En época romana, los metales, arrancados de la tierra por fatigados mineros, eran transformados en lingotes para facilitar su almacenamiento y distribución. La gran mayoría se ha encontrado en las entrañas de olvidadas embarcaciones que naufragaron durante su transporte por el Mediterráneo antes de llegar a su destino. Muy pocos se han documentado cerca de sus mercados, como los localizados en Pompeya y Herculano.
Por ello, hallar lingotes en su mismo centro de producción es algo muy poco frecuente pero que ha ocurrido en el yacimiento cordobés de los Escoriales, cerca de la aldea de Doña Rama. Estos tres lingotes, inéditos hasta ahora, manifiestan la importancia productora y exportadora de plomo del norte de Córdoba y demuestran que la zona fue el principal polo de fundición de este metal en el antiguo occidente mediterráneo.
Según el último estudio dirigido por Antonio Monterroso, arqueólogo e investigador de la Universidad de Córdoba, publicado en la revista Journal of Roman Archaeology, estos lingotes miden cerca de 45 centímetros de largo, su peso varía entre los 24 y 32 kilogramos y tienen una forma triangular.
El plomo
El pomo era un material muy valorado en el mundo romano con el que se fabricaron gran cantidad de objetos de uso diario como cucharas o tejas, además de ser usado en las tuberías y canalizaciones de agua. El análisis de la composición química y de los isótopos estables de estas piezas ha permitido desvelar tanto que estaban desplatados como que el mineral con el que se fabricaron era originario del distrito de Fuente Obejuna-Azuaga, un centro de gran actividad extractiva en la época y al que pertenece al yacimiento de Doña Rama, donde se han encontrado los lingotes.
Es decir, las tres piezas tenían un origen común. El hecho de que los lingotes se encontraran en la misma zona en la que se habían fabricado es "un caso excepcional y cuyo motivo se desconoce", según se recoge en una nota de prensa distribuida por la Universidad de Córdoba.
"Esta información inserta a estas comarcas del norte de Córdoba en las redes principales de producción metalúrgica, económica y comercial de la Antigüedad en el Mediterráneo", explica Antonio Monterroso.
Societas Sisaponensis
Estas piezas, fechadas en el siglo I d.C. fueron grabadas con dos letras "S" que las identificaban y permiten conocer una parte de su historia. Dichas iniciales hacen referencia a la Societas Sisaponensis, una empresa privada que explotaba varias minas de Hispania con el beneplácito de la Urbs y cuyo origen se sitúa en la antigua ciudad de Sisapo alrededor del siglo I a.C.
Esta empresa, citada en una de las cartas de Cicerón, era conocida en Roma por centrar gran parte de su actividad en el Valle de Alcudia, en la moderna provincia de Ciudad Real, donde extraían el minum, el cinabrio. Este mineral es "un sulfuro de mercurio de color rojizo del que se obtenía el conocido pigmento 'rojo pompeyano' y se podía extraer el mercurio", explican los investigadores en su artículo.
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Sin embargo, el Valle de Alcudia y el yacimiento de los Escoriales están separados por 70 kilómetros, motivo por el que los investigadores creen que una de sus sedes principales se situó en la antigua Corduba, capital de la Hispania Ulterior en época republicana y de la provincia de Bética ya en tiempos imperiales. Esta presencia en zonas tan alejadas daría muestras de la poderosa logística de recursos y personas que esta Societas era capaz de desplegar.
Aún quedan muchas preguntas sin responder en el yacimiento de Doña Rama, que se piensa que sería un poblado minero que contaría con una fundición, una zona de procesado y, posiblemente, un recinto fortificado. No obstante, según matiza Monterroso, "todo está por investigar".