Este martes la princesa Leonor jurará la Constitución española. Gracias a la pragmática Sanción de la Ley Sálica de 1830, aprobada por Fernando VII, cuando el actual monarca Felipe VI deje de reinar la actual princesa de Asturias tomará el relevo bajo el título de Leonor I de España. De esta manera se convertirá en la primera jefa del Estado de la democracia española, aunque no en la primera Leonor en reinar en la Península Ibérica.
Desde la distancia de los siglos, de los pergaminos y crónicas de la historia de nuestro país, Leonor I de Navarra le ha ganado la partida a Leonor de Borbón y Ortiz. Esta primera Leonor fue hija de Juan II de Aragón y de Blanca I de Navarra, condesa de Foix, infanta de Aragón, gobernadora y reina de Navarra. Su reinado fue breve, menos de un mes a principios del año 1479. Sin embargo, la vida de esta fugaz monarca está marcada por la violencia en los estertores finales de la Corona navarra en el siglo XV.
Este pequeño reino, enclavado entre el mar Cantábrico y las cumbres pirenaicas, estuvo pivotando en un complicado encaje de bolillos geopolíticos y familiares entre condes, duques, marqueses y reyes. Leonor, infanta de Navarra y Aragón, nació en 1426. Como hija menor, pronto fue prometida por razones políticas con el heredero de la casa condal de Foix, Gastón, principal lugarteniente de la Corona francesa que continuaba combatiendo en la guerra de los Cien Años.
Conspiración entre hermanos
En 1441, con quince años, se celebró su boda con el ya conde de Foix, Gastón IV, de dieciocho, que en los años siguientes combatió en Aquitania a favor de la monarquía francesa. La cercanía entre el matrimonio condal y el rey Juan II de Aragón, conocido tambien como el Usurpador, hizo saltar la chispa. El hermano de Leonor, Carlos, príncipe de Viana, fue apartado de la línea sucesoria por su padre al igual que su hermana mayor Blanca, en favor de la hija pequeña.
El reino navarro, sumamente debilitado y carcomido por las intrigas de nobles y reyes, fue arrasado por una guerra civil de 13 años entre sus posibles pretendientes tras la muerte de la reina Blanca I, esposa de Juan II y madre de Leonor, Carlos y Blanca. Juan II quiso reinar en Navarra aunque fuera al precio de enfrentarse con sus hijos. Leonor y su marido apoyaron a su padre, que logró su objetivo tras imponerse definitivamente en 1464.
Los condes de Foix se ensañaron con Blanca, hermana de Leonor. La historia de esta mujer es una desastrosa sucesión de tragedias. Casada con el heredero de Castilla, Enrique IV, fue repudiada por este. El matrimonio no se consumó en el lecho debido a la supuesta impotencia sexual del monarca, aunque argumentó que "estaba hechizado". Blanca regresó humillada a Navarra donde tomó partido por la causa de su hermano Carlos en la guerra civil.
Al concluir la contienda sucesoria, Blanca fue entregada a los condes de Foix, quienes la trasladaron a sus dominios de Orthez, en la actual Francia. Debido a una nueva intriga nobiliaria sobre los derechos sucesorios de Blanca, fue envenenada en 1462. Nunca se supo si la orden la dio su hermana, su padre o su cuñado. "Las previsiones de la paz de noviembre de 1464 sobre el debate de sucesión fueron innecesarias", según explica la medievalista María Luisa Bueno Domínguez.
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Eliminada la competencia -Carlos había muerto de tuberculosis-, Juan II de Aragón reinó Navarra hasta su muerte en 1479. El estado del reino siguió en ascuas ante la amenaza de nuevas guerras. Juan II en 1469 nombró lugarteniente y heredero a su nieto, Gastón, hijo de Leonor, aunque este nunca se atrevió a enfrentarse a sus padres y murió al año siguiente, facilitando un nuevo acercamiento entre padre e hija.
La relación paterno-filial no mejoró demasiado. Cuando el momento de reinar llegó en el gélido enero de 1479, Leonor I terminó muriendo en Tudela en febrero. El reino de Navarra estaba completamente dividido por las interferencias de los nobles y las casas extranjeras. Su nieto, Francisco I de Foix, emparentado con la casa real francesa, heredó el reino navarro. Esta influencia francesa inflamó a los navarros partidarios de Aragón y que colaboraron con este reino para imponer un protectorado militar que frenase a los galos. En 1512, tropas castellano-aragonesas invadieron Navarra, que sería ocupada y anexionada definitivamente por orden de Fernando el Católico.