Por mucho que se haya exagerado en las crónicas medievales y en las películas de Hollywood y las series de televisión, los vikingos fueron unos marinos y guerreros violentos que saquearon multitud de enclaves de Europa. Pero al parecer, según la región de Escandinavia de la que procediesen, estas comunidades tuvieron más o menos predilección por resolver sus disputas por la fuerza bruta. Las investigaciones arqueológicas han sacado a la luz muchas más armas y muchos más traumas en los esqueletos de los individuos hallados en Noruega que en los de la vecina Dinamarca.

Los datos recabados por un equipo interdisciplinar liderado por el sociólogo David Jacobson, de la Universidad de Florida del Sur (Estados Unidos), son bastante claros: el 33% de los esqueletos de vikingos noruegos empleados en el estudio presentan marcas de heridas curadas, lo que indica que los enfrentamientos violentos interpersonales eran algo bastante frecuentes. El 37% de la muestra exhibe signos de trauma letal, lo que manifiesta que las armas (espadas, hachas, etcétera) también eran abundantes entre la población.

Este extremo lo confirman los descubrimientos arqueológicos: en los yacimientos de Noruega se han identificado más de 3.000 espadas fechadas entre finales de la Edad del Hierro y la época vikinga y enterradas en tumbas integrando el ajuar de los difuntos. En Dinamarca, sin embargo, tan solo han aparecido unas pocas docenas de estas armas; y los restos óseos analizados muestran que el 6% de los individuos murieron de forma violenta, casi todos a causa de ejecuciones, como las decapitaciones.

Uno de los cráneos empleados en el estudio con la marca de un traumatismo. Lisa Mariann Strand

Hasta ahora se pensaba que los índices de violencia de la Escandinavia vikinga fueron más o menos similares, pero el equipo de Jacobson ha demostrado que al menos entre las dos regiones citadas hubo una diferencia notable. El estudio, publicado la revista Journal of Anthropological Archaeology, ha arrojado nueva luz sobre estas sociedades y su relación con la violencia, así como el papel desempeñado por las estructuras sociales.

Los resultados son el reflejo de combinar arqueología y sociología con el estudio de esqueletos y piedras rúnicas con el objetivo de subrayar diferencias clave sobre cómo la violencia, las jerarquías sociales y la autoridad influyeron en estas dinámicas en ambos lugares. "El enfoque interdisciplinar adoptado en este estudio nos muestra cómo se pueden revelar patrones sociales y políticos incluso cuando hay escasez de fuentes antiguas", ha detallado el investigador principal.

Los datos de las lesiones curadas o mortales y la presencia de espadas en los enterramientos proyecta una Noruega en la que las armas tuvieron gran importancia para el estatus sociales de sus habitantes. Por el contrario, la sociedad danesa parece que estuvo más centralizada, con jerarquías sociales más claras y una autoridad central más fuerte. El control político y el orden del territorio —durante el reinado de Harald Diente Azul, en el siglo X, se construyeron grandes fortificaciones— se refleja en la menor presencia de episodios violentos.

El estudio sugiere que la estructura social más rígida de Dinamarca significaba que la violencia era menos frecuente, pero se aplicaba de manera más sistemática a través de los canales de poder —de ahí el importante número de ejecutados en relación con el total—. Mientras tanto, la sociedad más descentralizada de Noruega experimentaba más violencia entre iguales, como evidencian los niveles más altos de trauma encontrados en los esqueletos.

"Los resultados de estos patrones sugieren que estamos hablando de sociedades distintas en las regiones de Noruega y Dinamarca. Esto es bastante sorprendente, ya que se ha asumido que, socialmente, la Escandinavia vikinga era en gran medida un espacio singular", ha valorado David Jacobson.