El terrible incendio que arrasó Notre Dame el 15 de abril de 2019 ha permitido, paradójicamente, conocer mejor la historia de la catedral de París y de la zona donde empezó a construirse en el siglo XII. Los trabajos de los investigadores Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas (Inrap) han documentado, por ejemplo, la existencia de suelos de residencias del siglo I d.C. bajo el corazón del templo, a más de tres metros de profundidad, así como vestigios de estructuras medievales, como un gran edificio de época carolingia.
Los arqueólogos, como parte de los trabajos de restauración, también han realizado prospecciones en los suelos y en los sótanos, sacando a la luz multitud de microhistorias del universo funerario de la catedral. Los estudios antropológicos han desvelado que la gran cantidad de huesos desenterrados —se han documentado osarios, más de un centenar de tumbas, muchas de ellas reutilizadas, y sarcófagos de distintos tipos de materiales— pertenecen a religiosos o miembros varones de las clases privilegiadas. Pero uno de los hallazgos más misteriosos se registró en el crucero del edificio.
Se trata de dos ataúdes de plomo, un material reservado para la élite, que fueron inhumados en un espacio privilegiado de Notre Dame, en el que la nave transversal cruza la mayor. Ambos individuos se estudiaron en el Instituto Forense del Hospital Universitario de Toulouse y ya hace casi dos años los científicos desvelaron la identidad de uno de ellos: Antoine de la Porte, uno de los grandes canónigos del templo —financió la renovación del coro— que murió el 24 de diciembre de 1710 a los 83 años. Fue sencillo de identificar porque sobre la tapa del enterramiento se inscribió un epitafio y se colocaron tres medallas con la efigie del religioso representado de perfil.
Sin embargo, el otro ataúd no contenía ninguna información y escondía un cuerpo con el cráneo partido y que había sido embalsamado. Las primeras hipótesis apuntaban a que podía tratarse de un caballero que había sido jinete desde temprana edad. Los investigadores de la Universidad de Toulouse, según ha informado el Inrap en una nota de prensa, ya tienen a su candidato: Joachim du Bellay, uno de los poetas galos más célebres del Renacimiento y fundador de La Pléyade, famoso grupo literario que pretendía revitalizar la lengua y las letras francesas.
Los resultados de los análisis de los huesos de individuo, "el Caballero", como lo bautizaron, un varón de entre 30 y 40 años, mostraron que la causa de la muerte había sido una meningitis tuberculosa crónica. Según las fuentes históricas, Du Bellay fue un diestro jinete y sufrió una mala salud durante toda su vida, con enfermedades como la tuberculosis o la citada meningitis crónica. Falleció a los 37 años y fue enterrado en la capilla de Saint-Crepin de Notre Dame. Sus restos, que se habían buscado a mediados del siglo XVIII junto a los de su tío, un antiguo obispo de París, no habían aparecido en ese rincón.
"Cumple todos los criterios del retrato: era un jinete consumado y sufría ambas dolencias, como se menciona en algunos de sus poemas, como en Las Añoranzas", explica Éric Crubézy, profesor de antropología biológica en la Universidad de Toulouse. Los expertos consideran que su sarcófago se movió en algún momento desconocido desde su lugar de enterramiento original hasta la zona del crucero, tradicionalmente reservado a los altos mandatarios de la Iglesia.
A pesar de la seguridad manifestada por los forenses, los arqueólogos del equipo son más cautos en sus conclusiones y aseguran que los análisis de isótopos muestran un resultado contradictorio: el individuo del sarcófago, según los datos extraídos del colágeno de los dientes, muy dañados, creció en la región de París o de Lyon, y no en Anjou, al este de Francia, el lugar de origen de Joachim du Bellay. Según Crubézy, como el poeta fue criado por su tío, habría pasado mucho tiempo en la capital gala. Un pulso que solo el ADN podrá resolver.