Muchas son las leyendas que envuelven al héroe castellano que conquisto y defendió decenas de castillos. El burgalés Rodrigo Díaz de Vivar (1048-1099), más conocido como Cid Campeador, era un maestro de las armas y todo un señor de la guerra. Si bien el sobrenombre de Cid -derivado del árabe Sidi ("mi señor")- se rastrea cincuenta años después de su muerte, cuando aún estaba vivo dirigiendo una hueste de guerreros como señor de Valencia se le conocía escuetamente como Campidoctor.
Un reciente estudio de Alberto Montaner, catedrático y especialista en el Cantar del mio Cid, junto con el investigador Roberto Delgado y publicado en el blog de la editorial Desperta Ferro, ha conseguido desvelar que el origen de este mote se ubica en un procedimiento medieval conocido como la Campeatura. Cuando las dos partes en disputa no conseguían ponerse de acuerdo podían recurrir a esta fórmula que contemplaba un duelo individual.
El documento fechado en 1097 y recientemente descubierto en la colección conocida como Becerro Galicano y custodiado en el monasterio riojano de San Millán de la Cogolla explica uno de estos duelos sin apenas dejar lugar a la duda cómo funcionaba el brutal procedimiento. En dicho pergamino se relata un lance entre los vecinos de las poblaciones riojanas de Tobía y Matute con los de la aldea de Coja debido a los derechos de pasto para el ganado. Para zanjar el pleito se celebró un duelo en presencia de García Ordóñez, conde de Nájera y conocido por su rivalidad con el Cid.
"Juicio de Dios"
El sobrenombre o apodo de "Campeador" no aparece con esta forma en ningún documento en vida del Cid. Únicamente su forma latina "Campidoctor" figura en su carta de dotación a la catedral de Valencia en el año 1098 y se repite en la ampliación de la misma que hizo Jimena, su viuda, en 1101.
El himno latino titulado Carmen Campidoctoris, un poema de finales del siglo XII, es el único texto medieval que menciona expresamente la manera en la que Rodrigo obtuvo el sobrenombre de Campeador: luchando en combate singular. La realidad de este combate la corrobora la fuente más autorizada para la biografía del Cid, la Historia Roderici, también de finales del siglo XII, aunque no señala que el sobrenombre se debiese a este duelo.
Esta clase de duelos como último recurso tendría un posible origen germánico y sería considerado un "juicio de Dios" u ordalía. Estas pruebas de carácter ritual se usaron en diferentes sociedades para averiguar la verdad o encontrar culpables cuando no había pruebas suficientes para un veredicto. Por ello lo normal era que ambos luchadores prestasen juramento en sitios sagrados. Así, en el pleito riojano narrado anteriormente, los contendientes se reunieron previamente en el monasterio de San Martín del Castillo.
Estos duelos judiciales, a juzgar de las fuentes, alcanzaron su época de máximo apogeo en los reinos cristianos de la Península Ibérica a finales del siglo XI. En uno de estos duelos ocurrido en 1075 estuvieron presentes el rey Alfonso VI y Rodrigo Díaz de Vivar. Gracias a varios documentos catalanes del mismo periodo se contabilizan al menos seis combates para dirimir los derechos sobre varios castillos.
En cuanto al combate por el que el guerrero burgalés ganó el sobrenombre de Campeador, sería un episodio más de esta clase de enfrentamientos por la posesión de un territorio. Así lo recoge el navarro Libro de los reyes, redactado en el siglo XIII, en el que se informa que el Cid combatió contra el caballero navarro Jimeno Garcés de Torrillas. Ambos lo hacían defendiendo los derechos legales sobre varias fortificaciones de la Rioja Occidental, en disputa entre Alfonso VI de Castilla y Sancho Garcés III de Navarra.
Campeator
Por lo tanto, si combatían en representación de sus señores, sólo podían hacerlo en un combate judicial. Según la Historia de España, elaborada bajo la supervisión de Alfonso X el Sabio y concluida por su hijo Sancho IV, el pleito se inició cuando la corte castellanoleonesa se personó en el monasterio de San Millán de la Cogolla y comenzó a actuar como si la zona les perteneciese.
Así, el señor del castillo de Pazuengos, el citado Jimeno Garcés, se molestó por aquella especie de ocupación y se dirigió a aquella corte "diciendo que no eran suyos ni de su reino". La querella subió de tono y nadie quiso dar brazo a torcer, por lo que estuvieron de acuerdo en someterlo a una ordalía y que Dios decidiera el vencedor. Sea por intervención divina o no lo cierto es que el navarro salió derrotado ante el, ahora sí, Campeator.
Con esta nueva información las posibles dudas sobre el origen del sobrenombre de Rodrigo quedan resueltas. Campeador y Campidoctor significan lo mismo: luchador en un combate individual.
[Cae el gran mito de la sucia Edad Media: las normas para que no oliesen las calles ni los sobacos]
El término campeador se suele relacionar más con campear o combatir en campo abierto, lo que, como revela el mismo Carmen Campidoctoris, se aplicaba tanto a los combates individuales de tipo judicial como a las batallas campales entre dos ejércitos. Dado el amplio historial bélico de Rodrigo Díaz, el mismo término servía para identificar al héroe en los inicios de su carrera en las armas como en su apogeo, lo que podría justificar que él mismo emplease ese sobrenombre hasta el final de sus días.
"Posteriormente, la acumulación, en la trayectoria de Rodrigo Díaz, de victorias en lides campales añadiría por sí sola al término el sentido más general de campeador", concluyen Alberto Montaner y Roberto Delgado en su artículo. El nuevo contexto que permiten reconstruir estas fuentes obliga a dar la razón al Carmen Campidoctoris y situar el origen del sobrenombre de Rodrigo Díaz como Campeador en un tipo de combate individual llamado en esa época campeatura.