En el verano de 1346 se produjo una de las campañas más impresionantes de la Guerra de los Cien Años (1337-1453). Eduardo III, rey de Inglaterra, desembarcaba junto a un ejército de 15.000 hombres en las playas de Normandía para enfrentarse a Felipe VI de Francia. Después de meses luchando y avanzando en territorio hostil, un ejército galo les cortó el paso en Crécy. Los caballeros franceses terminaron ahogados en el barro, asaetados ante inclementes lluvias de flechas o desmembrados en horripilantes combates cuerpo a cuerpo.
Ese ejército inglés desembarca ahora en las librerías españolas en forma de novela histórica, la primera de Dan Jones, periodista e historiador especializado en la Edad Media. Los Perros de Essex (Ático de los Libros) sigue el rastro de una pequeña Compañía inglesa formada por guerreros mercenarios marcados por un oscuro pasado, presente y futuro en el limbo entre la guerra y la criminalidad. En su conversación con este periódico, desde el lejano ruido de los cascos de monturas y el paso de las unidades mercenarias medievales, el autor se sumerge en la historia de nuestro inestable presente.
Pregunta. Ha escrito muchos ensayos y obras históricas reconocidas. ¿Por qué ahora se ha aventurado por una trilogía de ficción sobre la Guerra de los Cien Años?
Respuesta. Antes de escribir este libro ya había escrito diez libros y me aproximaba a los cuarenta años. Estos dos números me hicieron plantearme cuál iba a ser el siguiente paso de mi carrera. En el verano de 2019 estuve en las zonas del desembarco de Normandía y, llevado por la energía de estas películas bélicas americanas como Salvar al soldado Ryan o Hermanos de sangre quise hacer algo similar pero llevado al siglo XIV. Era un tema que ya conocía por lo que me ahorraba aprenderme la historia de trasfondo a la vez que aprendía lo que era el oficio de escritor.
P. ¿Dónde coloca el límite entre los hechos históricos y la ficción? Es decir, ¿cuál es la línea roja que no se puede cruzar en una novela histórica?
R. Bueno, yo no suelo pensar en términos de líneas rojas, digamos que me guío por el gran marco de los acontecimientos y no cambio los sucesos históricos. Lo que es la construcción narrativa me lo tomo como un juego. Los escritores de ficción histórica tienen mucho cuidado de no pisar líneas rojas, pero para mí el atractivo de escribir radica en la libertad que te da. Mi objetivo al final es pasármelo bien.
»Es verdad que no me invento los hechos, pero no me caliento mucho la cabeza con si algo realmente ocurrió. Con que sea plausible es suficiente. Pienso que lo más importante es la atmósfera que construyes antes de contar la historia o los hechos con precisión milimétrica.
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P. Aún así habrá tenido un trabajo de documentación e investigación a la hora de dibujar la obra y enmarcarla en el siglo XIV. ¿Hubo algún episodio del conflicto que le sorprendiese?
R. Cuando escribía una obra de no ficción sobre este momento encontré una anécdota. Cuando el ejército inglés se aceraba a Saint-Lô, los franceses habían colocado en la entrada de la ciudad las cabezas de tres caballeros normandos. Lo incluí como nota a pie de página, pero cuando enfoco el mismo episodio como novelista lo hago de forma muy diferente y se convierte en un capítulo entero. ¿Cómo llegaron ahí las cabezas? ¿Cuál es su historia? ¿Cómo se dieron las órdenes? Además, es un episodio que ilustra a la perfección lo que es la locura de una guerra.
»En la segunda parte, Los Lobos del Invierno, narro el asedio de Calais y encontré varias referencias hacia algunos piratas que surcaban el canal de la Mancha. Para un historiador no es muy importante, pero como novelista abre un universo repleto de detalles e historias.
"Una novela me obliga a poner el foco en las emociones y esto es muy distinto a lo que es escribir no ficción"
P. La Guerra de los Cien Años salpicó también a los reinos de la Península Ibérica. Bajo el fuego enemigo, en este otro desembarco de Normandía, el protagonista se lanza a las playas gritando "Desperta ferro". ¿Es un guiño a los lectores españoles?
R. Realmente no pensaba en el público español. Lo que quería transmitir es la idea de un mundo medieval más interconectado donde las fronteras no estaban muy definidas. Aunque un personaje esté luchando en las costas de Francia dice la frase porque se lo escuchó a un guerrero de otro sitio que conoció en otra campaña.
»Por otro lado, también la incluí porque honestamente es una frase muy guay. La tercera parte de la trilogía va a tener más motivos de regocijo para el lector español ya que se centra en una batalla naval contra Inglaterra en la que Castilla juega un papel muy importante.
P. ¿Qué es más difícil de escribir, una novela o un ensayo?
R. La ficción, sin ninguna duda. Sobre todo porque soy principiante en este ámbito. Poder y tronos lo escribí en la pandemia y es la gran historia de la Edad Media desde la caída de Roma hasta el Renacimiento. Abarca muchísimos años, pero realmente me sentí muy cómodo escribiendo. Quise buscar y encontrar nuevos retos para crecer como escritor.
»Diría que soy muy arquitectónico cuando escribo no ficción, creo un plan y lo cumplo. Para escribir novelas esto no sirve, hay que trabajar a una escala mucho más pequeña, partir de ideas concretas y desarrollarlas. Algunas llegan a callejones sin salida otras funcionan y algunas vienen mientras estoy tumbado en el sofá o haciendo yoga. Acabo de escribir una biografía sobre Enrique V y en unas semanas me pondré con la tercera parte de Los Perros de Essex, lo que me requerirá mucho esfuerzo mental y físico. Me obliga a poner el foco en las emociones y esto es realmente muy distinto a lo que es escribir no ficción.
"Nuestra época se parece mucho más al siglo XVI y al final de la Edad Media que a la caída de Roma"
P. ¿Qué era exactamente una Compañía como la que retrata en la novela? ¿En qué se diferenciaba de los actuales Wagner o Academi (antiguo Blackwater)?
R. En Inglaterra y Gales en el siglo XIV se encomendaba a los capitanes la tarea de reclutar. En la obra, uno de los personajes es sir Robert que recluta a los Perros de Essex. Imagino que en la actualidad el reclutamiento de Wagner es diferente, pero sí que hay paralelismos, uno de ellos es que en ambos hay una línea muy fina que los separa de la pura criminalidad. El libro lo escribí antes de la guerra de Ucrania y cuando empezó me sorprendieron las similitudes que encontré. Las compañías mercenarias no han cambiado demasiado.
P. Hablando de paralelismos, actualmente estallan cada vez más guerras, la UE atraviesa una crisis agraria y el mundo aún sigue sin sacudirse de las secuelas que dejó la pandemia de la Covid. ¿Estaríamos entrando en una segunda Edad Media, Occidente está en decadencia?
R. Vivimos en una época de cambio a nivel cultural, político, tecnológico y religioso que podríamos comparar con la revolución neolítica o industrial. Sinceramente espero que no estemos entrando en una segunda Edad Media, pero no hemos visto el colapso de Occidente, al menos todavía.
»Lo que sí vemos es un reordenamiento del poder político, de la influencia cultural de las naciones de todo el mundo, y esto genera mucha confusión. Nuestra época se parece mucho más al siglo XVI y al final de la Edad Media que a la caída de Roma. Con la invención de la imprenta y la posibilidad de comunicarse mucho más rápido destruyeron muchas certidumbres medievales y luego llegó la Reforma. En la actualidad ocurre algo similar con la tecnología de la comunicación y nuestras certezas de décadas previas.
P. ¿Se puede aprender historia con una novela? En este sentido, ¿un escritor de novela histórica tiene responsabilidad para/con sus lectores?
R. Esta es una pregunta fantástica. La gente consume historia a través de la ficción. Para muchos es como la puerta de entrada a la historia y otros no bucean mucho más allá de la ficción. Como autor, ¿hasta qué punto soy responsable de ofrecer una versión histórica o soy más responsable de ofrecer una buena historia? Si uno se plantea que es un gran sabio cuya función es educar a las masas probablemente su novela no funcione muy bien.
»Lo que yo quiero hacer es crear un mundo creíble con coherencia interna, que sea plausible, y no tanto educar a nadie. Al final para mí es fácil decirlo porque realmente he hecho las dos cosas. También pienso que el lector tiene un grado de responsabilidad y hay que confiar en él y que sepa que está leyendo ficción. A veces me choca cuando se ponen quisquillosos y me dicen que esto no es plausible o no es correcto. Entonces, ¿por qué lo estás leyendo? Algo parecido ocurre con películas históricas. Un cineasta tiene que hacer una buena película, no un documental. Sin embargo, es muy curiosa la ficción histórica. A la hora de mezclar estos elementos se repelen como agua y aceite lo que resulta muy interesante, crea un híbrido muy extraño con el que es divertido trabajar.
P. Su carrera como escritor ha estado muy centrada en la historia militar. ¿Cree en un posible futuro utópico en que las guerras dejen de existir tal como aspira la ONU?
R. Eso suena a algo de John Lennon. Cada día que pasa las probabilidades de que no ocurra son mucho más altas y la tecnología cada vez es más desarrollada. La Guerra de los Cien Años también es la historia del cambio tecnológico a la hora de matar. No nos gustaría luchar esa guerra, pero tampoco nos gustaría que esos personajes tuvieran la tecnología de hoy. No querrías darle a Eduardo III una bomba atómica. Empiezan con espadas, hachas, arcos largos y ballestas que hacen una cantidad limitada de daño.
»Cuando avanza y llega al siglo XV ya hay pólvora y cañones que hacen mucho más daño mucho más rápido. Con los siglos terminaríamos llegando al alambre de espino, las ametralladoras y al arma nuclear. En Ucrania este conflicto puede escalar hasta que alguien detone una bomba nuclear táctica ¿Qué pasará después de esto? ¿Qué futuro verá la Humanidad?
»Parafraseando la cita de que la III Guerra Mundial se luchará con armas muy desarrolladas, quizá la Cuarta la luchemos con palos y piedras. Quizá la Humanidad vea una última guerra porque luego no quede nadie para luchar la siguiente. Es una respuesta pesimista, pero veo mucho más fácil que la Humanidad se destruya a sí misma antes de que de se tome de forma colectiva la decisión de renunciar a la guerra.
"La incertidumbre y la inestabilidad es lo que caracteriza realmente nuestro presente"
P. Inglaterra y Francia estuvieron luchando siglos y han terminado formando parte de la OTAN. En el pasado enero, el general Patrick Sander, jefe del Estado Mayor de Reino Unido, planteó crear una especie de Home Guard como la de la II Guerra Mundial para preparar a los ciudadanos ante un conflicto. ¿Cree que la OTAN puede entrar en una guerra a gran escala dentro de poco? En caso afirmativo, ¿Reino Unido volvería a formar parte de la UE?
R. Hay dos cosas que son importantes: vivimos en un momento de amenaza para la seguridad global que no se había vivido desde la década de 1980 y la Guerra Fría. Las generaciones actuales cada vez están más distanciadas de las Guerras Mundiales y pueden ser un poco inconscientes sobre lo que significa una guerra. Nadie sabe muy bien cuál va a ser la futura política de EEUU con la OTAN ni con China ni que piensa hacer Putin.
»Sobre Reino Unido creo que nadie sabe realmente la respuesta a estas incógnitas ni cómo gestionar esta época post Brexit. Creo que es difícil que Reino Unido vuelva a unirse a la UE. Mucha gente no percibe que esto sea una garantía para la seguridad de Europa. De serlo, no habría ocurrido la guerra de Ucrania. El año que viene puede haber un cambio de gobierno en Londres, lo que generará muchas actitudes diferentes hacia la UE y la OTAN.
»Estamos en una época de gran inestabilidad global, no sabemos qué harán los futuros gobiernos, no sabemos cuál es el siguiente paso de Putin en Ucrania ni cuando China querrá hacer valer esta ambición imperialista sobre Taiwán. La incertidumbre y las inestabilidades son lo que caracteriza realmente nuestro presente.