El castro de Lancia, localizado en el actual municipio leonés de Villasabariego y "la mayor ciudad de los astures", según el historiador antiguo Dion Casio, recibió el título de municipio romano a finales del siglo I d.C. Este credencial otorgada en tiempos de la dinastía flavia alegró a sus élites, que a partir de entonces dejaron de pagar tributo al erario público de la Urbs. Respetado por las legiones, el oppidum, comenzó a despuntar levemente gracias a sus mercados y la cercanía de los campamentos de los legionarios. A partir de esa fecha, la ciudad se romanizaría por completo.
Situada a apenas 14 kilómetros de los cuarteles ocupados desde el año 74 por la Legio VII Gemina (León), reclutada en Clunia por el emperador Galba, en Lancia se haría difícil olvidar el pasado. A pesar del sistema de alcantarillado, el foro y el orden trazado en sus calles por el cardo y el decumano, algunos habitantes recordaban las historias de sus antepasados. Historias de traición y de guerra, de cuando Roma fijó su mirada en las escabrosas tierras de cántabros y astures repletas de oro.
De las más de 90 hectáreas que ocupa el yacimiento solo se ha excavado una minúscula parte. Hace pocos días, un grupo de arqueólogos publicó un estudio en el que documentan un cercano e inmenso campamento romano con capacidad para dos o tres legiones —entre 13.000 y 15.000 hombres—. Desde este emplazamiento, Lancia se observa a la perfección. "Consideramos razonable proponer Villacete como resultado de un reagrupamiento de tropas previo o posterior a la toma del poblado", resumen los investigadores en su reciente artículo publicado en la revista Studia Historica.
Guerra y traición
Hace más de dos milenios, sobre el año 25 a.C., las legiones del legado Publio Carisio marcharon por el valle del Esla en los primeros compases de las guerras astur-cántabras. La cordillera cantábrica se perfilaba en el horizonte y la contienda de montaña contra aquellos pueblos iba a ser feroz. Según relata el historiador romano Lucio Aenno Floro, algunas tribus astures "formando una enorme columna, descendieron de las nevadas montañas", acamparon en río Astura (Esla) y se prepararon para sorprender al ejército romano en sus campamentos.
Se desconoce qué habría ocurrido de no ser por la traición de los brigaecinos, que avisaron del rápido despliegue astur al legado del princeps Augusto. En cuanto recibió la noticia, movilizó a sus legiones, que se enfrentaron en un colosal y sangriento combate campal en el que las águilas de Roma se impusieron sobre los astures. Los nativos, ya derrotados, se dispersaron y muchos se refugiaron en "la muy fortificada" Lancia.
Con el oppidum bajo asedio, Publio Carisio logró negociar su rendición sin recurrir a un asalto frontal, logrando frenar la cólera de sus hombres, que preferían pasar a cuchillo a sus habitantes y reducir a cenizas sus hogares. En su lugar, según narra Floro, el legado decidió preservar la ciudad para convertirla en "monumento de la victoria romana".
La ciudad
Conocida desde el siglo XIX, después de algunas primeras muestras y campañas arqueológicas, su estudio sistemático no comenzó hasta que en 1996 el Instituto Leonés de Cultura adquirió la propiedad de 1,6 hectáreas correspondientes al yacimiento. Poblado al menos desde la Segunda Edad del Hierro (500-300 a.C.), contaba con una extensión de al menos 30 hectáreas. Su ubicación al sur de las montañas y en el interior de la Meseta les hizo compartir muchas características con sus vecinos vacceos. Muchos de los objetos de este período han aparecido al sur de la ciudad de Lancia, en una zona deprimida en la que muere una torrentera.
En esta escombrera, las aguas arrastraron cientos de restos de la ciudad astur-romana. Junto a mangos fabricados en asta, herramientas varias, monedas, restos de cerámica, adornos de oro y plata aparecieron unas cuantas fíbulas de bronce: la más llamativa de todas ellas muestra a un poderoso guerrero a caballo y de claro estilo celtíbero.
La ciudad comenzó a mudar de piel a finales del siglo I d.C., coincidiendo con su ascenso a municipio. Sobre la ciudad astur se organizaron las calles y construcciones de la ciudad romana que, entre los III y IV, sufrió un importante bajón económico debido a la anarquía militar y las crisis económicas y monetarias del período bajo imperial. Lancia comenzó un periodo de ruina y desapareció de la historia.
En su momento de gloria, a través del cardo se accedía a su sencillo pero bien provisto macellum (mercado) con suelos de ladrillo. Repleto de densos olores de los productos cárnicos y cereales, fue construido por las autoridades romanas para controlar el comercio. En su declive, comenzó a deteriorarse, construyéndose en su interior unas paupérrimas viviendas levantadas con piedra y barro en un momento en el que las termas estaban secas y la red de alcantarillas estaba anegada por aguas negras.
Junto a este macellum se encuentra uno de los edificios más característicos de Lancia: un complejo de termas excavado entre 1956 y 1961 que contaba con estancias para un gimnasio, vestuarios y varias piscinas, algunas de ellas caldeadas gracias a un sistema de calefacción. Este complejo tuvo que ser ampliado en el siglo II, construyéndose además unas letrinas anexas al mismo.
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Su foro, aún bajo tierra al igual que gran parte de la ciudad, giraba alrededor de un patio donde se ordenaban los edificios administrativos. En caso de algún problema legal debían acudir a los tribunales situados en los viejos cuarteles de la Legio X Gemina, convertidos en la ciudad de Asturica Augusta (Astorga) y capital del conventus Asturum.
Hoy, bajo el ruido de la A-60 que une León con Valladolid, existe una vieja área de servicio. Esta mutattio o casa de postas contaba con unas pequeñas termas y se situaba a un lado de la calzada que unió Lancia con el resto del mundo romano. El trazado de la actual autopista amenazó con destruir los restos de la ciudad que Roma perdonó. En 2010 comenzó una excavación de emergencia que, junto a la mutattio, alumbró los restos de una necrópolis —con hasta 200 enterramientos—, un edificio de planta basilical y varios edificios de los suburbios de Lancia.
Estos últimos hallazgos desvelaron la existencia de unos hornos que siguieron usándose hasta el principio de la Edad Media. Se espera que en mayo de 2024 Villasabariego acoja un centro arqueológico para dar a conocer la ciudad aunque, a pesar de que la autopista inaugurada en 2018 discurre por un viaducto, esta secciona gran parte de aquel inmenso campamento romano que en su día, perdido en la historia, vigiló las murallas de Lancia.