La versión tradicional de la colonización de Rapa Nui, uno de los lugares más remotos del mundo, dice que los primeros habitantes de la isla llegaron hace unos mil años guiados por Hotu Matu'a, el "Gran Antepasado", desde la mítica tierra de Hiva, probablemente el archipiélago de las Marquesas. El tatuador del líder del grupo de colonos polinesios habría animado al marino a efectuar la expedición, de seis semanas de duración, asegurándole que había soñado que al este, hacia el sol naciente, se levantaba un territorio magnífico.
En su nuevo hogar y durante varios siglos erigieron los famosos moai, enormes estructuras o efigies de piedra de los ancestros polinesios que en su origen daban la espalda al mar y fijaban la mirada en el interior volcánico de la isla. También construyeron templos provistos de plataformas complejas que se utilizaban para celebrar rituales y que pudieron cumplir otras funciones de observación astronómica. Apartada del resto del mundo, la civilización colapsó al despojar a la isla de todos sus recursos: se talaron los bosques, se mataron las aves marinas, los suelos se agotaron y el medioambiente quedó arruinado. Cuando los europeos llegaron en 1722 a la que fue bautizada como Isla de Pascua, apenas sobrevivían un par de miles de personas.
La sobreexplotación de los recursos es la explicación más extendida en los círculos académicos sobre el derrumbe de la ancestral civilización de Rapa Nui. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances desafía esta idea del ecocidio, señalando que la población de la Isla de Pascua nunca alcanzó niveles insostenibles. "La conclusión es la opuesta a la teoría del colapso: los habitantes pudieron ser muy resilientes frente a recursos limitados modificando el medioambiente de una manera provechosa", explica Dylan Davis, autor principal del estudio e investigador posdoctoral en Arqueología en la Universidad de Columbia (Estados Unidos).
La Isla de Pascua, con un tamaño de unos 164 kilómetros cuadrados, está formada por roca volcánica y rodeada de aguas bravas que dificultaron el acceso a recursos marinos. Para solucionar estos desafíos, los colonos ingeniaron un sistema de jardines de rocas o de agricultura de acolchado lítico que consistía en esparcir rocas sobre superficies bajas que quedaban protegidas parcialmente de la niebla salina y el viento y que ayudaban a regular las temperaturas. Entre las piedras se plantaron batatas muy nutritivas, uno de los alimentos básicos de su dieta.
Investigaciones previas habían concluido que la población de la isla tuvo que haber sido muy superior a los aproximadamente 3.000 habitantes que contabilizaron los europeos al descubrir este territorio en el siglo XVIII. Estas hipótesis se basaban en la extensión de los jardines de rocas sobre la superficie de la isla, que habría sido de hasta el 19%. En este sentido, se han manejado cifras de que la civilización de Rapa Nui llegó a contar con cerca de 20.000 miembros.
Menos de 4.000 habitantes
La nueva investigación ha consistido en estudiar in situ, durante un periodo de cinco años, los jardines de rocas y sus características. A continuación, con el vasto corpus de datos recabados, se desarrolló un modelo tecnológico que permitiese identificar más espacios de cultivo a través de imágenes satelitales sintonizadas con espectros infrarrojos de onda corta.
El equipo de arqueólogos estadounidenses obsevó que los jardines de roca solo ocuparon 0,76 kilómetros cuadrados de la Isla de Pascua: menos del 0,5%. Aunque reconocen que tal vez hayan sido incapaces de identificar alguna zona de cultivo más pequeña, estas no marcarían grandes diferencias en su interpretación. Si en los huertos solo se hubieran cultivado batatas, podrían haber dado sustento a unas 2.000 personas. Pero los análisis de isótopos de los restos humanos muestran que algo más del 30% de la dieta residía en recursos marinos y otros alimentos menos nutritivos como plátanos y cañas de azúcar. Según estos datos, la colonia de Rapa Nui habría estado formada por menos de 4.000 individuos.
"Hay afloramientos rocosos naturales por toda la isla que en el pasado habían sido identificados erróneamente como jardines de roca", detalla Davis. Carl Lipo, arqueólogo de la Universidad de Binghamton (Nueva York), asegura que la idea del auge y caída de la población "todavía está enraizado en las creencias populares" y en disciplinas como la ecología, pero que trabajos como este muestran una postal difrente. "El estilo de vida de esta gente debió haber sido increíblemente penoso. Hay que pensar que estaban rompiendo rocas todo el día", subraya.
Seth Quintus, un antropólogo de la Universidad de Hawaii que no participó en el estudio, explica que ve la Isla de Pascua como "un buen caso de estudio sobre la adaptación del comportamiento humano frente a un entorno dinámico". La nueva investigación y otras similares "brindan una oportunidad para documentar mejor la naturaleza y el alcance de las estrategias de adaptación": "Sobrevivir en los subtrópicos más áridos de Rapa Nui, más aislado y geológicamente antiguo, fue un gran desafío".