Unas obras realizadas en 2004 en la antigua ciudad romana de Ovilava, la moderna Wels, en la Alta Austria, sacaron a la luz una inusual tumba que conservaba los cuerpos de dos personas abrazadas y que habían sido depositados sobre el cadáver de un caballo. Al principio, los arqueólogos pensaron que se trataría de un doble enterramiento de principios de la Edad Media. Sin embargo, el estudio genético de los huesos ha desvelado una gran sorpresa: los individuos no eran amantes, sino una madre y una hija que murieron hace unos 1.800 años, cuando el Imperio romano controlaba la región.
El estudio realizado por investigadores de la Universidad de Austria y que ha empleado los últimos métodos bioarqueológicos y arqueogenéticos ha confirmado que la tumba no es del periodo bávaro, ya en la Alta Edad Media, sino 500 años más antigua de lo que se pensaba. Es decir, data de los siglos II-III d.C. Los resultados del trabajo se publicaron hace unos días en un artículo en la revista Journal of Archaeological Science: Reports.
La inusual tumba apareció en una de las necrópolis de la antigua ciudad de Ovilava. El brazo derecho de uno de los individuos yacía alrededor del hombro del otro, como si se hubiese querido remarcar una estrecha conexión social y emocional entre ambos. Al principio se les identificó como amantes, pero el estudio osteológico y los análisis de ADN antiguo han cambiado esta idea de forma radical: se trata de dos mujeres que murieron respectivamente a los 20-25 y 40-60 años y que eran parientes de primer grado —se descarta a priori que puedan ser hermanas por la gran diferencia de edad para la época—.
"En época romana, las sepulturas en las que se enterraba a la gente junto a caballos eran muy raras. Pero lo que resulta aún más extraordinario es que este es el primer enterramiento romano en Austria en el que los análisis genéticos han podido identificar claramente a una madre y a su hija biológica, que fueron enterradas al mismo tiempo. Esto hace que nuestros resultados sean especialmente interesantes", ha destacado Dominik Hagmann, arqueólogo de la Universidad de Viena y autor principal del estudio junto a Sylvia Kirchengast.
Como ajuar funerario, los enterradores incluyeron, además del caballo, unos pendientes de oro. Según los investigadores, se trata de evidencias que subrayan el alto estatus social de ambas mujeres dentro de su comunidad.
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Sin embargo, queda un gran interrogante al que dar respuesta: ¿por qué ambas mujeres fueron enterradas a la vez? ¿Qué fue lo que provocó su muerte? La hipótesis principal de los investigadores es que ambas fallecieron a causa de una enfermedad y, siguiendo todavía tradiciones arraigadas en la región durante la Edad del Hierro, fueron enterradas con su caballo. La madre, de hecho, presenta características esqueléticas que indican que pudo haber sido una jinete frecuente.
"Hasta donde sabemos, es extremadamente raro que los romanos se hiciesen enterrar con caballos, no eran un pueblo de caballos", ha señalado Hagmann. El arqueólogo sospecha, según informa el portal Live Science, que ambos individuos podrían ser miembros de la cultura celta que todavía existía en la época romana y que sí practicaba este tipo de enterramientos. En cualquier caso, los investigadores destacan la potencialidad de este tipo de estudios que revisan interpretaciones históricas previas gracias a las nuevas y más precisas técnicas.