En 1898 los sueños de gloria del Imperio español se hundieron con la Armada en Cuba y Filipinas. El país quedó sumido en la depresión. En los círculos políticos e intelectuales se hablaba de una España corrupta y decadente que necesitaba "un cirujano de hierro". El lenguaje médico se usó para explicar la coyuntura social. Frenólogos se lanzaron a las cárceles y psiquiátricos tomando apuntes y midiendo los cráneos de las personas "enfermas" que "contaminaban" al país.
Entre hampones, matones y prostitutas se encontraban los que entonces se llamaban desviados, pervertidos o sodomitas. Disidentes sexuales que no encajaban en las normas sociales. Todos "enfermaban" al país. El término homosexual en principio era médico, luego se volvió burlesco. En el franquismo la cosa no fue a menos. Unos acabaron en campos de trabajo y a otros se les intentó "curar".
En los años 60, el psiquiatra Juan José López Ibor presumía de que a través de electroshocks y lobotomías conseguía "curar" a bastantes en la clínica de su chalé de Aravaca (Madrid). Mencionó que uno de sus pacientes apenas podía pensar y había perdido la memoria, pero según el médico mostró cierta atracción hacia las mujeres. Para López Ibor fue un éxito.
"Si la sexualidad se persigue estos disidentes no pueden expresarse y vivir de forma oficial y tienen que recurrir a lugares ocultos para poder hacerlo, lejos de la represión. Esto se convierte en un círculo porque en estos lugares marginales abunda la delincuencia y se asocian ambos conceptos. Los primeros sociólogos piensan que hay algo inherente en ellos que les llevaba a la mala vida y no que la sociedad y la represión les empujasen a estos espacios", explica a este periódico Mikel Herrán, doctor en Arqueología y autor de Sodomitas, vagas y maleantes (Planeta).
El arqueólogo zaragozano, más conocido en redes sociales como @putomikel, realiza una radiografía de una historia de España que estuvo mucho tiempo silenciada y relegada a los márgenes. Antes de que existiesen las siglas LGTBIQ+ existieron disidentes, término más flexible para nombrar a aquellas personas cuya identidad o comportamiento sexoafectivo no encajaba con lo que sus respectivas sociedades consideraban como aceptables.
"Como buenos amigos"
Las vidas de muchos mal llamados desviados se han podido reconstruir porque van de la mano de condenas de tribunales, juicios inquisitoriales y leyes represivas. Un caso que escapa de esta rueda trágica se encuentra en el año 1061, en la Edad Media. Pedro Díaz y Muño Vandilaz, en la actual Rairiz de Veiga (Ourense), pactaron una unión eterna, compartir hogar, cuidarse mutuamente, alimentarse, vestirse, heredar y compartir propiedades, no dejar entrar a otros hombres sin permiso del otro...
La caída del reino visigodo, que comenzó a castigar la sodomía, produjo una relajación de la vigilancia sexual en la Península Ibérica. El documento, además, da muestra de que ambos eran "buenos amigos" y cuenta con la firma de varios testigos. ¿Podríamos decir que fue el primer matrimonio homosexual de España? "Si nos ponemos así podemos retroceder hasta el enterramiento de La Bastida en la cultura de El Argar entre los años 2500 y 2200 a.C.", responde el arqueólogo.
En la tumba número 18 del yacimiento de La Bastida (Totana, Murcia) dos hombres fueron enterrados juntos en una tinaja, mirándose uno al otro para toda la eternidad. Este tipo de enterramientos son comunes para parejas de hombre y mujer o mujer y niño.
Además, muy cerca de ellos hay un cenotafio, una pequeña tumba infantil simbólica, creada para estar vacía. "Parece que este enterramiento imita o intenta integrarse en lo que se consideraba una familia o lo que nosotros entendemos que era una familia en esta sociedad de la Edad del Bronce", apunta Herrán.
Travestirse en el Imperio español
Al descubrirse el Nuevo Mundo para los europeos, muchas de las culturas nativas resultaron muy extrañas a los conquistadores. Su religión, sus rituales y formas de relacionarse eran muy diferentes. Se solía hacer hincapié en estos temas (como los sacrificios humanos) para definir al Otro, un Otro que también era diferente en lo sexual.
En las intrincadas selvas de lo que hoy es Panamá, en 1513 Núñez de Balboa guerreó contra unos indios que no le dejaban pasar. Al llegar al hogar del cacique se encontró al hermano del líder nativo "en traje de mujer, y a muchos otros acicalados y, según testimonio de los vecinos, dispuestos a usos licenciosos", narró Pedro Mártir de Anglería, cronista oficial de las Indias. Ante la orgía que creyeron ver los conquistadores, Núñez de Balboa "mandó echarles los perros, que destrozaron unos cuarenta".
"Colón pronto habla de los caribes como una tribu que es caníbal y sodomita como forma de poder conquistarles e imponerles trabajos forzados. Fue una forma de explicar y de justificar ese orden en que uno tiene que estar por encima y otros tienen que ser corregidos. El travestismo en Europa no fue tan problemático, salvo que fuese con intenciones sexuales. En América sí que se persiguió más, aunque no cometiesen sodomía. Que un hombre se travistiese con ropa de mujer podía ser un indicio de que seguía adorando a falsos ídolos", explica el arqueólogo.
Rosaura
Al otro lado del Atlántico, el 19 de noviembre de 1768, un hombre que vivió en la calle Esperancilla -actual marqués de Toca- denunció a su vecino Sebastián Leirado afirmando que en realidad era una mujer que se vestía de hombre para acostarse con otros vecinos como Antonio Fernández.
Considerado un caso de excesos ligado a la fornicación, el caso de la mujer dio un giro en los tribunales. Sebastián se consideró un hombre y los cirujanos que le inspeccionaron las partes íntimas certificaron que en efecto, era "un hombre perfecto". Las autoridades no supieron muy bien que hacer. ¿Era sodomía? ¿Travestismo?
Sebastián declaró tener un aspecto afeminado, lampiño, con voz fina y que sabía hacer oficios de mujer por lo que en ocasiones le confundían con una. Al seguir su pista se destapó que se reunía de forma habitual con otro grupo de "sodomitas" en una pequeña casa de Madrid donde interpretaban obras de teatro.
Allí, Sebastián adoptaba una personalidad drag y se hacía llamar María Garrido o Mariquita Garrido e interpretaba el papel de Rosaura en la obra La Vida es sueño de Calderón de la Barca. En las cartas requisadas usaba tanto Sebastián como María. Al final, las autoridades decidieron condenar a Sebastián con 10 años de cárcel por sodomía y "otros excesos".
"Muchas de las fuentes hablan de la represión, pero se aprende mucho de la vida de estas personas antes de ser capturadas. Encuentras que había espacios alternativos donde se unían personas consideradas desviadas, interpretaban obras de teatro y tenían encuentros sexuales. Muchas de las historias que conocemos acaban mal, pero otras vivieron hasta 40 años travestidas. Aunque hayan acabado mal no toda su vida fue mala", cierra Mikel Herrán.