Uno de los elementos más curiosos del registro arqueológico prehistórico de la vasta estepa de Eurasia son los calderos de metal. Hechos por primera vez de aleaciones de cobre hace unos 5.000 años, una de las mayores áreas de concentración de estos artefactos se encuentra en el territorio de la moderna Mongolia. La mayoría de los recipientes han sido recuperados por pastores locales en zonas montañosas y lugares próximos a las orillas de los ríos. Sin embargo, su función exacta —se cree que se utilizaban para cocinar o servir alimentos o bebidas— ha sido motivo de debate entre los investigadores.

Un nuevo estudio de paleoproteómica internacional liderado por investigadores de la Universidad de Basilea (Suiza) y publicado en la revista Scientific Reports ha logrado desentrañar el enigma: los nómadas mongoles almacenaban en estos calderos sangre de animales sacrificados, presumiblemente para la producción de salchichas, y es posible que en ellos también fermentaran leche de yak, un mamífero bóvido de tamaño medio y pelaje lanoso nativo de las montañas de Asia Central.

El trabajo, liderado por la arqueóloga biomolecular Shevan Wilkin, ha consistido en realizar análisis de proteínas de dos recipientes de metal de 46,2 y 38,5 centímetros de alto recuperados en un yacimiento localizado al norte de Mongolia. Los artefactos fueron descubiertos en 2021 de forma casual por pastores y las dataciones de radiocarbono han revelado que fueron utilizados en la Edad del Bronce, hace unos 2.700 años.

Representación de calderos en el arte rupestre de un asentamiento de la Edad del Hierro en Minusinsk, Rusia. Bruce Worden Universidad de Michigan

En los calderos, los investigadores identificaron restos de sangre de rumiantes, principalmente ovejas y cabras. "Diversos relatos históricos de los habitantes de las estepas afirman que bebían sangre con regularidad", explica Bryan Miller, profesor de la Universidad de Michigan (EEUU) y coautor del estudio. Los nuevos hallazgos proporcionan ahora una idea más clara de cómo se pudo haber incorporado la sangre a la dieta de los habitantes de esta región de Eurasia, unas poblaciones de pastores móviles cuya alimentación se basaba en la caza y la recolección.

Los investigadores sospechan que se acumuló sangre en los calderos durante el sacrificio para hacer embutidos y salchichas, una práctica similar a las costumbres culinarias contemporáneas en el país asiático. "Estos paralelismos con los tiempos modernos, junto con relatos históricos bien fundamentados sobre la dieta y las prácticas de sacrificio en la región, sugieren que el procesamiento de la sangre era una parte tradicional de la cultura alimentaria de Mongolia", ha detallado Shevan Wilkin. La producción de este tipo de alimentos fue un método de conservación importante para otros pueblos esteparios.

Localización del yacimiento donde se encontraron los recipietnes. Jamsranjav Bayarsaikhan

Además de las proteínas de la sangre, los calderos también contenían trazas de leche, especialmente de ganado doméstico y Bos mutus. "Esto demuestra que los yaks fueron domesticados y ordeñados en Mongolia mucho antes de lo que se suponía", ha destacado la arqueóloga biomolecular. La leche podría haber sido fermentada en los calderos para conservarla en forma de yogur o podría haber sido un ingrediente más en la producción de los embutidos.

"Nuestros descubrimientos ofrecen información sobre las tradiciones y la dieta de los nómadas de la Edad del Bronce y arrojan luz sobre los diversos métodos culinarios de las civilizaciones antiguas", ha subrayado Wilkin. Además de las universidades de Basilea y Michigan, en el proyecto de investigación también participaron expertos del Instituto Max Planck de Geoantropología de Jena (Alemania) y del Museo Nacional de Mongolia.