de objetos arqueológicos ucranianos con el objetivo de venderlos en Madrid. El entramado estaba compuesto por tres personas de nacionalidad española y dos ucranianos que tenían en su poder 11 piezas de oro de gran valor económico-cultural. Según un comunicado del cuerpo, están tasadas en más de 60 millones de euros.
Las joyas y piezas de oro rescatadas por la policía, datadas entre los siglos VIII y IV a.C., corresponden a la antigua cultura greco-escita. Dicha cultura nómada era temida por sus enemigos debido a su ferocidad y se extendían desde las costas del mar Negro, en la actual Ucrania, hasta las estepas de Asia Central. Ahora se encuentra bajo estudio en el Museo Arqueológico Nacional y en el Instituto del Patrimonio Cultural de España, responsables de dar nuevos detalles sobre los mismos.
Este tesoro arqueológico habría sido robado de un museo de Kiev y salieron del país de forma clandestina a finales de mayo de 2016. Con el fin de blanquear su procedencia, el principal investigado, un sacerdote ortodoxo de nacionalidad ucraniana afincado en Madrid, habría sido ayudado por terceras personas para la falsificación de documentos que acreditasen la propiedad de las joyas a la Iglesia ortodoxa.
Las autoridades empezaron a tirar del hilo cuando sus agentes conocieron la existencia de una misteriosa serie de joyas de oro de gran valor procedentes de Ucrania que estaban a la venta. En lugar de hacerlo mediante subastas autorizadas como suele ser habitual, las piezas greco-escitas siguieron un enrevesado proceso de mercantilización no demasiado frecuente. Fueron incorporadas al capital de varias sociedades mercantiles creadas ex profeso para dotarlas de apariencia legal y poder ser vendidas por un grupo de inversores.
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El primer fracaso de la red en España se dio en 2021, cuando se intervino un cinturón de oro con cabezas de carnero que fue vendido directamente por el sacerdote ortodoxo a un empresario madrileño. Gracias a las investigaciones policiales descubrieron que los sospechosos disponían de más piezas similares y que en total han resultado ser once.
En septiembre de este año, la Policía Nacional tuvo conocimiento de que el principal investigado estaba tratando de repetir su hazaña, momento en el que ha sido detenido junto a cuatro cómplices, acusados de blanqueo de capitales. En la investigación de la red criminal han colaborado codo con codo la Policía Nacional y el Servicio de Seguridad de Ucrania con el apoyo de la Agregaduría de Interior en Bulgaria, Ucrania, Albania, Macedonia del Norte y Chipre así como de la División de Cooperación Internacional.