Una expedición de la Real Sociedad Geográfica Canadiense (RCGS) ha conseguido localizar los restos del Quest a 390 metros de profundidad bajo las aguas de Terranova y Labrador. Este fue el último buque que lideró el famoso explorador sir Ernest Shackleton en su cuarto viaje a la Antártida en 1921-1922. Un ataque cardíaco que sufrió a bordo acabó con su vida el 5 de enero de 1922, cuando se encontraba frente a las islas Georgias del Sur.
Siete años antes de su muerte el explorador saltó a la fama cuando él y los 27 miembros de su tripulación lograron sobrevivir a las extremas condiciones glaciales de la Antártida cuando su buque se hundió por la presión del hielo. En marzo de 2022, el Endurance fue encontrado por un equipo internacional en el mar de Weddel, en el Atlántico sur. Ahora, el descubrimiento del Quest, el último buque que lideró el explorador y que sobrevivió a sus aventuras hasta hundirse en 1962, cierra el capítulo de sus aventuras entre el frío, el hambre y el hielo.
"Shackleton era conocido por su valentía y brillantez como líder en los tiempos de crisis. La trágica ironía radica en que la suya fue la única muerte que tuvo lugar en los barcos bajo su mando directo", explica en un comunicado John Geiger, director ejecutivo de la Real Sociedad Geográfica Canadiense y líder de la expedición que ha localizado el pecio del Quest con potentes sonares solo 5 días después de comenzar a navegar en el Atlántico Noroeste.
Cazador de focas
"Puedo confirmar definitivamente que hemos encontrado los restos del Quest. Está intacto. Los datos de las imágenes de sonar de barrido lateral de alta resolución corresponden exactamente con las dimensiones y características estructurales de este buque tan especial. También son restos coherentes con los acontecimientos ocurridos en el momento del naufragio", explica David Mearns, director de las operaciones de búsqueda.
La última exploración de Shackleton de 1922 a bordo del Quest se considera el final de la conocida como Edad Heroica de la Exploración Antártica (1880-1922). Entre estos años se dirigieron numerosas y peligrosas expediciones al continente helado en nombre de la ciencia y con el afán de realizar nuevos descubrimientos geográficos, como los del noruego Roald Amundsen, el hombre que llegó al Polo Sur en 1911. La muerte de Shackleton traza un antes y un después entre las épicas aventuras y la más técnica y mecánica la exploración actual.
Tras la muerte del angloirlandés, el Quest pasó a ser propiedad de la familia noruega Topp y continuó haciendo viajes de exploración y rescate en los mares helados del océano Ártico, en la otra punta del globo. Durante la II Guerra Mundial sirvió en la Marina Real Canadiense y al terminar la contienda fue usado en la caza de focas. El 5 de mayo de 1962 naufragó en las costas de Terranova y Labrador. Por suerte, toda la dotación consiguió ponerse a salvo.
Encontrar el buque solo fue posible tras un arduo trabajo de investigación en registros y mapas históricos que se compararon con datos y tecnología actual para poder conocer dónde se situó el barco en función de las corrientes, las condiciones climáticas y demás factores de navegación.
"El Quest se hundió en las aguas de los territorios mi'kmaq, innu e inuit en 1962 mientras realizaba una expedición para cazar focas", explica Mi'sel Joe, jefe de la comunidad indígena de los Miawpukek, que, por motivos de salud, lamentó no estar presente en la expedición que encontró el pecio el pasado 9 de junio. "Tener presencia en la misión y estar involucrados en ella demuestra el respeto que la RCGS tiene por nuestro pueblo y nuestro territorio".
En la expedición Shackleton Quest, compuesta por un equipo internacional de oceanógrafos, buzos e historiadores, también han participado miembros del Instituto Marino de la Universidad de Terranova, Canadá, el Museo Fram de Oslo y contó con el apoyo de Alexandra Shackleton, nieta del explorador. Esta afirmó que encontrar el buque se convirtió en todo un "sueño". Este se ha podido hacer realidad 62 años después de su incruento naufragio.