A mediados del siglo III d.C. el Imperio romano tembló. Florecientes ciudades se abandonaron, la moneda perdió valor y los bárbaros asediaron el limes. En medio del caos de usurpadores y legiones sublevadas los emperadores se decidían a golpe de espada. En oriente, bañada por el sol de Siria y acariciada por las aguas del Éufrates, la ciudad romana de Dura Europos quedó sitiada por un furioso ejército persa sasánida. En la desesperada defensa se intentó reforzar su muralla occidental con un terraplén que enterró numerosos edificios.
Al final, los persas conquistaron la ciudad al asalto y quedó abandonada sobre el año 256, pero los hogares enterrados bajo el terraplén se conservaron. Entre ellos estaba una casa en la que los primeros cristianos se reunían de forma clandestina para celebrar sus ritos y liturgias. Se trata de la primera iglesia cristiana de la que se tiene constancia cuando su fe estaba perseguida, oculta en el interior de un hogar, una domus ecclesiae.
Un nuevo estudio publicado en el Journal of Roman Archaeology desafía las ideas tradicionales sobre este espacio de culto y el cristianismo primitivo. "El edificio cristiano tenía poco que ver con un espacio doméstico en Dura Europos y, por lo tanto, pone en tela de juicio la narrativa de los orígenes materiales del cristianismo primitivo", afirma en una nota de prensa Camile Leon Angelo, investigadora del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Yale y principal autora del artículo que además desafía la validez del término domus ecclesiae.
Iglesias, sinagogas y mitreos
Hasta hoy estaba aceptado que la domus ecclesiae , reformada en el año 234, era una de tantas residencias privadas adecuadas al culto por las primeras comunidades, tal como se hace referencia en el Nuevo Testamento. "Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando", reza Hechos de los Apóstoles en su capítulo 12, versículo 12.
El descubrimiento de aquella iglesia se realizó entre 1920 y 1930 en unas campañas de excavación realizada por arqueólogos de la Universidad de Yale y la Academia Francesa de Inscripciones y Letras. En su investigación también desenterraron una sinagoga y un mitreo, templo dedicado a un críptico y oscuro dios adorado por las legiones. Los tres templos estaban en el mismo barrio.
"Pero no decimos 'casa sinagoga' o 'casa Mitreo'. Les permitimos que se sostengan por sí mismas", sostiene Leon Angelo. "Entonces, si tenemos un edificio que sigue la misma trayectoria arquitectónica en la ciudad, ¿por qué enfatizamos los orígenes domésticos de la estructura? Queríamos saber qué tan doméstico era y cómo lo habría visto la comunidad".
Para responder a estas preguntas, los investigadores analizaron todos los informes de excavación archivados en la Universidad de Yale sobre el yacimiento sirio para comprender cómo eran las casas de Dura Europos, qué contenían y qué funciones cumplían. Después de comprender a fondo lo que constituía el espacio doméstico para esa comunidad, lo compararon con las características de los edificios cristianos y encontraron diferencias significativas.
No hay cocina ni agua
En el edifico objeto de estudio se conservaron pinturas murales, una escalera en el patio pero no se documentó ninguna cisterna para almacenar agua potable. Ninguno de los demás hogares comparados tenía características similares. Además, la eliminación de la cisterna y de la zona dónde preparaban alimentos sugiere que no interactuaban con el espacio de reunión como si fuera una vivienda.
Sus habitaciones de la planta baja también fueron modificadas para crear una única sala bastante grande y otra, utilizada como baptisterio, excepcionalmente pequeña en comparación con otras casas de la ciudad.
Además, los investigadores estudiaron los cambios en la forma en que la gente circulaba por las habitaciones y el uso de diferentes superficies y formaciones de asientos, lo que sugería un alejamiento del entorno doméstico. Utilizaron simulaciones de cambios en la luz solar para determinar que ciertas renovaciones del edificio significaban que una mayor superficie de las habitaciones que daban al patio podía utilizarse en más momentos del día sin necesidad de lámparas o velas.
"Los diálogos en el ámbito académico y en la cultura popular dan la impresión de que, antes del emperador Constantino [306-307 d.C.], los cristianos se reunían y celebraban sus cultos en espacios pseudodomésticos", continúa Leon Angelo. "Pero si este es el único ejemplo con una fecha segura que tenemos, y de hecho no era particularmente o ni siquiera algo doméstico, ¿por qué mantenemos esta percepción?"
"Estos datos tienen mucho peso y poder", afirmó Leon Angelo, consciente de las reacciones que puede desatar en el mundo académico su cambio de paradigma. "También nos intersa profundamente el cristianismo primitivo, pero queremos hacer justicia a la comunidad cristiana de Dura Europos y a su historia e intentar comprenderlos en sus propios términos, en lugar de a través de suposiciones que los académicos han proyectado sobre su espacio".