El paso del tiempo no significó que esas diferencias se achicasen o incluso que la miseria horrible del sur desapareciese por muchas medallas que Franco, su régimen y el Instituto Nacional de Colonización (INC) se colgasen. Volvamos otra vez a Granada, muchos años después de que la posguerra hubiese acabado formalmente. Es un caso excepcionalmente bien documentado, y con él, dejando que hable el archivo, casi acabamos.

Estamos en 1958, cuando la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos de Escúzar envió al INC una solicitud de expropiación forzosa "por causa de utilidad social" de cinco latifundios que, con unas 5.000 hectáreas de extensión, "comprenden casi todo el término municipal [mientras que] unos seis vecinos del pueblo se dividen las 20 Ha. útiles restantes". Sólo el marqués de Ibarra poseía 2.430 hectáreas. El informe añadía:

"Los grandes propietarios no viven en el pueblo ni están en contacto con las necesidades y problemas humanos de sus colonos.

Escúzar, con sus 2.000 habitantes, carece de medios para dar de comer a su población. Unas 200 familias viven la angustia de un jornal eventual y el paro estacionario fomenta una masa humana brutal, viciosa e inmoral; los obreros dijeron a una Jerarquía Sindical que les visitó que deseaban cambiase la situación para no tener que enseñar a sus hijos cómo se roba la leña y el esparto, a fin de hallar medios de subsistencia.

Escúzar carece de agua potable. De Granada la traen en cubas y durante el verano se disputan los cántaros entre verdaderas batallas campales. Impera la necesidad y la miseria, faltan viviendas y las que existen no reúnen las condiciones más elementales de habitabilidad e higiene. La cuadra está junto a la cocina y la mayoría de ellas carece de corral. Dos y hasta tres familias viven hacinadas en estas casuchas. Desde la Dictadura no se ha vuelto a construir y se consideran necesarias para aliviar la situación unas 200 viviendas.

Quinientos niños de edad escolar disponen de dos escuelas [aulas], únicamente, cuyos locales carecen de condiciones pedagógicas e higiénicas. De pocilgas las califica la Hermandad. El espectáculo de niños en la calle o empleados en trabajos superiores a sus fuerzas físicas es frecuente y desconsolador. El futuro de esta juventud, dado el ambiente reinante, se nos parece como algo catastrófico".

Para solucionar el problema, el jefe nacional de la Obra Sindical Colonización, Francisco Carrilero, proponía la expropiación de la tierra, su parcelación, la creación de regadíos, la instalación de pequeñas industrias, la construcción de un grupo escolar con doce clases (nótese que entonces sólo habría unos 42 niños por aula, no los teóricos 250 escolares por aula de ese momento) y doscientas viviendas nuevas, traída de aguas, etc.

Miembros del Instituto Nacional de Colonización. Archivo Santos Yubero

¿Parece terrible? Pues esa era la parte aséptica de la información. Hay más. Según otro informe de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos local dirigido al director general de Colonización, esta es, en más detalle, la historia.

Escúzar había sido un pueblo de "señorío" (esto es, de tierra robada vía leyes a los campesinos), y sus habitantes eran y son laboriosos, honrados y sobrios y "en tiempos pasados, vivían pacíficamente apegados a su profunda fe religiosa y viejas tradiciones". En todo caso, esta supuesta Arcadia feliz tuvo los días contados. Así lo resumían, saltando muchos pasos lógicos e históricos, los falangistas:

"Pero en los años que precedieron al Movimiento Nacional esa vida sufrió una total transformación. El latifundio, las tiranías y arbitrariedades caciquiles, las banderías políticas y las prédicas de los cabecillas izquierdistas sembraron el odio y las rencillas entre los vecinos del pueblo. Esta situación y el bajísimo nivel social y cultural del mismo fue la causa de que, al producirse el Glorioso Alzamiento, los ánimos estuviesen exaltados produciéndose una [...] explosión de las demasiado contenidas ansías de libertad y emancipación.

En aquellos días, el pueblo quedó como tierra de nadie en plena línea de fuego. Cada familia huyó, según sus tendencias a la zona nacional o roja. Las casas fueron saqueadas [...] los campos, abandonados y el templo Parroquial y las [Sagradas] Imágenes fueron destrozadas.

Cerca de un centenar de vecinos de esta localidad murieron de pura hambre en los años difíciles de la postguerra. ¡Había que ver tantos niños desnutridos, esqueléticos, semidesnudos acosados por el hambre y pidiendo de puerta en puerta! La desgracia llegó a más: propagó una terrible epidemia que llamábamos del "piojo verde" [...]. También se sufrió en aquellos días la constante amenaza de los foragidos [sic] de la sierra [guerrilleros], algunos de los cuales eran hijos del pueblo.

Más de una vez se han corrido por el pueblo noticias de una próxima redención social. Se sabe que las Autoridades Civiles, Sindicales y Eclesiásticas del pueblo, repetidamente han cursado informes objetivos y llenos de sinceridad a los Organismos Oficiales sobre la verdadera situación del mismo, no habiendo recibido respuesta alguna".

Portada de 'Los pueblos de Franco'. Galaxia Gutenberg

Del principal terrateniente, el marqués de Ibarra, el informe dice lo siguiente:

"Este Sr. Propietario tiene multitud de fincas en otros lugares –según oídas– de una gran riqueza. Rarísimas veces visita el pueblo y jamás establece contacto con los vecinos del mismo, [lo que significa] absentismo del pueblo y [de] sus problemas. No se reconoce ningún beneficio social, cultural de esta Casa para con el pueblo. Desde hace años se han entablado constantes pleitos con los labradores y ya ha desahuciado a algunos que, desde tiempo inmemorial, venían labrando su tierra.

Ha elevado la aportación económica de sus labradores en 800/100, además de la renta habitual y demás cargas. En diversas ocasiones ha manifestado que, si llegasen a expropiarle, no se opondría en forma alguna a esta acción del Gobierno, siempre que se le abone lo que en justicia valgan las fincas [...]. Se ha negado repetidamente a facilitar solares para hacer escuelas y viviendas con objeto, dice él, de hacerles incómoda la vida a los más pobres y obligarles a que salgan del pueblo y no acrecienten, con su incremento, los graves problemas existentes".

Estos eran algunos de esos problemas. Sobre el agua potable:

"En absoluto se carece de ella [...]. Las familias más pobres, obligadas por su debilísima economía se surten del agua llovediza de un algibe [sic] casi destrozado y en el que, en más de una ocasión, se han encontrado animales muertos. En otra de las fuentes 'La Tejuela' el mismo depósito donde llenan para el servicio de las personas sirve para que abreven los ganados".

Y sobre la escuela:

"Escuelas-pocilga. [...] Desde antes del Movimiento, han sido raras las épocas en las que las escuelas han funcionado con eficacia y provecho. En estos años pasados meses y meses han estado cerradas. Unas veces por enfermedad de los maestros y las más por las inhumanas condiciones en que están los inmuebles [...]. Los maestros, tal vez, no serán nada ejemplares pero son héroes cuando sufren y permanecen en estas escuelas que, más que centros de cultura y formación, parecen auténticas pocilgas.

Acerca de la higiene:

"Como la mayoría de las viviendas carecen de corrales, en las calles amanecen los detritus y excrementos. Todas las familias, para sus necesidades de aseo, etc. se surten de agua de una fuente salobre que hay en la plaza del Generalísimo. Es un verdadero cenagal que despide un olor fétido".

Toda esta información venía corroborada por el cura párroco, quien añadió en otro documento lo que sigue:

"[El informe] puedo suscribirlo totalmente en todos sus pormenores: es objetivo realísimo, sincero y equilibrado. Creo que en él no se trasluce animosidad ni extremismo alguno [...]. Como Párroco y en nombre de la Iglesia, abogo por una solución TOTAL del problema. Nada de parcelas de ayuda, ni parciales soluciones [...]. La REFORMA AGRARIA de todo el término. [Los vecinos] necesitan respirar ese ambiente de libertad y esperanza que son como el oxígeno del alma. A los 20 años del Movimiento todavía se divide el pueblo en «rojos» y «azules», se han acentuado más las diferencias y aún no han podido liberarse de esa terrible esclavitud de «checa», incultura, miseria, abandono...".

Los pueblos de Franco. Mito e historia de la colonización agraria en España, 1939-1975 (Galaxia Gutenberg). 264 páginas. 21 euros. A la venta el 25 de septiembre.