Los romanos llegaron a Hispania en el año 218 a.C. durante la Segunda Guerra Púnica, cuando desembarcaron en Ampurias, en la actual Cataluña. Esta expedición estaba liderada por Cneo Cornelio Escipión y su hermano Publio Cornelio Escipión y tenía el objetivo de cortar las rutas de suministro de los cartagineses que, bajo el mando de Aníbal, habían invadido Italia.
La llegada de los romanos a Hispania fue un evento trascendental en la historia de la Península Ibérica, que dejó una profunda huella en varios aspectos: político, cultural, económico y social. En consecuencia, ¿cuál es considerado como el primer monumento romano de Hispania?
El monumento romano más antiguo de Hispania
Hispania, bajo el dominio del Imperio romano, fue el hogar de numerosos monumentos y obras arquitectónicas que reflejan el esplendor de la ingeniería y la cultura romanas. A lo largo y ancho de la Península Ibérica se pueden encontrar vestigios que aún perduran como testigos de aquella época.
Estos monumentos romanos en Hispania son testimonio del poder y la influencia que el Imperio romano tuvo en la Península Ibérica. Además de su función práctica, estas estructuras representaban la grandeza y la cultura de Roma.
Las infraestructuras que construyeron no solo sirvieron para sus necesidades inmediatas, sino que también han perdurado a lo largo de los siglos, formando parte del legado patrimonio y arquitectónico de España.
Sin embargo, ¿cuál puede ser considerado el monumento romano más antiguo de Hispania? Si bien es cierto que puede resultar complicado de establecer, se puede considerar como uno de los monumentos romanos más antiguos de Hispania el Arco de Bará, que es un arco honorífico situado en Roda de Barà, a unos 20 kilómetros al noreste de Tarragona.
El Arco de Bará fue construido sobre el trazado de lo que fue la Vía Augusta (actualmente se encuentra en la N-340) a finales del siglo I a.C. y está dedicado al emperador Augusto.
Hay que tener en cuenta que la ciudad de Tarraco es el primer y más antiguo asentamiento romano en la Península Ibérica y capital de la provincia Hispania Citerior a partir de Augusto, por lo que tiene sentido que este monumento pueda ser considerado uno de los más antiguos debido a que este arco servía para marcar los límites de los territorios que dependían de Tarraco.
Tarraco, la Tarragona romana, nació en 218 a.C. con la llegada de los ejércitos romanos a la Península Ibérica. Su ubicación estratégica en la costa mediterránea facilitaba el comercio y los movimientos de tropas, lo que contribuyó a su desarrollo y prosperidad.
Entre los monumentos principales de Tarraco se encuentra el Acueducto de les Ferreres o 'Pont del Diable' (construido en el siglo I d. C.) y el Anfiteatro, que es un edificio romano construido en el siglo II d.C., de tal forma que sería más antiguo el Arco de Bará al datar del siglo I a.C.
El Arco de Bará forma parte del conjunto arqueológico de Tarraco, un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. No es sólo un ejemplo impresionante de la arquitectura romana, sino que también ilustra la importancia de la romanización en la Península, al simbolizar el poder y la presencia del imperio en la región.
Este arco de triunfo se cree que fue financiado por un ciudadano acaudalado local, Lucio Licinio Sura, en agradecimiento a los beneficios que había recibido de Roma. Una inscripción en el monumento menciona su nombre, lo que respalda esta teoría.
En lo que respecta a las características de este arco, cabe destacar que tiene un solo vano o abertura que permite el paso por el trazado de la Vía Augusta. Además, su estructura es bastante sencilla y tiene una altura aproximada de 12 metros y una anchura de unos 2,40 metros.
También cabe destacar que el Arco de Bará está flanqueado por dos podios de planta rectangular y que está construido con sillares de piedra local, con ocho pilastras estriadas y remates por capiteles corintios.
Finalmente, su decoración es sencilla, es decir, no está decorado con relieves complejos como algunos de los arcos más famosos de Roma. Esta sencillez estilística refleja el gusto de la arquitectura de la época de Augusto.
En definitiva, el Arco de Bará es un ejemplo destacado de la arquitectura romana y forma parte del rico patrimonio cultural de Hispania. Además de su importancia arquitectónica, también simboliza la romanización de Hispania y el control del Imperio en este territorio.