El yacimiento neolítico de La Marmotta (Anguillara Sabazia, Italia) se encuentra en la actualidad sumergido a ocho metros de profundidad bajo las aguas del lago Bracciano, a unos 300 m de la línea de la orilla moderna. Pero hace unos 7.000 años, allí vivió una comunidad con una economía doméstica muy consolidada y casas rectangulares con compartimentos internos y un hogar central. Una organización espacial que podría corresponderse con un modelo inicial de protourbanismo.
Los habitantes del sitio consumieron cabras, bueyes y cerdos y distintas especies de trigo y leguminosas, cazaron y recolectaron, y fabricaron miles de artefactos de piedra, madera y hueso, ornamentos y recipientes cerámicos de cestería. Una intensa actividad que ha sobrevivido gracias a un excepcional contexto, bajo tres metros de sedimentos, para su conservación. Entre los hallazgos más singulares se contabilizan decenas de hoces, cuencos, palos cavadores, arcos y cestos, restos de material textil y de alimentos y, por encima de todo, cinco piraguas prehistóricas que aparecieron asociadas a algunas viviendas.
Un nuevo estudio de estas excepcionales embarcaciones fechadas entre 5700 y 5100 a.C. ha desvelado que son las únicas canoas del Neolítico conocidas hasta el momento en los yacimientos de la cuenca mediterránea. Según los autores de la investigación, publicada en la revista PLOS ONE y liderada por Juan F. Gibaja, de la Institución Milá y Fontanals de Investigación en Humanidades, dependiente del CSIC, este descubrimiento ofrece información incalculable sobre el tipo de navegación que se desarrolló en ese momento de la Prehistoria. "Este estudio revela la asombrosa sofisticación tecnológica de las primeras comunidades agrícolas y pastoriles, destacando sus habilidades para trabajar la madera y la construcción de embarcaciones complejas", subrayan en sus conclusiones.
El análisis de las canoas ha confirmado que fueron construidas con cuatro tipos diferentes de árboles perforados (roble, aliso, álamo y haya), una variedad inusual en los yacimientos del mismo periodo. La número uno, la mejor conservada, expuesta en la actualidad en el Museo de las Civilizaciones de Roma, mide más de diez metros de largo y contaba con refuerzos transversales para proteger el casco y mejorar su manejo.
Además, se han identificado unos elementos con forma de T y con agujeros insertados en la zona de estribor. Su posición y características sugieren que pudieron haber sido utilizados para sujetar cuerdas atadas a una posible vela o para unir otros elementos náuticos como un estabilizador o incluso una segunda piragua formando una suerte de catamarán. Unas soluciones que habrían proporcionado mayor seguridad y estabilidad, y mayor capacidad de transporte de personas, animales y mercancías.
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La piragua número 2 cree que pudo haber sido una embarcación de pesca o utilizada para recolectar recursos vegetales y transportar personas y pequeños animales en el lago, o incluso en el mar. Junto a ella se encontró una pieza de madera con un solo agujero, de unos 2,8 centímetros de diámetro. Con forma de seta, tiene 13,4 centímetros de largo y entre 9 y 8 centímetros de ancho. "Su similitud con los bolardos modernos de nuestros puertos sugieren que su función podría haber sido precisamente esa, asegurar la canoa cuando el nivel del agua subía en el lago", explica Niccolò Mazzucco, de la Universidad de Pisa.
¿Más barcas?
Las piraguas de La Marmotta, un lago conectado con el Mediterráneo mediante el río Arrone, de 38 kilómetros, constituyen un extraordinario ejemplo de embarcaciones prehistóricas, cuya construcción requirió una comprensión detallada del diseño estructural y las propiedades de la madera, así como una mano de obra especializada en el uso de hachas y azuelas. "Su tamaño, los otros elementos asociados a ellas y la variedad de especies de árboles convierten a este yacimiento en un punto de referencia obligatoria en cualquier tipo de debate sobre el proceso de neolitización alrededor del Mediterráneo y los orígenes de la navegación", destacan los investigadores en las conclusiones.
Aunque hay piraguas más antiguas, de hace 9.000 años pertenecientes a los últimos cazadores-recolectores del Mesolítico, "las de La Marmotta sorprenden no sólo por su tamaño, sino también por la complejidad técnica con la que se elaboró tanto el casco de la embarcación, como ciertos elementos a ella asociados. Sin duda estamos ante el trabajo de verdaderos ingenieros navales", matiza Mario Mineo, investigador del Museo de las Civilizaciones. Esta tecnología náutica fue parte esencial en el éxito de su expansión, teniendo en cuenta que en pocos milenios ocuparon todo el Mediterráneo, desde Chipre hasta la costa atlántica de la Península Ibérica.
Además de las características señaladas, en el sitio se han recuperado herramientas de piedra de obsidiana vinculadas a las islas cercanas de Lipari y Palmarola. Todas estas evidencias indican que se trataba de embarcaciones en condiciones de navegar. Según el equipo multidisciplinar de investigadores, las similitudes entre estas piraguas y las tecnologías náuticas modernas respaldan la idea de que muchos de los avances clave en el mundo de la navegación se registraron durante el Neolítico temprano. Futuras prospecciones en La Marmotta, un yacimiento del que se excavó el 25% entre 1992 y 2006, puedan tal vez arrojar nuevos hallazgos de piraguas para seguir desentrañando los orígenes de un comportamiento fundamental en la evolución humana.