Iruña-Veleia, la ciudad romana más importante del País Vasco, una pujante urbe durante época imperial, acaba de desvelar una espectacular sorpresa bajo los campos de cultivo. Los investigadores de la empresa Arkikus, encargada del estudio del yacimiento situado a las afueras de Vitoria, ha descubierto desde el aire un circo romano que según las primeras estimaciones pudo albergar en torno a 5.000 espectadores.
Según han explicado el arqueólogo Javier Ordoño, responsables de la empresa, el hallazgo ha sido posible gracias a la teledetección de la superficie del yacimiento a través de fotografías aéreas históricas y modernas, cartografía de escáner láser LiDAR e imágenes obtenidas mediante vuelos de dron.
Se trata de un recinto de 280 metros de longitud por 72 de anchura, claramente semicircular. Según los investigadores, se trataría del tercer circo romano conocido en la mitad norte de España tras los de Tarragona y Calahorrra y el que único que conservaría su trazado original al no estar oculto por edificaciones modernas. En toda la Península Ibérica, la antigua Hispania, se conocen menos de una veintena de ejemplos de estas edificaciones, escenario de las populares carreras de carros de la Antigua Roma.
Se trata de un circo de dimensiones algo reducidas si se compara con los más conocidos de Toledo (400x85 m) o Mérida (403x96 m), pero muy similar al de Segóbriga (272x75 m). "Un circo (sea del tamaño que sea) es una estructura de gran importancia para el prestigio de una ciudad. La construcción de un edificio de espectáculos como este demostraba poder, religiosidad y hacía que toda la población de los alrededores se reuniera en ese lugar para las celebraciones lúdicas", ha valorado en sus redes el arqueólogo Néstor Marqués, responsable del canal de divulgación de Antigua Roma al Día.
El hallazgo debe confirmarse mediante trabajos de prospección sobre el terreno. Además del circo, desde el aire se han visto también restos de calles, viviendas y lo que podría ser el foro con sus edificios públicos (templo, basílica, pórticos) y el paso de la Iter XXXIV, la calzada romana que iba de Astorga a Burdeos.
Los arqueólogos que han descubierto el circo enterrado, Javier e Iker Ordoño, encontraron los primeros indicios en 2020. Descubrieron parcelas agrícolas que se adaptaban al edificio enterrado, comprobaron que las plantas encima de los muros enterrados crecen menos y, finalmente, cuando hallaron el semicírculo donde daban la vuelta las cuádrigas, se convencieron de que se trata de un circo romano, según han explicado este miércoles en una rueda de prensa.
A corto plazo, la investigación va a seguir con georadar y, más adelante, con prospección del terreno, sondeos y catas. Las instituciones, el Gobierno Vasco y la Diputación de Álava, que financian las investigaciones han garantizado que habrá dinero para seguir los trabajos, pero han insistido en que todo se hará lentamente y con prudencia.
De hecho, el arqueólogo Javier Ordoño ha explicado que no merece la pena excavar estos circos al completo, porque supondría una gran inversión y un caro mantenimiento posterior. "Conviene excavar, estudiarlo, hacer publicaciones, divulgación, su utilización cultural y turística, pero no sé si conviene excavarlo en su totalidad porque además toda excavación es destructiva", ha coincidido el jefe de arqueología de la Diputación, Javier Fernández Bordegarai.