Aquel rey de origen esclavo convirtió el humilde puerto de Dénia en un pujante centro comercial y cultural del Mediterráneo. En más de una ocasión lideró feroces razias, conquistó fortalezas y abordó buques enemigos. En el siglo XI d.C., al-Ándalus fue devorada por las llamas de la guerra civil, la fitna, y Muyahid al-Amiri, más conocido como "el guerrero", no perdió su oportunidad. De fiel siervo terminó creando un reino propio tras conquistar las Baleares, Cerdeña y aterrorizar a los condes de Barcelona y a las repúblicas itálicas de Pisa y Génova.

No se le conocen retratos ni estatuas a pesar de que era un hombre culto, apasionado por las letras, la poseía y los sabios, parece que tenía un carácter complicado. Según describió el cronista andalusí Ibn Hayyan: "a veces era asceta, abstinente, alejado de la vanidad, concentrado en los libros que leía; [mientras que] otras veces tomaba a ser enloquecido y obsceno, no ocultando su afición por el placer y la diversión". 

Se desconoce dónde nació pero las fuentes le mencionan sobre el año 990 como un saqqaliba, un esclavo eslavo en la corte del califato de Córdoba. Sin embargo, bajo la definición de eslavos -mezclados con nórdicos y vikingos varegos que sirvieron en la guardia de élite de los emperadores de Constantinopla- los andalusíes solían incluir a cualquier esclavo de origen cristiano y se cree que al-Amiri pudo ser también natural de Cerdeña. Los cronistas nunca se molestaron en aclarar este punto.

Batalla entre cristianos y musulmanes según las Cantigas de Santa María. Siglo XII Biblioteca Nacional Española

Esclavo en Córdoba

La presencia de estos esclavos no era insólita en al-Ándalus y muchos de ellos gozaban de una excelente educación para servir en la administración palatina, municipal y regional. Otros, castrados, servían como eunucos vigilando el harén y otros, como Muyahid al-Amiri, fueron destinados a servir en el ejército. 

Almanzor se apoyó en un gran número de saqqalibas y bereberes. Consideraba que estos advenedizos sin lazos en Hispania eran más seguros y confiables que los siempre intrigantes y pérfidos nobles andalusíes. Así, el eslavo se convirtió en su paje y, de guardar algún recerdo sobre sus orígenes pronto los olvidó. Plenamente arabizado fue educado casi como un príncipe y soñó con expandir el islam por el Mediterráneo. 

El terror del Mediterráneo

Tras la muerte de Almanzor en 1002 el poderoso califato de Córdoba no tardaría mucho en estallar en mil pedazos. Siete años después, su hijo Abderramán Sanchuelo fue decapitado y comenzó una guerra civil que atomizaría al-Ándalus en numerosos reinos de taifas. El joven eslavo aprovechó el caos.

Se volcó en su flota y el mar, navegado por embarcaciones cargadas de riquezas. Reforzó las murallas de Denia, construyó palacios y estableció contactos comerciales con el Egipto fatimí del que llegaban productos de la Ruta de la seda además de oro y marfiles africanos. Por su parte, en su taifa se comenzó a producir cerámicas de lujo para la exportación muy apreciadas en oriente.

Guerreros islámicos junto a una mezquita según el pincel de Edwin Lord Weeks en 1885. Wikimedia Commons

Al poco de asentarse en la ciudad mediterránea, la muerte del gobernador de Baleares le dio la oportunidad de ampliar sus fronteras en 1015 y se lanzó a la vorágine en las playas de Ibiza, Mallorca y Menorca a las que sometió sin escatimar en crueldad ni violencia. 

Con este primer éxito entre 1016 y 1017 reunió 120 naves y mil caballeros y se lanzó a la conquista de Cerdeña, saqueando rutas de genoveses y pisanos. "No fueron una simple razia, atacaron primeramente Cagliari y continuaron su avance conquistando la llanura de Campidano, ordenando después la construcción de fortificaciones y adaptando un antigua villa romana como residencia", explica Jaume Galiana Llorca, historiador, en su artículo publicado sobre la taifa en la Revista de la Universidad Autónoma Latinoamericana

Poco después sus hombres quisieron regresar y además, una poderosa flota cristiana llamada por el papa Benedicto VIII buscaba venganza. Muyahid tuvo que regresar bajo una tormenta que hundió varias naves y arrastró otras a costas hostiles donde fueron degollados. Su propio hijo, Hassan, fue capturado y tuvo que pagar una enorme suma de dinero por él. 

El señor de Dénia

Cargado de esclavos y ganado, fallida la confusa invasión de Cerdeña recaló en Baleares, donde gobernaba como amo y señor. Aprovechando su ausencia en aguas infieles, Abdala al-Muaití, el oscuro califa títere que había sentado en Denia para legitimar su reino, había acaparado el poder.

A pesar del descalabro su flota regresó a su capital y sin mucha ceremonia desterró al hombre de paja que terminó sus días como profesor en el Magreb. Tras la deposición de al-Muatí, la figura del saqqaliba que había creado un reino que abarcaba desde las Baleares hasta el nacimiento del río Segura se desdibuja entre legajos y confusas crónicas cristianas y árabes hasta su muerte en el año 1045.

Fotografía del castillo de Denia construido originalmente por Muyahid. Wikimedia Commons

Sus naves siguieron asolando las costas cristianas y los condes de Barcelona se vieron obligados en 1020 a contratar mercenarios normandos para mejorar sus defensas.  En sus 35 años de reinado asentó su propia dinastía y transformó Dénia en un poderoso reino a tener en cuenta en la confusa maraña de intrigas y alianzas de la Hispania de la Reconquista.

"Su corte literaria fue una de las más famosas, y, en esta época en que las taifas rivalizaban en cultura, Dénia destacó en la especialidad de las lecturas coránicas, con la gran figura de Abū ‘Amr 'el de Denia', y en Denia y Mallorca vivieron o por allí pasaron literatos y estudiosos famosos", explica María Jesús Viguera Molins, historiadora y autora de la biografía del eslavo en la Real Academia de la Historia.

Uno de aquellos poetas, Ibn Darray había cantado las gestas de Almanzor, retrató al señor de Dénia como un intrépido navegante: "Naves que son como esferas celestes y donde sus arqueros son estrellas, armadas de punta en blanco. Cruzas con ellas los abismos del mar, y sus olas se fatigan por el peso abrumador".