En los más de mil años que aguantó en pie el Imperio romano, decenas de diferentes comenzaron a conectarse entre sí gracias a la colaboración económica y militar conjunta y las rutas comerciales. Ahora, un equipo internacional dirigido por investigadores de Stanford Medicine ha utilizado material genético de esqueletos antiguos para reunir una imagen detallada de los patrones de viaje y migración durante el apogeo del imperio.
Su estudio, publicado en eLife, analizó el ADN de miles de antiguos habitantes del imperio, incluidos 204 esqueletos de 18 países modernos que no habían sido secuenciados previamente. El resultado mostró lo diversas que eran muchas áreas que dominó Roma del siglo I a.C. hasta el siglo VII d.C. Al menos el 8% de las personas incluidas en el estudio no procedían originalmente del área de Europa, África o Asia en la que fueron enterrados.
"Hasta ahora, teníamos que confiar en el registro histórico y arqueológico para intentar reconstruir cómo la población interactuaba y cambiaba durante este tiempo", dijo en un comunicado Jonathan Pritchard, profesor de genética y biología y uno de los autores principales del artículo. "Ahora podemos agregar nuevos detalles desde una perspectiva genética".
Diferentes provincias
Anteriormente, el grupo de Pritchard utilizó ADN antiguo para estudiar la diversidad genética de las personas en Roma y sus alrededores durante un período de 12.000 años de historia que abarca desde la Prehistoria hasta la Edad Media. Desde la fundación oficial de Roma del año 753 a.C. observaron que el origen de la población se diversificó.
El equipo se preguntó qué parte de esa diversidad era exclusiva de Roma, la capital del imperio, y qué tan variadas podrían haber sido las provincias más remotas. En el estudio, se centraron en una ventana de tiempo más estrecha (desde el final de la Edad del Hierro hace 3.000 años hasta la actualidad), pero observaron un área geográfica que cubre todo el Imperio romano. Utilizaron datos de ADN existentes de miles de esqueletos que habían sido identificados, tanto en Europa central, Europa del Este y Asia central, Gran Bretaña, el norte de Europa y el norte de África.
Lo primero que notó el equipo fue que, durante el período en cuestión, las áreas menos diversas tendían a ser aquellas que estaban geográficamente aisladas, como las tierras altas de Armenia, que están rodeadas de montañas. En contraste, entre las zonas particularmente diversas se encontraban Cerdeña, los Balcanes y partes de Europa central y occidental.
"En su mayor parte, las observaciones complementan lo que los historiadores y arqueólogos ya plantearon", dijo Margaret Antonio, estudiante de posgrado en el laboratorio de Pritchard y coautora del artículo. "Por ejemplo, la cerámica norteafricana se encontró en todo el imperio. Ahora también encontramos evidencia genética de personas del norte de África que residen en las actuales Italia y Austria".
Nuevas preguntas
Descubrieron que, entre las personas que no eran locales del lugar donde fueron encontrados, existían patrones comunes de ascendencia. Las personas encontradas en Gran Bretaña e Irlanda solían venir del norte o centro de Europa y sería menos común encontrar personas del suroeste de Europa o el norte de África. Estos datos ayudaron a explicar cómo las rutas comerciales y los movimientos militares impulsaron la diversidad.
"La expansión del imperio fue una empresa enorme que requirió el esfuerzo comercial, esclavos, desplazamientos forzados y miles de soldados", dijo Weiss. "A medida que el imperio se expandió, atrajo a más y más personas y aumentó la movilidad en continentes enteros".
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Los nuevos datos llevaron a los investigadores a un enigma desconcertante: si la gente hubiera seguido moviéndose al ritmo observado durante el período estudiado, las diferencias regionales habrían comenzado a desaparecer gradualmente. Los genomas de las personas de Europa del Este, por ejemplo, se habrían vuelto indistinguibles de los de Europa Occidental y el norte de África, y viceversa. Sin embargo, la mayoría de estas poblaciones (incluso hoy en día) siguen teniendo diferencias genéticas. Una explicación sería que estos individuos no siempre dejaban descendencia en los lugares donde murieron.
"Todo lo que podemos decir con certeza es dónde murieron estas personas", informó Weiss. "Si alguien murió durante un despliegue militar, no significa que se haya reasentado permanentemente en el área donde se encontró su cuerpo".
El equipo continúa trabajando sobre la hipótesis de que la movilidad de las personas disminuyó drásticamente con el colapso de Roma. Aún no tienen suficientes datos de ese período para confirmarlo, pero esperan profundizar sus investigaciones en otros periodos históricos como la Edad Media, la Ilustración o la Revolución Industrial centren en la época medieval, la Ilustración y la Revolución Industrial para ver cómo se comparan los patrones de movilidad.