El yacimiento de Swan Point, ubicado en una colina que se asoma al valle del río Tanana, en el este de Alaska, esconde los vestigios de la ocupación humana más antigua de América del Norte, hace unos 14.000 años: artefactos líticos, hogares y restos de fauna. Entre estos elementos se encuentra el gigantesco colmillo de un mamut lanudo (Mammuthus primigenius), uno de los animales más icónicos de la Edad del Hielo. Un nuevo estudio acaba de desvelar que esos primeros grupos de individuos que habitaron la región estructuraron parcialmente sus asentamientos en torno a la presencia de esta especie, fuente de alimento y materias primas como el marfil y las pieles para fabricar herramientas y ropas.

Un equipo de investigadores de universidades de Estados Unidos y Canadá ha llegado a estas conclusiones tras realizar análisis de isótopos y de ADN antiguo en el colmillo y estudiar la vida del mamut, una hembra sana de unos 20 años en el momento de su muerte, probablemente cazada por una partida de humanos. Los resultados, publicados este miércoles en la revista Science Advances, sugieren que el animal, bautizado como Elma, completó un viaje migratorio de unos mil kilómetros desde el actual territorio de Yukón, en el noroeste de Canadá, hasta Alaska, que habría tardado en completar alrededor de dos años y medio.

"Deambuló por la región más densa de yacimientos de Alaska", explica Audrey Rowe, investigadora de la Universidad de Alaska Fairbanks y autora principal del trabajo. "Parece que los primeros grupos humanos establecieron campamentos de caza en áreas frecuentadas por mamuts".

El investigador Matthew Wooller con colmillos de mamuts de la colección del Museo del Norte de la Universidad de Alaska. JR Ancheta

Se cree que los humanos cruzaron el puente de Beringia, una lengua de tierra que conectaba las modernas Rusia y Alaska, hace entre 20.000 y 12.000 años —o incluso antes, como sugieren unas huellas de niños halladas en Nuevo México— y empezaron a expandirse por América. Durante al menos un milenio convivieron con los mamuts. Las condiciones más cálidas y húmedas que siguieron al Último Máximo Glacial facilitaron los asentamientos humanos en el remoto estado estadounidense y provocaron cambios en la vegetación que afectaron a los grandes herbívoros. Los investigadores esgrimen ambas razones para explicar el descenso en la población de mamuts hasta su extinción.

El colmillo de Elma fue descubierto en 2009 por los arqueólogos Charles Holmes y François Lanoë, pero no el único testimonio de mamut lanudo que salió a la luz Swan Point: también se recuperaron restos de dos ejemplares juveniles relacionados con evidencias de fuegos, de uso de herramientas de piedra y de otros huesos animales cazados que fueron descuartizados para su consumo. Este contexto, según Ben Potter, otro de los autores principales del estudio, "indica un patrón consistente con la caza humana de mamuts".

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Los análisis de isótopos del colmillo han permitido a los investigadores estudiar marcadores químicos sobre la dieta y las zonas en las que se alimentó el animal; es decir, el diente gigante se revela en una suerte de biografía cronológica de la vida de Elma. Gran parte de su viaje transcurrió por las mismas zonas de otro mamut que vivió 3.000 años antes y que había sido analizado en un estudio previo.

La investigadora Audrey Rowe durante unas excavaciones en el yacimiento de Alaska. Matthew Wooller

"Elma era una adulta joven en la flor de la vida. Sus isótopos han mostrado que no estaba desnutrida y que murió en la misma época que el campamento de caza estacional en Swan Point donde se encontró su colmillo", detalla Matthew Wooller, investigador de la Universidad de Alaska Fairbanks. El ADN conservado en el diente también ha desvelado una relación de parentesco lejano con otros mamuts identificados en el yacimiento.

Fue una época en la que el paisaje estepario dominado por pastos y arbustos, la tundra, que había sido característico de la región de Alaska durante milenios comenzó a convertirse en un territorio más boscoso. "El cambio climático al final de la Edad del Hielo alteró el hábitat abierto preferido de los mamuts, lo que potencialmente disminuyó su movimiento y los hizo más vulnerables a la depredación humana", concluye Ben Potter.