Teotihuacán fue hace algo más de 1.500 años una de las ciudades prehispánicas más importantes de la América antigua, uno de los focos culturales y artísticos más relevantes de Mesoamérica. En su época de mayor esplendor, la urbe, fundada hacia el año 100 d.C. y que llegó a abarcar un área de 22 kilómetros cuadrados, acogió a una población superior a 100.000 habitantes. Había zonas ricas, pobres y barrios especializados, grandes avenidas y edificios monumentales, como dos de las pirámides más grandes del mundo —la del Sol y la de la Luna— y el templo dedicado a Quetzalcóat, la Serpiente Emplumada, una de las principales divinidades de la región.
Sin embargo, hacia finales del siglo VII esta pujante ciudad-estado multiétnica situada en el Valle Central de México entró en crisis: la población disminuyó de forma vertiginosa y se registró una repentina pérdida de poder geopolítico en beneficio de otras sociedades y asentamientos mesoamericanos como Tula, otro de los grandes centros urbanos del Altiplano Central. El colapso se tradujo en incendios, saqueo y su abandono final. La "ciudad de los dioses" había perdido su protección. ¿Pero qué fue lo que realmente ocurrió?
A ese interrogante histórico ofrece una original respuesta un nuevo estudio realizado por investigadores del Instituto Geológico y Minero de España y las universidades de Barcelona, Salamanca, Autónoma y Politécnica de Madrid y Michoacana San Nicolas de Hidalgo (México). Según los resultados de su trabajo, publicado en la revista Journal of Archaeological Science: Reports, Teotihuacán se vio afectada por cinco terremotos destructivos registrados aproximadamente entre 100 y 650 que pueden explicar el declive del centro urbano, ejemplo singular del urbanismo antiguo y el desarrollo estatal en la América del periodo clásico, y sumarse a otras hipótesis como los conflictos internos.
El análisis de distintos vestigios del yacimiento, Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1987, ha revelado la presencia de efectos arqueológicos de terremotos (EAE por sus siglas en inglés) como esquinas desconchadas, desplazamiento y rotación de bloques de mampostería, colapso de muros y destrucción de las partes superiores de edificios. Estos accidentes se han documentado en una de las escaleras del templo de la Serpiente Emplumada o en las primeras filas de escalones de la plataforma adosada a la Pirámide del Sol.
Los investigadores explican que han identificado al menos dos fuertes terremotos destructivos (intensidad VIII-IX) durante el periodo de mayor lustre de Teotihuacán: uno hacia mediados del siglo V y otro entre los años 1 y 150, momento en el que se registra el crecimiento exponencial de la plaza. Los otros tres, de menor intensidad, ocurrieron hacia 225, 400 y 600. La conclusión de los científicos es que estos episodios sísmicos no solamente contribuyeron al abandono de la urbe, sino que sirvieron de acicate a los habitantes para buscar nuevas soluciones constructivas y arquitectónicas. Estos desastres naturales, sumados a dos erupciones volcánicas del Popocatépetl (50-100 d.C.) y del Xitle (hacia 300 d.C.), contribuyeron paradójicamente al desarrollo de la ciudad-estado.
"El historial de reparaciones, ampliaciones, refuerzos de edificios, la presencia de EAE y el uso de nuevos estilos constructivos como la plataforma adosada indican la evolución de una cultura que convivió con fuertes terremotos", señalan los autores del artículo científico, liderado por Raúl Pérez-López, experto en el estudio de los efectos geológicos de terremotos, y Natalia Moragas-Segura, codirectora del proyecto de investigaciones arqueológicas en Teotihuacán.
Los terremotos, según los investigadores, pudieron tener su origen en la fosa mesoamericana del océano Pacífico, que se extiende a lo largo de litoral de América central, aunque no se descarta otro epicentro más próximo a la ciudad-estado. Según las evidencias observadas, el patrón espacial de los EAE muestra una dirección de choque sísmico con dirección suroeste al noroeste. "La acción conjunta de varios terremotos puede explicar los daños arqueosísmicos documentados el yacimiento, pero los dos últimos terremotos antes de su abandono hacia el año 650 son la causa más probable", concluyen los científicos.