Las excavaciones realizadas en los últimos meses en el Parque Nacional de la Ciudad de David, fuera de los muros de la Ciudad Vieja de Jerusalén, han sacado a la luz un enorme y enigmático foso de al menos nueve metros de profundidad y treinta de ancho. Formado entre otros elementos por una serie de escarpes rocosos y con canales tallados, probablemente relacionados con algún complejo industrial, las investigaciones de los arqueólogos han concluido que se trata de una de las fortificaciones monumentales que protegieron a los reyes de Judá hace unos 3.000 años. Es decir, una construcción que separó la zona de la acrópolis, integrada por el Primer Templo y el palacio real, del resto del asentamiento.

Según ha explicado la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) en un comunicado, la naturaleza del foso no estaba clara, pero los trabajos arqueológicos y su conexión con hallazgos registrados con anterioridad en las zonas colindantes han permitido revelar que se trata de la línea defensiva que se excavó al norte de Jerusalén.

Yuval Gadot, profesor del Departamento de Arqueología y Civilizaciones antiguas de Oriente Próximo de la Universidad de Tel Aviv y director de las excavaciones, ha confesado que "no se sabe cuándo se perforó el foso, pero las evidencias sugieren que estuvo en uso durante siglos cuando Jerusalén era la capital del reino de Judá, hace casi 3.000 años, empezando con el rey Josías". La hipótesis de los investigadores, publicada en un artículo en la revista científica Tel Aviv, es que esta estructura separaba la parte residencial de la ciudad de la parte alta, donde estaban ubicados el palacio y el templo, y lo hizo hasta época helenística.

El foso, en la zona de los canales tallados en la roca. AAI

Los arqueólogos defienden que la creación de este foso fue una operación monumental a gran escala y que estuvo diseñada para modificar la topografía natural del paisaje como muestra del poder de los gobernantes de Jerusalén. El proyecto involucró notables recursos de ingeniería, lo que reforzaría el esplendor de la urbe en ese momento. Además, ofrece una respuesta a un interrogante que duraba más de un siglo: la localización de la línea defensiva más septentrional.

El hallazgo del foso en la zona del aparcamiento Givati y las preguntas que suscitó empujaron a los investigadores a reexaminar los resultados de excavaciones dirigidas por la arqueóloga británica Kathleen Kenyon en la década de 1960 en un área localizada un poco más al este del actual yacimiento. En estos trabajos ya se documentó una depresión en la roca, que fue interpretada como un valle natural. Yuval Gadot asegura que ese tramo es la continuación del foso profundo y ancho, que se extiende al menos 70 metros de oeste a este. "Es un descubrimiento impresionante que abre un renovado debate sobre los términos empleados en la literatura bíblica para referirse a la topografía de Jerusalén, como [la colina] Ophel o [el monumento] Millo", destaca.

Una de las partes del foso excavado. Autoridad de Antigüedades de Israel

Yiftah Shalev, otro de los directores de los trabajos, reconoce que es difícil precisar la cronología del foso: "Los planes de construcción y de explotaciones mineras tan importantes en Jerusalén suelen fechares en la Edad del Bronce Medio, hace unos 3.800 años. Si la zanja se excavó durante este periodo, entones estaba destinada a proteger la ciudad desde el norte, el único punto débil de la ladera de la Ciudad de David. En cualquier caso, estamos seguros de que fue utilizada en la época del Primer Templo y el reino de Judá (siglo IX a.C.), por lo que creó una clara barrera entre la ciudad residencial en el sur y la alta al norte".

La antigua Jerusalén se estableció sobre una colina estrecha y empinada que se expandía sobre pequeños promontorios y valles que la dividían en distintas partes, dificultando el paso de una a otra. Por lo tanto, según explican desde la AAI, no es sorprendente que muchos de los proyectos constructivos estuvieran relacionados con la necesidad de remodelar la topografía, como confirman algunos relatos incluidos en el Antiguo Testamento, como el Libro de los Reyes.

Según Eli Escusido, director de la Autoridad de Antigüedades de Israel, "las excavaciones en la Ciudad de David nunca dejan de sorprender: una vez más se revelan descubrimientos que arrojan luz vívida sobre la literatura bíblica". "Cuando te encuentras al final de esta gigantesca construcción, rodeado de enormes muros tallados, es imposible no sentirse maravillado y agradecido por aquellos pueblos antiguos que, hace unos 3.800 años, literalmente movieron montañas y colinas".