La incertidumbre y el temor habían contagiado a los habitantes de Huqoq, una aldea situada al norte de Judea, en la zona de Galilea, donde había predicado Jesús de Nazaret. En el año 66 d.C., momento en el que se desató la primera revuelta judía contra el dominio del Imperio romano y estalló la guerra, la comunidad local transformó la cisterna de agua, construida durante el periodo del Segundo Templo, en un inmenso escondite subterráneo de cámaras conectadas por angostos y estrechos túneles que harían imposible el paso de un legionario armado con su panoplia. Allí regresaron entre 132 y 136 d.C., durante la llamada rebelión de Bar Kojba, también aplacada con furia por las tropas de la Urbs.
Ese impresionante complejo de largos túneles y salas de mayor tamaños que fueron cavadas por los insurrectos judeos hace casi 2.000 años ha sido ahora descubierto por un equipo de investigadores de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) y de la Universidad Académica de Zefat. Según los arqueólogos, el hallazgo de este laberinto revela que comunidades judías asentadas en zonas tan septentrionales como las colinas de Galilea se prepararon para una eventual campaña de represión conducida por las legiones romanas, las mismas tropas que en el año 70 dirigieron un prolongado y feroz asedio de la ciudad de Israel y destruyeron y saquearon su famoso templo.
El refugio que cavaron los moradores de la aldea de Huqoq, un moderno kibutz en el que también ha salido a la luz una sinagoga del siglo VI con unos bellos mosaicos con escenas protagonizadas por el personaje bíblico Sansón, se extendía más allá de un centenar de metros, según el profesor Yinon Shivtiel. Contaba con al menos ocho cámaras algo más espaciosas para acoger víveres y a una familia entera que se unieron por pasillos con delgados giros de 90º que buscaban dificultar la entrada de algún sujeto fuertemente armado. En esta operación de ingeniería incluso rompieron una de las paredes de la mikve, el espacio donde se realizaban los baños de purificación de los judíos.
"El complejo de túneles permite vislumbrar una época complicada para la población judía en Huqoq y en Galilea en general", detallan los directores de los trabajos de investigación, Shivtiel y Uri Berger, arqueólogo de la AAI. "Sin embargo, la historia que cuenta el sitio es también un relato de optimismo de una antigua ciudad judea que logró sobrevivir a tribulaciones históricas". Celebran, además, que los residentes de este asentamiento "incluso después de perder su libertad, y después de muchos años duros de revueltas, salieron del escondite y establecieron un pueblo próspero, con una de las sinagogas más impresionantes de la zona".
Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz restos de materiales cerámicos y platos de vidrio, además un "impresionante" anillo forjado para lucir una piedra preciosa que se ha perdido. Pero no se han documentado evidencias de un episodio violento, por lo que los investigadores piensan que los combates entre los rebeldes y los romanos no alcanzaron esta zona tan al norte de Judea.
Precisamente el descubrimiento del gran complejo de túneles subterráneos puede contribuir a resolver una duda histórica: ¿alcanzó la revuelta de Bar Kojba la región de Galilea? Basándose en los hallazgos registrados en el yacimiento, Berger y Shivtiel han datado las partes internas del escondite en los días de esta segunda rebelión, reconociendo al mismo tiempo que algunos de los espacios se habían creado ya en el contexto de la primera guerra judeorromana (66-73 d.C.). "No es seguro que el complejo fuera utilizado para esconderse durante la segunda revuelta, pero parece haber sido preparado para este propósito", afirman. "Esperamos que futuras excavaciones nos acerquen a la respuesta".