El sacrificio y enterramiento de caballos en necrópolis humanas entre los siglos I y XIII d.C son una característica típica de la arqueología de la región del Báltico. Estos rituales públicos y macabros requerían una reseñable cantidad de recursos y reflejan que el sistema de creencias paganas sobrevivió mucho tiempo después de la aparición de una nueva fe, el cristianismo. A pesar de que se han documentado diferencias importantes sobre la forma ejecutar a los animales o dónde y cómo inhumarlos, hasta ahora había dos características que parecían comunes: el uso de machos y de razas locales.
Sin embargo, una revisión con novedosas técnicas científicas de los restos de 76 caballos sacrificados encontrados en nueve yacimientos de la zona oriental del Báltico —en concreto, en las modernas Polonia, Lituania y la región rusa de Kaliningrado— ha desvelado interesantes sorpresas. Por ejemplo, que a finales de la época vikinga, entre los siglos XI y XIII, los sementales utilizados en los sacrificios procedían de otras zonas de Escandinavia: fueron transportados cientos de kilómetros mediante vías marítimas antes de ser sacrificados.
Los resultados del trabajo, liderado por investigadores de la Universidad de Cambridge, se han publicado este viernes en la revista Science Advances. El estudio se ha centrado en obtener datos biomoleculares de los restos óseos de los animales, así como realizar análisis genéticos para determinar su sexo, de isótopos para averiguar su procedencia o de radiocarbono para establecer el momento en el que vivieron. La muestra de 76 individuos ha permitido derribar otra idea enraizada: casi un tercio de las víctimas de los rituales (26) fueron yeguas.
Los lugares de origen más probables de tres de ellas son la Escandinavia ya cristianizada —el este de Suecia o el centro de Finlandia—, lo que implicaría una ruta marítima de unos 1.500 kilómetros, aunque no se descarta que fuesen intercambiados con alguna orden militar de la época de las cruzadas, como la de los Caballeros Teutónicos.
"Nuestros resultados demuestran que los caballos cruzaron el mar Báltico en barco, un nivel de movilidad que no se había documentado arqueológicamente", destacan los investigadores en sus conclusiones. "Los bálticos obtuvieron y sacrificaron caballos de tierras vecinas mientras experimentaban una conversión gradual. Si bien el prestigio socioeconómico de los animales importados puede haber sido la característica esencial de esta elección para los rituales, también puede verse como un poderoso acto de resistencia y resiliencia dentro de una comunidad pagana persistente".
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Caballos sí, Dios no
Los análisis de isótopos de estroncio en los dientes de los caballos es lo que ha permitido identificar su lugar de origen. El suelo, el agua y las plantas tienen una composición química que refleja su geología subyacente. La firma química es absorbida por los animales al consumirla y permanece encerrada en el duro esmalte de sus dientes, lo que concede a los arqueólogos la posibilidad de rastrear sus viajes en vida cientos de años después.
Los sacrificios de caballos eran ritos públicos muy visibles y simbólicos en toda la Europa prehistórica pagana y persistieron entre las tribus bálticas hasta el siglo XIV d.C. Los pozos funerarios donde se depositaban estas ofrendas a los dioses pueden incluir varios caballos, completos o parciales. En muchas necrópolis de la región estos mamíferos eran enterrados separados de los humanos, pero hay numerosos ejemplos con cremaciones humanas superpuestas.
"Este estudio derriba teorías previas de que los sementales locales eran los que se seleccionaban exclusivamente para el sacrificio. Dada la inesperada presencia de yeguas, creemos que el prestigio del animal que venía de lejos fue un factor más importante para ser escogidos para este rito", apunta Katherine French, investigadora de la Universidad Estatal de Washington (Estados Unidos). "Las rutas comerciales de la época vikinga se extendían desde las actuales Islandia, Gran Bretaña e Irlanda en el oeste hasta los imperios bizantino y árabe en el este. El hallazgo de un peso de un comerciante en una de las tumbas de un caballo indica el papel clave de dichos animales en estas vibrantes redes comerciales".
"Las tribus paganas del Báltico claramente buscaban caballos en el extranjero entre sus vecinos cristianos mientas que al mismo tiempo se resistían a convertirse a su religión", añade Richard Madgwick, profesor de la Facultad de Historia, Arqueología y Religión de la Universidad de Cardiff y uno de los coautores de la investigación. "Esta comprensión revisada del sacrificio de caballos resalta la relación dinámica entre las comunidades paganas y cristianas en ese momento".